_En esta casa hace mucho frío- dice la posible compradora que recién llega y se sienta en la sala. Antonio y Clara se miran y alquel comentario no les parece extraño. Por el contrario, ya están acostumbrados a que la gente haga afirmaciones de aquel tipo con solo entrar un instante. Desde que se divorciaron, ellos también comenzaron a sentir la helada temperatura de aquellas paredes.

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En algún tiempo, seguramente, Antonio y Clara se amaron. Tal vez no fue un amor de película, pero lograron convivir por unos largos veinte años. Pero un día, cuando los hijos crecieron, no vieron la necesidad de seguir juntos, compartiendo la misma cama, la misma casa, así que decidieron separarse; pero tuvieron tan mala suerte, que no encontraban comprador para la casa, por lo que tenían que seguir viviendo bajo el mismo techo.

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_Lo malo es este frío que parece extraño, como si hubiese fantasmas dentro de las paredes -dijo otra compradora que también se negó a adquirir la vivienda. Pero Antonio y Clara lo saben y permanecen callados. Ellos también sienten el frío, la sensación de que adentro viven sombras que merodean la casa.

Y es así que Antonio y Clara, como si fueran dos extraños, permanecen sentados en el sofá, en la mesa del comedor, cada quien en una cama, abrigados, sin saber qué hacer ni qué decir, obligados a seguir juntos y dejar que el frío que hay en ellos congele toda la casa.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS