Desde que tenía uso de razón, escuché en casa que tenía un hermano que se había ido a la guerrilla. No había fotos de él, más que una imagen donde él era un niño, como de 3 años, montado en un caballito de madera. Cuando le preguntaba a mi madre, ella solo decía que mi hermano se había ido a la montaña para luchar contra el gobierno.

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Tampoco yo recordaba nada de aquel hermano y mamá me decía que era porque cuando él se fue, yo estaba muy pequeño. Sin embargo, tampoco mi familia sabía mucho de él, solo repetían lo que mi madre había dicho siempre. Pero, aunque muchas veces dudé de la existencia de aquel hermano, ahí estaba esa imagen de un niño pequeño montado en un caballo de juguete que mi madre miraba y lloraba cada vez que podía.

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Luego me hice grande y jamás volví a saber de aquella imagen vieja. Solo después de la muerte de mi madre, que encontré la fotografía entre cosas que íbamos a desechar, le pregunté a una tía y ella me contestó:

_Ese niño murió chiquito, pero tu madre prefirió decir que se había ido lejos. Todo eso fue invento de ella y nadie se atrevió a contradecirla.

Entonces, sin poder entender aquella mentira, tomé la imagen y la puse cerca a la imagen de mamá que estaba en una mesa. Miré las fotografías juntas y pensé que mamá estaba sonriendo: tal vez debía estar feliz porque había encontrado a su hijo prófugo.

HASTA UNA PRÓXIMA HISTORIA, AMIGOS