El árbol, que hasta no hace mucho estaba cargado de hojas verdes y flores, se vio desnudo y sintió vergüenza. Nunca se había sentido tan triste. Los pajaritos volaban hacia él y se regresaban, porque no reconocían a la que antes había sido su casa para tejer sus nidos.

El árbol les gritaba:

-Hey, pajarito, soy yo. Mírame, reconóceme. Hasta hace unos días venías y me regalabas tus canciones, mientras te alimentabas de mis hojitas.

Los pájaros no reconocían su antiguo hogar, a pesar de los gritos del árbol mutilado.

Entonces todos volaron sin rumbo y luego avistaron a un árbol frondoso. Cargado de hojas y de flores amarillas. Y allí se posaron para cantar su canción de dolor que conmovió a todos los árboles de la Plaza.

Por la mano del hombre perdí mi hogar,
Ahora me toca volar
de rama en rama,
para vivir mi drama,
de no tener mi nido
para cantar.
¿Adónde iremos a parar?