Concurso de arte y escritura #106 || Cicatrices del huracán

in Venezolanos Steemlast month (edited)


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El cielo sobre el océano Atlántico comenzó a oscurecerse, como si la noche quisiese reclamar el día, mientras un pequeño barco pesquero, surcaba las aguas en busca de su próxima captura. A bordo, cinco hombres se encontraban atrapados en la rutina monótona de su vida, pero cada uno llevaba consigo cargas que pesaban más que todos los peces que pudieran atrapar en la inmensidad del mar.

Mateo, era el más joven del grupo, apenas tenía veinte años. Su cabello y su piel tostada por el sol, evidenciaban sus interminables horas a bordo. Sus ojos, sin embargo, eran profundos y melancólicos, cargados con los recuerdos de un hogar y una pequeña familia que siempre dejaba atrás, para salir en busqueda de la fortuna. Su mente siempre era una mezcla de ansiedad y esperanza, anhelando regresar a la calidez de su hogar.

—¿Mateo, has atrapado algo? —gritó Hugo, un marinero de mediana edad, con un corazón tan grande como sus manos callosas.

—¡No aún no, pero ya pronto va a caer algo! —respondió Mateo, forzando una sonrisa mientras lanzaba su caña de pescar al agua.

Mateo sabía que evaluar las palabras de Hugo era un error; Steve, el veterano de la tripulación, siempre decía que la esperanza, era un lujo que los hombres en el mar no podían permitirse.

—No es cuestión de suerte, niño —respondió Steve—. Es cuestión de trabajo duro. —terminó por añadir, con aquella voz grave y áspera, similar al sonido de las olas cuando rompian en las rocas. Su mirada siempre era dura, pero sus palabras, eran muy sabias.

—Si, sí, trabajo duro. Pero también hay un poco de suerte, ¿no? —insistió Mateo, sintiendo cómo la tensión hacia ecos entre el grupo.

En el fondo sabía que tenía razón, pero algo en el aire comenzaba a cambiar. La brisa que antes los acariciaba, empezaba a tornarse fría y cortante.

Por su parte, Tomás, el más viejo de la tripulación, con muchos años de experiencia en el mar y un ojo perdido, durante una tormenta antigua, frunció el ceño mientras observarba hacia el horizonte.

—Esto no me gusta, miren cómo se arremolina el agua —dijo el viejo—. Creó que algo grande se acerca.

—Solo son nubecillas. —replicó Abdó, el más nuevo de los tripulantes y de menos experiencia, quien tenía un poco más esa energía juvenil, que ya los otros habían dejado atrás. Pero sus palabras, no graduaban las preocupaciones que empezar presas a sus compañeros.

De repente, se escuchó el rugir fuerte del viento, como un canto de guerra antes de la batalla. El cielo se tornó oscuro y grandes nubes negras se juntaron, como si los mismos dioses se hubieran empeñado en mostrarles su furia.

—¡A la cubierta, nos vamos! ¡Saquemos este barco de aquí! —Se oyeron los gritos de Steve con la autoridad propia de un líder, tomando el control a pesar del pánico que comenzaba a florecer.

Mateo, sentia que su corazón latía más rápido que el sonido de tambores en un baile. El barco, apenas empezaba a moverse.

La tormenta estalló con un inmensa furia. Las olas se levantaban como monstruos enfurecidos, queriendo devorarlos, y el viento rugía como una fuerza indescriptible, como un león hambriento.

—¡Mateo, sujeta esa cuerda! —gritaba Tomás, mientras el barco se sacudía violentamente.

Mateo, aferrába la cuerda con ambas manos. Trataba de concentrarse para no dejarse llevar por el pánico, pero esté, ya lo tenia en sus garras.

—No aguanto más, ¡El barco se va a hundir! —gritaron Abdó y Hugo, mientras el miedo se desbordaba.

La tensión del momento, se convirtió en un desafío donde las emociones se volvieron viscerales.

—¡No! ¡Todos a su puestos! —gritó Steve, tratando de mantener el control, pero su orden caía en oídos sordos, mientras la fuerza del viento se llevaba sus palabras. La tormenta estaba destruyendo no solo el barco, sino también la cohesión del grupo.

Mateo, recordó fugazmente su hogar el abrazo cálido de su madre y la sonrisa serena de su padre. «No puedo dejar que esto sea el fin», pensó, mientras apretaba los dientes, aferrába la cuerda y luchaba contra las olas que le azotaban.

—Mateo, ¡ayúdame! —gritó Hugo, atrapado entre unas cuerdas desenfrenadas. El temor y la duda caminaban en la mente del joven, pero algo en su interior le exigía acción.

—¡Aguanta! —gritó Mateo, mientras se lanzaba hacia él. Cada paso que daba, era un reto en medio del caos. Con mucho esfuerzo, ayudó a liberar a Hugo, ambos se encontraban empapados y fatigados, pero la mirada agradecida del marinero le recordó, que había mucho por qué luchar y sobrevivir.

La tormenta se transformó en huracán, parecía eterno y el tiempo muy largo. Cada ola que golpeaba el barco pesquero, era un eco de gritos ahogados y desesperación. La ira del océano retumbaba en los corazones de aquellos hombres, mientras se empeñaba en hundirlos.

Una ola inmensa y desgarradora, hizo que el aquel barco de madera, se inclinara peligrosamente, listo para irse al fondo. Los hombres, tenían miradas perdidas.

—Hemos hecho todo lo que hemos podido, ya no hay más nada que hacer —dijo Tomás, con voz llena de pesadez— ¡Aferrense a lo que puedan! —gritó luego, mientras un nueva ola le daba una estocada mortal al pobre barco.

Todo sucedido tan rápido: el oleaje furioso, el crujido de la madera y gritos de desesperación apagados por el rugido del mar. El huracán y la agonía continúaron.

Mateo despertó con un dolor punzante en la cabeza y el cuerpo cubierto de arena. Al abrir los ojos, la luz del sol le sorprendió. Cuando trató de incorporarse, se dio cuenta de que estaba rodeado de escombros y restos de la embarcación pesquera.

Pensó en sus compañeros, sus risas y el aroma a mar y pescado que les acompañaba en cada jornada. Pero ahora, solo había silencio y desolación.

Logro levantarse con mucha dificultad y luego observó la costa del mar, tratando de ubicarse, no sabía donde estaba. Pero, solo vió un sinfín de maderas astilladas, redes desgarradas y trozos de equipamiento que flotaban desordenados a su alrededor. No había señales de vida, solo el sonido de las olas rompiendo en la orilla.

Mateo, trataba de recordar cómo había llegado hasta allí, pero no lo conseguía. El huracán los había golpeado sin previo aviso, y la embarcación no había tenido oportunidad. Uno a uno, sus amigos se habían ido, arrastrados por la furia incesante del océano. Él luchó por aferrarse a un trozo de madera, pero al final, la oscuridad lo hizo presa y la furia del mar lo envolvió.

Mateo respiró profundamente y se obligó a concentrarse. No podía creerlo, estaba solo y herido, pero finalmente vivo. Aquel huracán, dejó cicatrices profundas en su alma y recuerdos que hubiera deseado no tener.


Está es mi participación en el concurso propuesto por @solperez, para la Comunidad Venezolanos Steem, dónde se nos hace la invitación a realizar un texto narrativo, un poema, un ensayo o una reflexión, a partir la obra propuesta de nuestra elección. Más información sobre el concurso aqui.

Invito a @nancybriti, @haydee, @isabelladiseno y @paholags. Gustosamente les leeré.



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Thank you, friend!
I'm @steem.history, who is steem witness.
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Gracias por publicar en #VenezolanosSteem
Has descrito con mucha precisión la angustia de los pescadores cuando están en alta mar y ocurren huracanes.

Por fortuna, Mateo logró sobrevivir, pero seguro que ese recuerdo nunca desaparecerá de su mente.

Gracias por estar. Un abrazo.

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Hola @solperez, gracias por la verificación de mi publicación y por el buen comentario. Apenas ví la imágen de esa obra fue eso lo que me llegó a la mente. Los huracanes suelen dejar desastres a su paso y el huracán que paso por las Bahamas en 1899, aunque no hubo suficientes registros y no existía la tecnología para medirlo con exactitud y clasificarlo en una categoría, no fue la excepción. Feliz tarde.

Wow... Que buena participación amigo mío. Una historia muy bien contada, llena de detalles que te atrapan desde el inicio. Un gran abrazo y muchos éxitos en el concurso. Mis respetos. PD: Debería escribir un cuento de historias.

Gracias, gracias ☺️

¡Holaaa amigo!🤗

No hay nada más agradable que leer una historia que te atrape desde el inicio hasta el final y, permíteme felicitarte amigo porque, generaste la sensación de notar al 100% la agonía de los pescadores y, he escuchado historias que momentos así son bastante rudos.

Te deseo mucho éxito en la dinámica... Un fuerte abrazo💚

Gracias amiga ☺️