LO MAS TÉTRICO DEL AMOR: Capítulo 7.
Señoritas y mesoneros
Entre la infinidad de vestidos y zapatos en el closet de Alejandra, me decidí por un vestido color vino largo de tiras en la espalda y con una pequeña abertura un poco más arriba del muslo y unos tacones negros.
Le pedí ayuda a María con el maquillaje, la cual era increíblemente buena en eso, un poco moderado, pero lo suficiente como para llamar la atención.
Cerca de las seis de la tarde el jardín de la casa empezó a llenarse, era un lugar exageradamente grande, con césped y arboles decorados con luces, mesas altas con manteles de seda blancos y centros de mesa increíblemente bochornosos para la "clase baja". Respiré una y otra vez antes de decidir si bajaba o me quedaba un par de horas más mirando la tele antes de salir a fingir que disfruto la velada.
Tres golpes en la puerta me sacaron del vaivén de pensamientos que estaba confrontando.
—Señorita, el joven Olsen la espera abajo.
Ya llegó, no tengo escapatoria.
—Está bien María, en seguida bajo.
Un último respiro y automáticamente la sonrisa más falsa que tenía salió a la luz, bajé las escaleras torpemente y pasé por la cocina antes de presentarme afuera. Una infinidad de mesoneros uniformados caminaban de un lado a otro, definitivamente había más que esta mañana.
María estaba llenando copas de champaña en el otro extremo e intenté llegar a ella. Uno de los mesoneros que corría con preocupación chocó conmigo y su bandeja de platos retumbó por toda la cocina llamando la atención de todos en el lugar.
—Cuanto lo siento, no era mi intención. —Dije avergonzada al hombre que recogía los platos por todo el suelo.
Mi brazo estaba adolorido por el golpe del duro metal, pero eso era lo menos importante en ese momento.
—No se preocupe señorita, fue solo un accidente, discúlpeme usted. —Me quité los tacones y corrí para ayudarlo a recoger los platos antes de que mis tíos se dieran cuenta.
María estaba pálida y de pie junto al fregadero, sabía que si descubrían lo que había pasado sería su responsabilidad. Ninguno de los mesoneros alrededor se detuvo a mirar lo que había sucedido, la marea de personas no dejaba de abordarnos dentro de la cocina y eso era algo intimidante en un momento tan estresante.
¿Por qué tengo que ser así? Maldición.
—María, en verdad lo siento, por favor di que todo fue mi culpa si se enteran de lo que sucedió. —Supliqué.
Ella clavó sus ojos en mí, suspiró con las manos en la cabeza y cerró los ojos intentando calmarse, puesto que ambas sabíamos que la vajilla de mi tía fácilmente tenían el costo de 4 riñones juntos, específicamente los nuestros.
—Nadie dirá nada de esto. —Gritó María y todos los mesoneros asintieron con complicidad. Los miré a todos en señal de disculpas y terminé de recoger los platos con el mesonero.
Me levanté para entregárselos al joven y ofrecerle nuevamente una disculpa por mi torpeza. Si despedían a alguien por mi torpeza no me lo iba a perdonar, no se lo merecían, esta gente tenía bocas que alimentar como para ser desprestigiados en lo mínimo por mi culpa.
Puse los platos en la bandeja y nuestras miradas se encontraron cuando giró para tomarla, nuevamente unos ojos penetrantes color azabache me abordaron, mientras que la respiración se me entrecortaba no podía dejar de detallar ese rostro parte por parte.
—Diego. —Exclamé sorprendida.
—Señorita, Sofía. —Asintió con verguenza.
¿Cuál es el empeño de esta gente en decirme señorita?
—¿Qué haces aquí? —Luego de formular la pregunta supe que fue muy estúpida, era obvio.
—Trabajo, señorita. —Torció su gesto y se levantó del suelo dejando la bandeja en la mesa.
¿Qué?
—Por favor, no me digas señorita. —Pedí.
—Está bien, Ángel. —Susurró.
Algo en mi se movió al escuchar eso y más por el hecho de la voz que lo decía, algo en eso se me hacía familiar pero no era capaz de recordar por qué. Él miró por todo el lugar, asegurándose de que nadie estuviera entrometiéndose en nuestra "conversación" y se mordió el labio con duda observando al ultimo par de mesoneros desaparecer con María, tomó mi mano y me levantó llevándome hasta el pasillo.
No podía controlar mis pensamientos y mucho menos lo que sentía, Diego parecía conocerme pero yo no a él, y es que con el simple hecho de mirarme como lo hace ya me hacia sentir que podía confiar. ¿Cómo puede alguien confiar solo en la mirada? ¿Y por qué?
—Hola —Sonrió ampliamente.
—Hola.
—Dios, me van a despedir por tu culpa. —Se puso las manos en la cara en señal de verguenza, sin dejar de sonreír.
¿Y esto a que va?
—En verdad lamento lo que sucedió, hablaré de esto con tus jefes si es necesario. —No sabía que más decir, no quería darle problemas, mucho menos con este tipo de personas.
—Tranquila, no me importa que me despidan. —Tomó mi mano y como la primera vez, depositó un beso en ella, presionándola suavemente.
¿De dónde salió este hombre? ¿Como puede ser tan amable y atrevido al mismo tiempo? Maldita ley de atracción.
—¿Saliste de un sueño? —Dije inconscientemente.
Él rió y volvió a besar mi mano.
—Creo que siempre que me necesites voy a aparecer, Sofía. —Dio un paso adelante y esta vez solo unos centímetros distanciaban nuestros labios. Sentí su respiración y la mía encontrarse, mientras que una adrenalina descomunal recorría mi cuerpo.
No sabía qué hacer, mi cerebro parecía haberse apagado, tanto que ni mi habla, ni mi cuerpo reaccionaban. No entendía como ese hombre y a la vez un completo desconocido podía hacerme sentir de aquella manera.
¿Quién era?
—Si... —Acarició mi mejilla, sus ojos seguían controlando los míos y eso me gustaba, no tenía intenciones de impedirle algo, él sabia perfectamente cómo hacerlo y que estaba ocasionando en mí en ese momento, así que no pude evitar esperar a que me besara.
Sin embargo, no lo hizo.
—Me muero por besarte. —Dijo en voz baja muy cerca de mis labios, como si hubiera estado leyendo mis pensamientos.
Bajé la cabeza y tomé de nuevo mi posición erguida. —Por cierto, te ves preciosa. —Sonrió dando un paso hacia atrás y mirando el vestido.
Mi piel estaba total y rotundamente erizada, y quizás yo lo había entendido mal pero si él quería besarme y tenia la oportunidad, esto se iba a volver un juego. Intenté recuperar mi compostura, incluso quedándome con las ganas de besarlo, solo reí como colegiala y le correspondí el cumplido.
—Gracias, lindo moño de mesonero.
María se asomó por el cristal de la puerta que separa la cocina con el pasillo y sonrió. —Creí decirte que el muñeco de torta te espera afuera.
—Será una larga noche. —Protesté sin dejar de mirar a Diego. —Supongo que te veré por ahí.
Él sonrió ampliamente. —A penas empieza, Ángel. —Se acercó y besó la comisura de mis labios. Me sonrojé inmediatamente mientras lo veía adentrarse a la cocina, sentía la cara caliente y roja por ese gesto.
Me besarás o te besaré esta noche.
Narra Diego:
Dejé a Sofía en el pasillo aunque no quería, se veía increíblemente hermosa y ese vestido le hacía toda la justicia del mundo. Ella era lo único que me mantenía despierto y alerta todos los días, por ambos quería y debía hacer justicia, pero viendo el peligro que estaba corriendo en esta casa, debía hacer algo lo más pronto posible.
Meterme en casa de los Asher no fue fácil y fue una de las cosas más arriesgadas que he hecho, si alguien llegaba a darse cuenta que el disfraz de mesonero no me quedaba, probablemente me metería en problemas, pero necesitaba volver a verla, necesitaba tenerla cerca ahora que por fin volví a encontrarla.
—Esa chica, Sofía... —Quise sacarle algún tipo de información a María, pero no sabía específicamente que preguntar. Ella debía conocerla lo suficiente.
—Aún es menor de edad. —Dijo con picardía.
—Es muy hermosa.
—Lo es y una gran persona también, pero está sufriendo mucho. Sus padres la enviaron a la ciudad por su cuenta, pero sé que ella no es feliz aquí, no encaja. —La cara de María cayó.
¿Sentía compasión o lastima por ella?
—No lo merece.
—Rezo para que eso también se le olvide. —Murmura como si yo supiera de lo que habla. —Sofía tuvo un accidente con su primo Simón hace unos meses, ha sufrido de amnesia desde ese entonces, hay cosas que ha olvidado o no ha podido procesar como quiere. —Explicó.
—¿Que sucedió?
—Él la golpeó estando borracho y al quedar inconsciente el golpe que llevó contra el suelo le ocasionó un fuerte daño.
Una oleada de furia recorrió mi cuerpo, miré por la ventana de la cocina; Visualicé a Sofía al lado de un hombre robusto y de cabello rubio, el mismo que la dejó sola en la fiesta, un completo imbécil.
Por eso no me recuerda.
—¿Donde está su primo ahora?
—Huyó. —Se limitó a responder.
—¿Por qué?
—Porque eso no fue lo único que le hizo a Sofía.
No me contuve, me daba rabia seguir viéndola a su lado, no poder cuidarla de esa familia de mierda. Salí de la cocina y caminé por la casa; Muchas fotos de la familia Asher adornaban las paredes de la gran sala: Los señores Asher, su hija mayor, el menor y ella.
No paré de rebuscarla en las fotos, la rigidez de su cuerpo, obligada a posar y a mantener la postura. Una parte de mí se sentía satisfecha de haberla sacado de ese aire arrogante que la obligan a respirar, al menos por un momento, pero no era suficiente.
El recuerdo de nosotros muy juntos riendo y bailando la noche anterior como si nos conociéramos de toda la vida me envuelve, siendo consciente de que aún para ella somos completos extraños.
Si tan solo supiera que mi vida ha dependido solo de ella estos últimos años.
—¡No me importa lo que tengas que hacer!
Escuché un grito detrás del ventanal, un hombre de traje gris caminaba de un lado a otro hablando por tlfn, se veía furioso pero no conseguía verle la cara.
—¡Esta misma noche hay que sacar a Sofía de aquí! ¿Y cómo hago si el muñeco de torta se está dando lujos en la fiesta? —Se paso la mano por el cabello con frustración. —Va a jugar ¿Lo entiendes? Quiere montar su teatro antes de poder sedarla.
¿Qué?
—No sé, supongo que planea violarla o algo así ¿Importa? Nos pidieron entregarla en la madrugada y es todo, me da igual lo que el quiera hacerle.
Estaba a punto de explotar, abrí la puerta de cristal y me dispuse a caminar a hacia donde quien quiera que fuese ese maldito y matarlo a golpes, pero me detuve en seco cuando otros cuatro hombres de traje lo abordaron.
La matarán.
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De acuerdo a la Biblia, ¿Son todas las religiones iguales?
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