Los dos hijos del príncipe tenian una mueca de asco cuando llegaron al castillo. Los extensos jardines lucian años de abandono. No era tan majestuso como lo describían las leyendas y cuentos que les contaba la nana antes de dormir.
El príncipe fue a recorrer los jardines en compañía de sus sirvientes, le acompañaba un letrado que tenia la carta poder donde lo nombraban administrador. El Castillo era de la comarca vecina, ahora totalmente arruinada económicamente.

Los niños entraron al castillo, no querían aburrirse con esas charlas de negocios que nunca entendían. Su padre les dijo que recorrieran con cuidado los pasillos. Adentro solo encontraron paredes manchadas y pisos sucios. No estaban contentos del futuro hogar.

Parecía la guarida de un miserable y no un castillo digno de herederos de la corona. Mientras mas caminaban, mayor era la decepcion. Recordaron las historias que escuchaban sobre lo que fue ese inmenso palacio, el cual albergo en el pasado, las familias más selectos de todo el reino. Heroicos caballeros, artistas y reyes de diversas partes del mundo, fueron huéspedes de tan renombrado lugar.

Tropezaron con una pila de espoadas de mader, usadas para entrenar a los príncipes de lejanas tierras. Agarrarton las espadas y comenzaron a jugar. Soñaban con aprender todas las artes de batalla y conquistar pueblos enteros. El mayor cayó derrotado ante su hermano pequeño. Ambos escucharon una risa que provenía de una mesa ubicada en el centro. Disimuladamente se fueron acercando. ..

Un diminuto hombre salió corriendo, estaba oculto debajo del meson y ahora se dirigía hacia el pasillo principal. Los niños eran agiles, con las espadas de madera lo sometieron. El enano lloraba pidiendo clemencia, no queiria que lo asesinaran. Los pequeños principitos le dijeron que se calmara, no lo entregarían a los guardias que escoltaban a su padre, pero debía decirles quien era y que hacia allí. Ellos eran los nuevos dueños del castillo.

El enano les conto su historia, se llamaba Setpino y en su tiempo fue el bufon principal del Rey Francisco, amo y señor del castillo mas delumbrantes de todo el continente. Les confirmo que ese sitio era el centro de atención de los demás reinos. Todo el mundo queria al antiguo Rey y por varias décadas vivieron en un paraiso. Pero todo se desborono cuando el monarca, sintiéndose aburrido de sus labores, decidió nombrar a un sirviente, administrador del palacio. Ese sirviente, era un nefasto hombre proveniente de un lugar desconocido, le decían el oscuro. Vivia para alabar al Rey. Algunos decían que estaba enamorado. Fue asi como se hizo cargo de todos los asuntos del reino y comenzó la debacle. La amabilidad desapareció, todo era peleas y rencillas. Por sus caprichos fueron expulsados gente valiosa de la corte. El castillo fue perdiendo el espíritu de libertad y armonia. Cuando ya nada era posible que arreglara la situacion, los nobles abandonaron la corte y otros reyes los aceptaron en su entorno. El malvado sirviente oscuro y el rey quedaron solos en medio de las ruinas.

Los niños escucharon sorprendidos todo el relato. Ahora entendían porque el castillo estaba destruido. En ese momento escucharon los las armaduras de los guardias. Su padre los mando a buscar, queria que los acompañara al lago que se encontraba dentro de las tierras. Le prometieron al enano que no dierian que estaba viviendo en ese lugar. Pero ellos serian los nuevos dueños y después que restauraran el palacio, le solicitarían a su padre que lo contrataran, querían que continuara contando las asombroosas historias que ocurrieron dentro de esas paredes. El hombrecito estaba feliz con el acuerdo.

Antes de caer la noche, el príncipe regreso a su carruaje acompañado de sus dos herederos. Desde la ventana de la torre más alta del castillo, el enano observaba como se alejaban los niños que un dia seran reyes. Y alos tenía en su bolsillo. Cuando se muden al castillo, se encargaría de manipularlos para su beneficio. Porque el enano feo y aparentemente inofensivo, era en realidad Setpino el Oscuro, antiguo sirviente que gobernaba el castillo a su antojo, hasta dejarlo totalmente en ruinas.