¿Cuántas sílabas son? || Problemas al contar en poesía
La música y la poesía han tenido toda la vida una estrecha conexión y en ambas aplican muchos elementos comunes que las caracterizan, que las definen. Sin embargo, no pretendo en esta publicación analizar dicha relación, solo quiero resaltar un par de características que las unen.
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Uno de los elementos que es fundamental en ambas disciplinas es el ritmo, el cual viene marcado en ambas por los acentos. Una poesía, independientemente de su estilo, de sus características particulares, tendrá una musicalidad que viene marcada por ese ritmo. Y es este, precisamente, uno de los aspectos que lo convierte en poesía.
Al igual que en la música existe la métrica, que te indica cuántas corcheas o negras entran en cada compás (las conocidas notaciones de 4/4, 6/8, 3/4, etc.), también la poesía tiene la suya y te indica cuántas sílabas métricas entran en cada línea.
Más allá del tipo de poesía que uno prefiera (me refiero a la ya larga discusión sobre poesía rimada versus poesía de verso libre), conocer las reglas que dominan la primera y dominarlas, es cuestión de cultura básica y elemental para cualquiera que quiera adentrarse en el oficio. Lo contrario sería pretender un absurdo igual al de que estudiar teoría y solfeo, te va a perjudicar o va a limitar tu capacidad creativa en la música.
Pero son muchos más los que se dedican a la poesía de manera empírica, que los que lo hacen en el campo musical, pues esta segunda requiere una dedicación obligatoria, particularmente si tu objetivo es tocar un instrumento. Mientras que en general, cualquiera que sepa escribir, puedo hacer el intento de escribir un poema.
Sin duda, una de los puntos de traba con que se encuentra el aventurado poeta, es la métrica, pues su concepto teórico es amplio y complejo (como cualquier tema en el que uno profundice). Pero al igual que el aventurado músico que aprende a tocar una guitarra sin conocimientos teóricos, también en la poesía es posible desarrollar “el oído musical”, es decir, es posible sentir la métrica, porque en definitiva, esas “leyes” que rigen la métrica son tomadas de la vida misma, del hablar de las personas, de la musicalidad natural de cada idioma.
Recuerdo que la actriz española Mari Paz Ballesteros decía que le encantaba como hablaba el venezolano, porque este lo hacía en octosílabos. Es con la percepción de estos “ritmos” que se crean las bases que posteriormente pasan a regir la poesía.
Es así como, por ejemplo, el musicólogo venezolano Luis Felipe Ramón y Rivera, detectó en el sur del Lago de Maracaibo una forma musical que usaba en los versos una distribución propia de la música conocida como gaita de tambora, que consistía en una estrofa de cinco versos (entiéndase verso por línea) en el que el primero, tercero y quinto son heptasílabas (de 5 sílabas métricas) y el segundo y cuarto, octosílabos (es decir, de ocho). Si quieres ver un ejemplo, puedes leer mi poema Magia vital, que forma parte de mi poemario De la vida, la pasión y de la muerte.
Sin la teoría, vemos como muchos campesinos, pescadores, gente de pueblo, son capaces de crear (muchas veces improvisando) complejas rimas con métricas difíciles y extensas. Son aquellos que han desarrollado lo que más arriba llamé el “oído musical”, es decir, que captaron y entendieron la sensación rítmica de cada uno de los géneros en que hacen sus versos.
Pero el punto se pone complicado cuando en novel autor intenta combinar la teoría y la práctica y
al tratar de analizar estos versos sin entender bien las “reglas”, se enreda la cuestión.
Por eso aprovecho hoy para traer a la memoria (porque con toda seguridad esto lo vimos en la escuela, en una de esas clases que quizá nos fastidiaban en aquella época) uno de los aspectos más elementales a la hora de hacer nuestro conteo de sílabas métricas, que sin duda, son una de esas “piedras en el zapato” a la hora de escribir o analizar un texto poético.
Cuando hablamos de “sílaba métrica” ya dejamos por sentado que no se trata de “sílaba” (también llamada sílaba fonológica o gramatical), pues para eso le estamos agregando un apellido específico a la expresión. rafabvr
Cuando hablamos de la segunda, estamos dejando claro que se trata de la se-pa-ra-ción-de-ca-da-u-na-de-la sí-la-bas. Tal como tantas veces tuvimos que separarlas en dictados escolares.
Aunque es de allí mismo de donde nace la sílaba métrica, esta segunda forma permite lo que se llama “licencias poéticas”. Quiere decir que aplicando determinados recursos y sobre todo partiendo “de la sonoridad” o “musicalidad” del habla, vamos a contar las sílabas de otra manera.
Los recursos más comunes son:
Término | Explicación | Ejemplo |
---|---|---|
La sinalefa | Es la que se da entre dos palabras diferentes, en la que la primera termina en vocal y con vocal empieza la segunda. La unión de esos dos sonidos, la convierten en una sola sílaba métrica | Exijo u na explicación |
Sinéresis | En esta se unen dos sílabas que formen un hiato, para convertirla en una sola. | Creador, Caera |
Diéresis | Cumple la función contraria y convierte un diptongo en dos sílabas y debe ser indicado con el signo. | Rüido, Süave |
Hiato | Es donde rompemos la sinalefa arriba mencionada y separamos conscientemente dos palabras | Sé / hasta donde, Nuestra / alma |
Hay más licencias poéticas, como para un trabajo separado, aunque algunas ya han caído en desuso o son muy poco frecuentes. Si te interesa el tema, puedes buscar información sobre Escansión en poesía, que es el procedimiento para analizar la poesía desde el punto de vista estructural, su separación en sílabas métricas, etc.
Una vez definido este aspecto, pasamos al otro factor que va a cambiar el conteo de nuestras sílabas métricas: la ley de los acentos finales.
Aunque la mayoría de las palabras en español son graves, es decir su acento recae sobre la penúltima vocal, también existen las otras alternativas: agudas, esdrújulas y sobresdrújulas.
Los versos que terminan en palabras graves son los que se cuentas, de “manera normal”. Es decir, contamos la cantidad de sílabas métricas, según los principios vistos más arriba, y ese es su número.
Uno bajado del cielo (Un-o-ba-ja-do-del-cie-lo) = 8
En el caso de las palabras agudas, donde el acento recae sobre la última sílaba, o si termina en una palabra monosílaba, se suma una,
Una melodía genial (U-na-me-lo-día-ge-nial) = 7 y le sumamos uno por la acentuación. Por lo que queda en 8.
Cuando la última palabra es esdrújula, es decir su acento recae sobre la antepenúltima sílaba, restamos una.
Al vencer cualquier obstáculo (Al-ven-cer-cual-quier-obs-tá-cu-lo) = 9 y restamos uno, por lo que cuenta como 8.
En las palabras sobresdrújulas, la resta es de dos
Tras besarte románticamente (Tras-be-sar-te-ro-mán-ti-ca-men-te) = 10. Al restar 2, queda en 8.
Por lo que vimos en estos ejemplos, todos son versos octosílabos, pero el mismo principio rige para todos los tipos de verso.
El poeta venezolano Aquiles Nazoa, fue amante de los versos de arte menor y particularmente los de cinco sílabas métricas. Veamos el inicio de su poema Las Lombricitas.
Mientra se oía
desde una rosa
la deliciosa
marcha nupcial
que con sus notas
creaba un ambiente
completamente
matrimonial.Dos lombricitas
de edad temprana
cierta mañana
del mes de abril
solicitaron
en la pradera
al grillo, que era
jefe civil.
Por todas estas explicaciones, podemos entender que las sílabas, entendidas como gramaticales o fonológicas, no cumplen ningún papel en la poesía. Muchos versos parecieran no tener la “longitud correcta”, pero la forma más sencilla de verificarlo, es con la musicalidad (quizá a mi, por ser músico, me parezca una forma fácil, pero creo que aplica para cualquiera). Haz la lectura en voz alta, tal como uno habla, no dividiendo según la clásica división silábica, y cuenta a partir de allí cada unidad silábica (por llamarlo de otra manera).
Por ejemplo
de este hechizo empedernido
Uno no suele pronunciarlo de-es-te-he-chi-zo-em-pe-der-nido, lo cual suma 10 sílabas, sino que en el lenguaje común lo leemos como: des/te/chi/zoem/pe/der/ni/do, que es precisamente donde aplica la antes mencionada sinalefa. Si tomamos en cuenta, la ley de acentuación final, tenemos acá un verso octosílabo, al igual que en
al recordarte, mujer
Aplicar la división silábica gramatical, no concuerda con el método poético y por eso, muchas veces los noveles autores cometen errores en su poemas rimados, al usar una en lugar de la otra.
Descarga el poemario de @Ylich"De la vida, la pasión y de la muerte"¡Haz clic aquí! |
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