Mi madre al contarle a la doctora de lo que sufría en el oído, llamo a la jefe de la emergencia del hospital Ranuarez Balza de la ciudad de San Juan de Los Morros y le cometo mi caso y que por favor me atendiera por emergencia. Esta jefa de la emergencia hablo con una otorrino que estaba de guardia. La llamada era para decirme que tenía que ir inmediatamente a que me hicieran la consulta en el oído. Todos estos nombramientos de cargos médicos que hago tienen una razón de ser. Lo comprobaran mas adelante

Eran muy buenas noticias para mí. Por fin iba a poder a comenzar a resolver la infección en el oído que me aquejaba y con un especialista. Lo que me preocupaba era ir al hospital, por el área de emergencia, a que me atendieran. Con esto de la pandemia es allí donde primero llegan la mayoría de los infectados. Ya en la ciudad hay varios casos.

Rápidamente me cambie de vestimenta y con todas la previsiones salí rumbo al hospital. Diez minutos duro la caminata. El hospital central queda cerca de casa. Llegue al área de emergencia que estaba restringida, cuestión lógica, y me presente con los dueños del hospital. Ustedes se preguntaran ¿Los dueños del hospital? Si con los dueños.

Resulta que a pesar de que los hospitales en su mayoría son públicos. Los vigilantes en las entradas de los mismos son los dueños. Yo puedo entender que están allí para cumplir la función de vigilar y de no permitir la entrada de personas ajenas a los servicios médicos de emergencia. Pero la actitud que toman para llevar a cabo sus funciones son más parecidas a las del dueño de la casa que de un vigilante.

Le comente que estaba allí a pedido de la doctora otorrino que estaba de guardia que me haría una consulta de emergencia. No con muy buen ánimo entro hacia la zona de los doctores. Acto seguido salió diciendo que la doctora no estaba. Le di las gracias por haber ido a buscarla y le comente que esperaría en la entrada a que llegar. Su respuesta fie que no podía quedarme allí que debería esperarla en la carpa de espera habilitada por el ejército que estaba ubicada como a 200 metros de la entrada de la emergencia del hospital.

Ya vaticinaba, sin ser pesimista, que sería rudo la situación con la consulta. Me dirigí a donde me dijo el vigilante a esperar. Pasó una hora y volví a la entrada a donde estaban los vigilantes. La misma respuesta. De nuevo a la carpa de espera. Otra hora más y otra vez la misma situación. Hablar con el vigilante y la misma respuesta.

Volví a la carpa y tome la actitud de tener paciencia. Era yo el interesado. Allí espera por un buen tiempo. Ya era la una de la tarde y yo todavía esperando. Cansado de esto me puse de pie y volví a ir la entrada de la zona de emergencia del hospital. Estando allí hable con otro vigilante ya que el que estaba en la mañana estaba almorzando y estaba otro de relevo. Este me indico que entrara y buscara a la doctora yo mismo. Me dio las indicaciones hacia donde debería ir y eso hice.

Ya adentro busque donde me habían indicado y nada la doctora no aparecía. Pensé ¿Qué era lo más lógico que debía hacer? respuesta. Ir a donde estaban las enfermeras y preguntar por la doctora. Al llegar a donde estaba las enfermeras me atendió una que creo que paso toda la noche sin dormir igual que yo. Tenía un mal humos gigantesco. Me atendió a las patadas. Su respuesta a la pregunta de si sabía dónde estaba la doctora Paredes fue. NO LA CONOZCO SELOR. Y USTED NO PUEDE ESTAR POR ACA. Así que después de esa simpaticona respuesta que obtuve me salir del hospital.