Una imagen, una historia/ "Para morir de amor"
Imagen diseñada en PowerPoint/ Bitmoji/ F
Para morir de amor
En cuanto miró la fotografía, Leticia se acordó de Maxi Mendizábal, el argentino con el que vivió su primer romance cuando era una jovencísima estudiante universitaria. Se conocieron en París durante aquellos años en que todo latinoamericano que quisiese incursionar en alguna disciplina artística pensaba que era obligatorio radicarse en la capital de Francia. Coincidieron en las clases de Literatura Clásica y, desde un primer momento, se sintieron atraídos por sus comunes aspiraciones y, quizás, porque ambos se comunicaban en un íntimo español que los acercaba a sus lejanas tierras.
Imagen propuesta por el concurso/ F.
La costumbre de tomarse juntos un café cada noche, después que culminaban sus actividades en la universidad, se prolongó a lo largo de dos años intensos que transcurrieron entre interminables discusiones sobre todo lo que tuviese que ver con el arte y en amores desesperados que se desbocaban en la pequeña habitación que Maxi rentaba porque en la de ella no permitían la entrada de los hombres.
La idea del café surgió porque no era posible otra alternativa; su escuálido presupuesto de estudiantes extranjeros no les permitía complacerse con antojos que descalabraran sus estrictos planes financieros. Leticia, como siempre, para darle un giro optimista al hecho irremediable de que solo podían tomarse un café, ponderaba de manera frecuente las bondades de la tradicional bebida, trayendo a colación las extravagantes opiniones que había escuchado en Venezuela sobre aquella oscura infusión.
Maxi siempre, en un principio, se lo tomaba muy lentamente y ella entonces le aseguraba, con un acento recriminatorio en la voz, que el hombre que permitía que el café se le enfriara era un ser humano sin iniciativa, conformista, dispuesto a soportar estoicamente todas las adversidades que se le presentaran sin mover un dedo para superarlas; eso lo decía su abuelo, remataba luego Leticia, y debía tener razón porque era un hombre de ochenta años, alegre y tomador de café, al que jamás le había dado ni siquiera una gripe.
Pareja en la cafetería/ F.
En las incontables oportunidades en que Maxi Mendizábal alegaba que no le apetecía tomar café, a Leticia entonces le daba por disertar sobre las propiedades curativas de una buena taza de ese líquido humeante y aromático, de sus innegables virtudes para erradicar la depresión y propiciar la concentración y de cómo el café ha sido históricamente el acompañante de todos los grandes genios de la humanidad que, debido a su trabajo incansable, necesitaron a la mano una buena ración de esa maravillosa infusión.
Con el tiempo, Maxi se acostumbró a disfrutar del café con el mismo entusiasmo que desplegaba Leticia ante su taza y declararon, en uno de esos momentos de sentimental euforia, que era ese el símbolo de su amor porque había sido, desde el primer instante, el único acompañante, el cálido testigo de su eterna pasión.
De tanto recalcarlo, Mendizábal comenzó a sentir que la acidez estomacal que antes le producía el café había desaparecido, al igual que el insomnio y las continuas arcadas; ya su organismo se había puesto en consonancia con la felicidad del espíritu, pensaba con una ensoñadora complacencia.
Un día, de repente, recordó ella con la misma tristeza de siempre, Maxi Mendizábal desapareció y solo le dejó una nota con la encargada de la pensión donde se alojaba: “Me fui para Argentina -decía- el café me dañó severamente el hígado y debo someterme a tratamiento…” Más nunca lo volvió a ver porque a las dos semanas se marchó de este mundo. “Hay tantas maneras de morir por amor…” pensaba ahora Leticia con la foto en sus manos y dos lágrimas bajándole por las mejillas.
Invito a los amigos @yolvijrm y @mariami a participar en este concurso.
Es un poco triste que todo el que quiera estudiar arte tuviera que dejar su tierra sea de donde fuera. Desgraciadamente hoy en dia sigue siendo un poco así aunque ya ha cambiado un poco la cosa.
Bonita historia amigo, un saludo.
Sí, antes era cuesta arriba dedicarse a estudios de arte, sobre todo en la provincia. Ahora lo que complica el asunto es el tema económico. Gracias por sus palabras, amigo. Saludos.
Hola querido amigo, vaya, me dejas impactada con está historia, sin duda seria algo muy triste, creo que hay muchas maneras de divertirse y poder pasar un rato agradable con alguien. Por otro lado, considero que no podemos poner en riesgo nuestra salud solo por querer complacer a alguien más!!
Como siempre nos trajiste una historia muy buena y que siempre nos deja pensando. Saludos.
Hola, amiga. Gracias por sus palabras. La idea siempre es esa: buscar narrar una historia atrayente que sacuda al lector. Saludos...
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