Joven extra
De joven, ¿quién no era un loco lleno de fantasía? Los dibujos animados me los creía. Uno no puede entender lo diferentes que somos los humanos desde niños, y todos nos enseñan igual, y así no sirve.
Recuerdo que pasé de primer grado a segundo, y repetí segundo. Después pasé a tercero y lo repetí dos veces. El último tercero, una maestra se tomó el tiempo y me convertí en el mejor alumno. Al principio era rebelde, pero me ganó el corazón y pasé a cuarto. En cuarto me tocó una maestra con fama de mala, y era buenísima, así que pasé a quinto. Pero ya era más grande, así que me hicieron hacer cuarto y quinto, y abandoné la escuela. Por eso digo que somos tan distintos, solo dedicar tiempo. Los chicos son como una contraseña, se descubre y son enseñables.
¿Cómo se demuestra que todos vemos diferente todo? Me concentraba en cosas que no eran las más importantes, y mi imaginación era muy de ciencia ficción.
En el fondo, había un lugar tipo lavadero que no se usaba. Ahí hacía cosas eléctricas con 10 años, y en la escuela repetía. En los alrededores había naturaleza, y allí construía casitas de distintos materiales. En la escuela me ponían bajo disciplina.
Uno, al final, es un ser que hay que descubrir, y no es fácil para un niño entender, pero sí tiene cosas que demuestran su saber.
Un soñador no es querido, pero un no soñador sí.
Siempre seré un soñador y la vida la veré como que el milagro está ahí por llegarme.
No es tan mala la vida, ni aún mala.
Las personas vinimos a sufrir, aunque toda tu vida sea perfecta, también sufres.
Por eso creo que a la vida hay que llevarla de fantasía, y así no te tomas la vida tan cruda y exigente, que al final no son más que estigmas humanos, que tienes que tener o ser de este modo o aquel.
Haz tu vida como quieras, pero siempre Dios sea tu guía, porque no hay salida sin Dios, no hay lugar de paz. Siempre las cosas se agravan, y pedir a Dios su paz es el regalo más caro e invaluable que nos da gratis, solo pidiéndolo. Y después, cuéntame cómo, de repente, estás distraído y te olvidaste un momento del mal, y ya no te hace daño. Esa es la paz que ningún humano puede entender o explicar, solo pasa, y hay que dar gracias a Dios siempre.