El interrogador se puso de pie violentamente y acercándose a las barras de metal le hablo fuerte al futuro occiso. – Tienes que luchar, tienes que buscar la manera de evitar tu final. Una cosa es asumir los errores y otra dejar que te asesinen por algo que es ilógico –

Sentido, el hombre exhalo la cuarta bocanada del cigarrillo que fumaba. Manteniendo la postura y el tono que lo caracterizaba. Simplemente se limitó a responder.

– Lo intente. Créeme cuando te digo que no valió la pena. Mas tomando en cuenta que las masas apoyan a quienes tomaron la decisión. – El hombre aspiro otra bocanada del cigarrillo mientras veía fijamente a su vecino.

Exhalo el humo para seguir comentando – Es simple, defiendo mi postura. Hay que practicar lo que se predica, sino, uno se convierte en lo que critica – Al terminar endoso una gran sonrisa y con un gesto de sus manos y cabeza afirmó si creencia.

El vecino comprendía menos la situación. No aceptaba la tranquilidad de aquel ser que pronto abandonaría este plano terrenal. Se sentía muy molesto. Esto lo notaba el condenado a muerte al ver como las venas de sus sienes se brotaban.

De forma violenta comenzó a caminar por su celda. arrojaba la silla, tirando el colcho de su cama al suelo. Comenzó a rasgar las sabanas que cubría el mismo. Su malestar era cada vez más violento.

Violentamente se acercó de nuevo hacia los barrotes y con violencia le hablo a aquel ser. – Debes luchar, no puedes rendirte así de fácil – Un fuerte ruido desconcertó a aquel ser lleno de ira

Desde el fondo del pasillo donde se encontraban las celdas se escuchaba como las cerraduras de la gran puerta de metal que daba acceso al lugar eran movidas. Al estar abierta se escucharon pasos de varias personas que caminaban hacia las celdas.

De los 8 pares de pasos que se dirigían hacia los reos, un par destacaban por su diferencia de sonido. Al término de un instante, 4 hombres estaba en frente de la puerta de quien sería ejecutado.

Tres custodios de la prisión y un sacerdote era la comitiva recién llegada. – Un paso atrás – comento uno de los custodios. El reo apago el cigarrillo en el cenicero, se paró de su silla y camino hasta el fondo de la celda.

Acto seguido, el custodio abrió la puerta de la celda. La comitiva entro a la celda y dos de los guardias se dirigieron hacia el reo. Le indicaron con señas que colocara sus manos al frente. Colocaron una esposas sus muñecas.

Cada uno de los guardias lo tomo por un brazo y lo llevaron hasta la silla y lo sentaron. Uno de los custodios se agacho y le coloco una abrazadera en cada tobillo que se unían a un larga cadena.

Mientras todo esto pasaba, el clérigo leía algunos versículos de su Biblia. El vecino veía todo esto sentado en el jergón de la cama de su celda. Asombro, miedo, expectación, eran algunos de los sentimientos que lo embargaban.

El futuro occiso tenia dibujado en su rostro una mueca mientras escucha las palabras recitada por el representante del todo poderoso. Esto hizo que este se detuviera algo asombrado

• ¿Hijo, te causa gracia que santifique tu nombre y así quite tus pecados para que pueda entrar al paraíso? – Pregunto con tono bastante solemne y molesto el hombre de la sotana.

Sin cambiar la actitud que mostros antes y durante la visita de la comitiva respondió – ¿Usted cree padre que luego de vivir toda una vida bajo el libre albedrío, por estar cerca de mi final, me arrepentiré de algo? –

La respuesta sorprendió a los presentes. Esa sorpresa genero un ambiente hostil que hizo reaccionar a uno de los custodios que se abalanzo sobre el reo. Antes de poder tocarlo fue detenido por un compañero.

En la cara del condenado la sonrisa ocupo más espacio. – ¿Saben?, prefiero morir de pie, que vivir de rodillas. – Las palabras desconcertaron a la comitiva. El vecino entendió a lo que se refería aquel hombre que estaba a punto de morir.

El representante del creador solo atinó a decir una frase – Ósea, ¿que no buscaras el perdón de Dios? – El futuro occiso miro finamente al cura y solo le comento

– Dios siempre ha estado en mi corazón, en cada una de las diferentes acciones y pensamiento que he realizado durante toda mi vida. Así que no tengo porque buscar su perdón a través de usted. –

– Creo que la pregunta importante no es la que usted me acaba de hacer – le comento al cura quien se encontraba viéndolo fijamente a los ojos. – ¿Y cuál es la pregunta? Interrogo quien portaba el libro sagrado***

– ¿Vive Dios en sus corazones? – La pregunta agravo la tensa situación. El hombre fue puesto de pie bruscamente por los dos custodios que lo habían encadenado.

Acto seguido lo sacaron de la celda y lo colocaron en el centro del pasillo en dirección hacia la puerta de hierro. Cada brazo estaba tomado con firmeza por un custodio.

Delante de estos caminaba el sacerdote pronunciando palabras de algunos versículos del libro sagrado. Más adelante iba el tercer custodio quien repetía la misma frase cada vez que el sacerdote hacia un silencio.

– Hombre muerto caminando los Mil Seiscientos Nueve Metros del corredor de la muerte –

F I N

Esta historia está inspirada en la letra de la banda británica de Heavy Metal Iron Maiden titulado Hallowed be thy name, perteneciente a su tercer larga duración titulado The Number of the Best, del año 1982.