Pequeño Cuento de Arepas

Le pedí prestados doscientos bolívares a mi hermana Conchita, porque aquí no hay suficiente comida. Después que hice la transferencia de la cuenta de ella a mi cuenta, me di cuenta que me acababan de pagar la semana en mi trabajo de vigilante. Le dije a mi esposa, mientras ella estaba orando, que se acomodara para irnos al mercado.

Luego que ella terminó de orar, se asomó a la sala y me dijo:
--¿Y por qué no haces unas arepitas?

Me molesté un poquito, porque ella, media hora antes, le estaba preparando una arepa a mi hija Laura y yo le dije que me hiciera una a mí pero no me hizo nada, a mí que me parta un rayo...

Le dije que yo iba saliendo para el banco, para sacar efectivo y poder aprovechar las mejores ofertas en el mercado. Le reclamé que ella no hizo esas arepas temprano. Me dijo que a mí me quedaban mejores. Ese argumento no me convencía, pero me sacó un argumento más fuerte, que me hizo sentir culpable... Me dijo que yo me comí su arepa anoche.

Es raro que se haya dado cuenta porque ella se quedó dormida mientras comía, y yo le saqué media arepa que le quedaba y le dejé el plato vacío en la mano para que luego creyera que ella misma se la comió. No se comió ese cuento... Ya monté las arepas.

Editado

Para aclarar: Añadí un poco de drama al asunto, el chiste no era comerle la arepa, sólo escondérsela y ver su reacción cuando la buscara y no la hallara. Ella se despertó, la vi buscando y pensando, yo mirándola con cara de yo_no_ fui. Al final solté una carcajada y ella me dijo que tenía mucho sueño, que me comiera esa media arepa. Ésa es la verdad sin velo, no soy tan malo como quitarle la arepita a mi esposa en este lugar donde la comida escasea. Igual le hice las arepas en la mañana y ya compramos comida.

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Créditos del texto e imágenes: Amaponian Visitor (@amaponian)

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