SV-BUENAVIBRA N°30: Concurso "Mi motivo para despertar siempre".

Cada día es para muchos un desánimo, todos iguales, no hay diferencias. Esto hace que la vida pierda atractivo y parece que la cama se convierte en el mejor aliado para refugiarse. Pero siempre hay que encontrar razones para seguir adelante, una de ellas es mantener una normalidad y no ser alguien descuidado en apariencia, limpio y bien cuidado, ya que al no tener voluntad se descuidan aspectos básicos de la presentación personal.

Luego está el deseo de superación, ya que nunca estamos conformes. En vez de dejarme llevar por la desmotivación, uso esa inconformidad para levantarme, buscando por cielo y tierra cómo mejorar o encontrar maneras de vivir mejor, tanto económicamente como emocionalmente. Pero la razón más importante es Dios. Porque, cuando comprendes quién es Dios, tu vida toma un ritmo de constante crecimiento. Vas superando etapas, y llega un momento en el que tu capacidad mental, tus sentimientos y emociones logran un equilibrio soñado, de manera que nada puede sobresaltarte. La clave es el tipo de relación que tienes con Dios. ¿Cómo le hablo? La Biblia dice "con temor y temblor". ¿Cuánto le hablo? ¿Cuándo lo llamo? ¿Estoy con la casa limpia? Mi actitud debe ser humilde, busco su guía y no que me dé dinero. En definitiva, quiero que me enseñe sus caminos.

Dios es un ser que puede soportar el mal sin destruir a todos, un ser que es la suma de todo conocimiento, pero que espera que yo aprenda cosas básicas lentamente. Un Dios que al principio bajaba a hablar con Adán y le confió la eternidad al dejarle el árbol de la vida. Un Dios que no se rindió por nosotros, no abandonó la lucha. Si hubiera matado a Adán, nada de su propósito habría quedado, todo se habría perdido. Pero dijo: "No podré salvar a todos, pero sí a algunos". Entonces, alguien que hace todo eso por mí es una razón no solo para levantarme, sino para ser mejor cada día y devolver tanta grandeza, tanta pureza. Amar a Dios es pensar en Él, conocerlo, hablarle, vivir por Él y para Él. Hoy no lo vemos, no lo escuchamos, pero lo notamos por todos lados, y cada vez que nos salva, es una gracia cotidiana. Tanto por las cosas de las que me doy cuenta, como por aquellas que no. Uno podría pensar que Dios no está pendiente de cada uno de nosotros, pero está desesperado por sacarnos de la maldad, de la mentira, del fraude, y recuperarnos para Él, para hacernos brillar y devolvernos las ganas de vivir.

Dios no solo te levanta, también te lleva. Y la bendición no es solo mejorar la economía, la verdadera bendición es saber qué hacer para agradarle. Esa excelente conducta trae beneficios inmediatos, ya que todos notan la diferencia entre alguien que sirve a Dios y alguien que no.

Estas son mis apreciaciones de lo que realmente me motiva para vivir, no solo ahora, sino para siempre.