Las primeras veces que empecé a escribir, recuerdo que lo hice como una manera de tratar de plasmar en palabras las cosas que estaba sintiendo, lo hice en total libertad porque sabía que nadie lo iba a leer, era algo solo para mí, y ni siquiera era para leerlo después. El motivo era la necesidad de expresarme y como no sabía de qué manera, descubrí que podía hacerlo: escribiendo.

Digo esto porque hay muchas formas en las que nos podemos expresar, plasmando formas y colores en un lienzo, trazando bosquejos con un lápiz, incluso cantando, haciendo sonar un instrumento musical, hay tantas formas… Lo cierto es que la expresión surge por una necesidad interna que es más fuerte que la capacidad de reprimir el momento o dejarlo pasar. Quizá por eso quienes logran expresarse encuentran placer en hacerlo, el hecho de llevar al mundo visible lo invisible, es lo que hace un creador.

Y así como un dibujante no necesita ser un experto para dibujar, lo que si necesita es encontrar la manera de hacerlo en la que su deseo fluya…

Me llama mucho la atención algo que decía Picasso, todos nacemos siendo artistas, siendo únicos, con una expresión irrepetible, solo que al ir creciendo lo olvidamos… Todo niño hace dibujos únicos hasta los 6 años aproximadamente, la edad en la que entra en la escuela y le empiezan a enseñar que una persona no es una bolita con dos palitos, que los árboles no son azules, ni el mar amarillo…

Y si bien es cierto que todo arte tiene su técnica y su virtud, aquí me refiero es a ese deseo interno por la expresión pura.

No todos deseamos expresarnos escribiendo como he explicado, a algunos nos va a ir mejor pintando, haciendo música y de otras tantas maneras. Pero lo que quiero rescatar es que escribir es un acto que puede llegar a ser espontaneo a través de la práctica del pensamiento, del juntar ideas y palabras, del ser ocurrente, y, sobre todo, de perder el miedo a destapar lo que hay dentro, de perder el temor de pintar un árbol azul, como lo estas sintiendo…

La práctica de la escritura para mí es el arte de llevar a las palabras lo que imaginamos. Si queremos escribir más y mejor, solo hay que dejarnos fluir…

Es cierto que no escribimos como hablamos. En mi opinión, creo que escribimos como pensamos…

Cada día miles de pensamientos se posan en nuestra mente, algunos solo para pasar sin ser siquiera observados… Otros son recursivos, van y vienen una y otra vez. Algunos queremos retenerlos y otros soltarlos… Escribirlos… Escribirlos puede ser una manera de darles espacio para que estén a sus anchas.

Escribir puede hacer que una inquietud tome forma y sentido, que un deseo se transforme en un proyecto, que un dolor sea redimido, que un amor sea descubierto…

Escribiendo es que los artistas encuentran un camino… Así lo dice Julia Cameron, en su libro “El camino del artista”. Y ella no se refiere a escribir como lo haría un “escritor”, ella se refiere a la práctica diaria de escribir todo eso que te venga a la mente.

Escribir es más que una herramienta, es un estilo de vida.

Sin embargo, para llegar allí, es necesario hacerlo con la mayor simplicidad posible, sin más pretensiones que soltar las trabas del pensamiento… Para esto es necesaria la humildad, la valentía, perder el miedo a errar y a divagar. Porque escribir es como construir, es un poner y quitar ladrillos, armar y desarmar, pensar y deconstruir el pensamiento. Crear nuevas combinaciones de palabras, huir de los adjetivos e ir a lo directo, eso, si quieres que fluya…

Y tú me dirás, yo solo soy una persona que plasma palabras, sin pretensiones artísticas, sin muchos deseos, sin mucha magia… A ti te diría, tal vez no seas nada de eso, y eso incluso no importa. Creo que lo único que importa es que seas sincero.

La principal pieza clave para mí es que sepamos hacer el esfuerzo de traspasar a las letras lo que llevamos dentro.

Más nada funciona, porque si en la pintura funciona imitar los colores… Como en esa ironía que decía Oscar Wilde: “La naturaleza imita el arte”, dando al arte la cúspide… La escritura, en el arte, no imita a la vida real, sino que buscar transmitir la forma en la que se siente. La cúspide sería hacer sentir lo que no se había sentido… y de nuevo, se trata de traer a la realidad lo que está en el imaginario y transmitirlo.

Lo real, es lo que podemos percibir por nuestros sentidos, ver, oler, tocar, escuchar, saborear, todo esto es lo que finalmente queremos hallar al leer.

Y no me refiero con esto a “historias reales”, me refiero a historias, sean ficción o no, que se sientan reales.

Los seres humanos queremos sentir, queremos ser sorprendidos, maravillados, a veces, solo queremos ser calmados, consolados. Y eso solo es posible cuando nos sentimos conectados con lo que estamos mirando.

Entonces, es a través de la sinceridad, en el sentido de tratar de no imitar, que logramos expresarnos más genuinamente, utilizando nuestra propia voz al plasmar las palabras. Y en esto no importa la complejidad o la simpleza con la cual se haga.

Muchas gracias por leer y comentar.

_{Las foto es de mi autoría, editada en Canva.}

@inspiracion