Mi vida -en blog- tras trece años en andanzas digitales
Pese a que ya tuve algunas publicaciones en Steemit, nunca me presenté ante la comunidad. Eso acaba hoy. Me llamo David aunque en el mundillo digital me he dado a conocer como @dawarg, un nombre que de niño lo pensé para un trabajo de clases y que hasta ahora se ha convertido en mi cédula de identidad en las redes.
Aunque siendo adolescente frecuentaba centros de conexión en Venezuela y cybers para conectarme, mi vida en Internet comenzó oficialmente en enero de 2005. Ya había decidido estudiar Comunicación Social y fue en ese mes que comencé a escribir en un cutre blog sobre Maracaibo, tecnología y hasta de música.
Tenía unos seis subdominios y era extremadamente difícil para editar una imagen y hasta para escribir. Esos fueron los primeros pasos en códigos como HTML y gestores de contenido como el hoy desaparecido Serendipity (previo a Blogger y Wordpress).
Aun así era feliz. Podía escribir junto a una comunidad local que apenas se insertaba en los blogs. No existía Facebook, Twitter, ni siquiera el PIN de Blackberry. Era la buena edad dorada de los bloggers en el país.
Los buenos años de los blogs
Aquí nuestro principal contacto era To2Blogs, un emprendimiento venezolano que hacía de “timeline” con las principales actualizaciones de la llamada blogosfera. Se mostraba el título y las tres primeras líneas de las bitácoras. Al hacer clic llegábamos a estos espacios íntimos, llenos de tantas informaciones como de estupideces.
Luego comenzó la época de los “arroba” y de los nombres de usuarios en las distintas redes. Tocó llamar al apartado de Flickr “fotologger” y a los que incursionaban en Youtube “Vloggers”. De vez en cuando se colaba un MySpace.
Me dediqué para entonces, ya casi al final de mi carrera universitaria, en el blogging estudiantil.
Era un experimento llamado “No te eches el polo” (que en maracucho, es no hacer ese esfuerzo innecesario por algo) que no solo sirvió de cartelera de eventos entre estudiantes y profesores. También funcionó para tratar problemas de ese rincón hiperlocal e incluso para exponer mis prácticas periodísticas (con las que conseguí ganar premios de diferentes ONG e incluso, un trabajo en la Universidad del Zulia como Webmaster y de Community Manager del sitio Web de su radio).
Twitter después anidó con fuerza en Venezuela. Ya el Presidente de la República de turno había prometido abrir su cuenta y la movilidad mediante equipos telefónicos terminó de opacar en pocas frases lo que los blogs ofrecían. La época de los blogs acabó como la conocíamos.
Los últimos años en la universidad y ahora como blogger estudiantil los utilicé para el activismo digital. Allí participé en talleres y foros. También en cruzadas con las #InternetNoesLujo y #FreeMediaVe con las que se intentó llegar por primera vez a los Trending Topics mundiales de Twitter.
La resaca de la blogósfera
Yo me perdí luego en otros proyectos internacionales. En estos trabajaba como ghost writer bajo la promesa de dólares con pago bajo PayPal. No cultivé marcas ni nombres. Mi blog perdió el dominio y después de graduarme abandoné cualquier nexo con No te eches el polo.
Los encuentros de tuiteros eran más comunes que de los bloggers. Ya no había rastro de estos pero sí de expertos, de campesinos en Internet que mutaron y quedaron como “especialistas” o “expertos” en Social Media y áreas similares.
No fui ni al infierno ni al cielo en este apocalipsis 2.0. Me mantuve en un limbo que me arrastró hacia la gente de Radio Nederland Wereldomroep. Con ellos escribí por más de un año crónicas e historias. Recogí información de Facebook, de Twitter, de las camioneticas y de otros tipos de transporte público para compilárselos. Me premiaron. Me dieron más líneas para escribir.
Quise guardarlo todo pero decidí compartirlo. Así revivió mi blog, mi nombre Dawarg con otro formato y otro subdominio, el de Google. Los comentarios, el feedback, me incentivaron a crear contenido original, más ligero, y mostrarlo bajo nuevas líneas.
Luego se lo mostraba como práctica a mis estudiantes mientras estuve dando clases en las cátedras de redacción periodística y periodismo digital en LUZ (bajo la modalidad de becario) que tiempo más tarde me daría la metodología para realizar mis propios cursos y talleres de forma independiente.
Hoy mi trabajo como ghost writer sigue, acción que me ha ayudado a trabajar con gente interesante y que mantiene emprendimientos y acciones geniales en Internet. Eso lo alterno con talleres, clases e incluso, como trabajo en el área de las redes sociales.
Por ahora, pese a toda esta crisis, sigo en Venezuela. Busco aportar mi granito con conocimiento y experiencia en el área digital. Tengo la esperanza de que al visualizarse un cambio poder aportar mucho más y reconstruir en grande el país que tanto me ha dado.
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Yupps
Saludos desde Venezuela, bienvenido a esta nueva red social.
Gracias. Aquí estamos y seguimos