EL SILENCIO DE MI BARRIO
Confieso que siento amor por el silencio, ese silencio que proviene de la paz con uno mismo, de la felicidad, de la cercania al mundo de la naturaleza, de la quietud de las montañas, el silencio tumultuoso del mar insondable, el silencio de Dios.
Confieso que amo esos silencios, pero el silencio de mi barrio y el de otros tantos barrios de Buenos Aires no me evocan, muchas veces esos silencios.
Puedo decir, y asi lo afirmo que es silencio proveniente del miedo, del miedo insoportable que tiene la gente a la terrible inseguridad que estamos viviendo, es una quietud que nada tiene que ver con la quietud en un estado de paz y sosiego, tiene que ver con esconderse ante tanta muerte, asaltos , arrebatos, abuelitos empujados al piso para quitarles la magra jubilacion que llevan. Es que se han perdido todos los còdigos que tiempo atras los ladrones tenian y hoy no ya no tienen.
¿Que decir del exagerado silencio de mi barrio, y el de otros barrios de Buenos Aires? Seria bueno que cambiara, que se volviera a escuchar el griterio de los niños jugando felices a la pelota, sin miedo a que algùn malintencionado los secuestre o les haga daño, dejar de lado un poco la computadora y los videojuegos para correr al aire libre y disfrutar como hicimos los que hoy somos mayorcitos.
Pensemos un poco si nos gusta vivir en este tipo de silencio, pensemos en el derecho que tenemos todos a vivir en libertad.
Tal vez nos lleve años revertir este silencio, tal vez, si votamos bien, o por lo menos aprendamos de nuestras desgracias, podamos ser libres, tal cual lo dice nuestra Constituciòn Nacional. Tengo fe y creo que algún dìa asì serà, no se como, eso deberàn saberlo los que gobiernan, aunque a estas alturas ni ellos saben como hacer para terminar con esta delincuencia, y no me importan los motivos que tienen los delincuentes para serlo,-¡ no se admiten excusas !-yo pienso en las vìctimas de todo esto, pienso en los niños que no juegan en las calles, en los abuelitos empujados al piso y privados de sus derechos, en los miles de personas desaparecidas, en los asesinados para robarles el auto, y màs y mucho mas.
Confìo y espero... tal vez, que algùndìa, cuando estemos en silencio,serà el que nosotros elijamos: cuando la paz nos visite, rezando frente al mar, dando gracias a Dios por tanta majestuosidad y por habernos dado la vida.
muchas gracias!