Capítulo 1, Lágrimas rojas y sangre transparente.
Se tratan de leves relatos que espero disfruteis.
Sinopsis:
Anake es un joven estudiante, que escribe poemas para contar su vida.
Amor, drogas, desempleo y desesperación, debajo de una visión de la vida, totalmente
optimista.
I. "Una amistad salida de control"
Nunca fui bueno con las amistades, no era tampoco un gran social, inclusive el simple
hecho de hablar en publico o con mis amigos, me incomodaba de un modo que el silencio
parecía ser la única cosa real que he tenido en mucho tiempo, no eran las palabras, esas yo
las tenía perfectamente en mi cabeza, eran mis labios, que parecía que no sabían moverse
como si mi cerebro formará parte de otra cosa, de otro ser, pero soy yo, es siempre mi
cuerpo, callado, que se autocontrola a si mismo, aunque mi subconsciente no quisiera, lo
hacia de ante mano, y esto debía parar, o más bien, yo debía parar.
Era un soleado día de...¿Miércoles? De un día de la semana de un mes de un año. Lolita
había sido mi mejor amiga durante años, bueno, durante dos años a lo mucho, pero el
tiempo no es el caso, en realidad cuando uno hace amistades, o conoce a alguien, el tiempo
parece pasar de una manera tan extraña, es como que fuera a una velocidad anormal, que
no te das ni cuenta. Ella siempre había tenido y sido fiel a su pareja, hasta que viajó y se
fue, la había dejado totalmente sola, y fue entonces, cuando nuestros labios se unieron, era
un beso salado, no dulce, no era amor, era amistad que se salía de control, era una amistad
de venganza del sentimiento de soledad de haberle dado todo a alguien y que le hubiera
abandonado.
No es ella.
No soy yo.
No es su pareja.
Era algo más fuerte que el ser humano, era el rencor, era la tristeza, la soledad, como si
durante los cuatros ellos que estuvieron juntos, como pareja, solo quedaba un frío recuerdo
de lo que alguna vez fue. Estaba tan decepcionaba que se concentraba solo en los
recuerdos tristes para justificar su partida, pero esos no dolían, eran los recuerdos felices
los que se clavaban en ella como una espina en un corazón que deja de latir, que no sangra
y no era ella, no era su pareja y no era yo. Es el dolor, y por favor Lolita, nunca me olvides,
pero antes de volverme otro recuerdo que emerja en tu memoria y te cause dolor, yo
prefiero irme, y como otros y como tantos y como pocos, me llevo conmigo tu dolor y el mío
II. “Un narcisista y su amo.”
Creo que en todos sitios, tanto la escuela, el trabajo, la familia, hay alguien que es como un
líder, mientras que los otros deben seguir a lo que esta persona/lider dice, sin pensarlo, ya
sea por dinero, aprecio o amor, en esto surge Tamako, él era, en pocas palabras, el
encargado de ver que el resto trabajará bien, siempre se encargaba de ello, nosotros solo
debíamos trabajar y él nos miraba, por encima del hombro, por supuesto, y aquí todo bien,
es una buena persona, siempre amable y bueno, pero él no es el problema, lo es nuestro
jefe, él es el verdadero líder, quien paga, y Tamako trabaja para él. Como en cualquier sitio, a veces surgen peleas, y aquí vienen los problemas, Tamako es un narcisista, la única
persona que le importa más que su muerta madre, es él mismo, supongo que luego de ese
tipo de pérdida, decidió guardarse los sentimientos para el mismo, no digo que este malo,
ser egoísta en ocasiones, pero aquí surge la desdicha, ocultaba su dolor, su alegría y sus
otras emociones, por lo cual, la única persona que le conocía realmente, era él mismo, y
cuando esto ocurre, se tiende a sobreprotegerse, y por otro lado, esta nuestro jefe real,
quien se creía nuestro dueño, nos pagaba, sabía cosas de nosotros y nosotros nada de él,
entre él y Tamako, hay una mirada de odio, que nada lo corta. Les abraza el silencio cuando
están juntos, él que se cree dueño de los demás y Tamako, que quiere ser el único dueño
en su vida.
Era un invierno, eran las 15 pm, faltaban solo 20 minutos para irnos, y ahí estaban ambos
de pie, mirándose el uno al otro, de la cabeza hasta los pies, sus miradas se retaban, como
si hace tiempo hubieran empezado una batalla pero no supieran como pararla. Me levanté
de la mesa, entregando mi informe, como siempre hacía, se lo entregué primero a Tamako,
error, cuando el jefe me vio, me arrancó aquella hoja de las manos. Yo no dije nada, solo
agache la mirada, como si yo hubiera hecho algo malo, en el fondo del ser de Tamako,
reconoció mi sentimiento de tristeza y como lo ocultaba, la verdad por alguna razón, aquel
acto, me había afectado más de lo que parecía o de lo que debería.
— ¿Puedo ver la hoja?
Dijo Tamako, con un tono frío como el hielo, su mirada, no mostraba la misma dulzura de
siempre, porque él no estaba en esa situación, no era él, era su subconsciente triste,
deprimido, desolado de que nadie le preguntará como se sentía, aquella voz, aquel mirar,
aquel cuerpo, desprendía un aura de un dolor que no había sanado, porque uno mismo, no
puede curar su propio dolor.
Nuestro jefe por otra parte, negó con un tono de voz, bastante fuerte, dominante, empezaba la batalla, y yo solo podía quedarme a mirar.
— Tamako...no es necesario.
Murmure en un intento de paz, mi murmullo era casi inaudible, no sé ni porque lo dije,
claramente no lo pensé.
— Si te crees capaz, corrigelo.
Le dijo Tamako, con la voz que se quebraba, debí decirle que yo le apoyaba, darle un
abrazo donde llorar, pero no hice nada, solo cerré mis ojos sin más, como para evitar estar
ahí, pero ahora les oía con más claridad.
Nuestro jefe empezó a corregir aquel texto, escuchaba la pluma ir y venir, hasta que a mitad
del texto se detuvo, y Tamako, sonrió, pero su barbilla temblaba, entonces vi una escena
que no pensaba ver jamás. Tamako se sienta, en una de las muchas sillas, y corrige el
escrito, claramente, mucho mejor que nuestro jefe, él solo miraba aquel obrar tan natural,
empezaba a sudar, mientras traga su propia saliva, ¿Por qué Tamako estaba tan conmocionado por algo que se hacía a diario? Tamako le entregó aquella hoja, como
realmente se debía haber entregado, nuestro jefe solo asintió como la cabeza, tomando
asiento en la otra silla enfrente a Tamako, y pronunció las siguientes palabras, inclusive su
voz estaba quebradiza.
— Muy bien, hijo, tu madre estaría orgullosa.
El silencio ocurre en la sala, yo de pie en mis propios pensamientos y Tamako, reviviendo
una escena, que tal vez hace mucho pensaba que no volvería a sentir. Después de todo, lo
que se deja incompleto, vuelve.
III. “Impertinencia":
Pocas veces en la vida, de hecho creo que nunca había tenido la oportunidad de presenciar
un suicidio, es una cosa horrible, hasta el simple hecho de hablar de eso, causa una náusea
horrible en todos, hasta provoca una ansiedad sin igual, supongo que el tema de la muerte
sigue siendo tabú y más cuando es propia.
Benneth, era una joven, cabello moreno, ojos azules, 1.66 cm de alta, la conocí en la
escuela, en nuestro Instituto,estábamos ambos en la misma clase. Ella se sentaba
usualmente en las sillas del medio, a veces mi miraba se desviaba a verle, era muy
hermosa. Curiosamente no era una chica tímida, de hecho, al contrario, era bastante
popular, tenía pareja y amigos, tenía la supuesta vida perfecta, nadie lo esperaba, la
verdad, creo que ni si lo hubiera avisado, lo habríamos creído.
Ella se encontraba en su habitación, cuando sucedió, sus padres estaban abajo,
posiblemente retorciéndose en su dinero y en su propio ego, para hacer de caso de que su
hija la perfecta en realidad no tenía ningún tipo de sufrimiento. La madre Beth, era
engañada constantemente, y ella tal vez en un “ojo por ojo, diente por diente", se lo
devolvía, con todos los hombres que se le cruzaba, claramente, no se hablaba de ello, al
menos no con seriedad, se trataba como si fueran simples rumores.
Me pregunto inclusive ahora, que habría pensado ella, cuales podrían haber sido sus
últimas palabras, pero la verdad es que siendo la hija de una familia rica, sus últimas
palabras fueron bastante fáciles de saber.
Según cuentan, ella bajo a sus padre con un rifle, les miro a ambos a los ojos, y su madre,
pronunció.
— Tú no vas a morir.
A lo que ella, con una fría mirada, digo mirada fría porque todas sus emociones por un
momento parecían haber desaparecido en un lugar lejano, ya no era ella, era el dolor
consumido en una persona, era en otras personas, un cadáver andante.
Y ella dijo.
— No me dirás nunca más que hacer.
Y disparó.
Entre tantos rumores, os comparto esa historia, porque es curiosamente intrigante el
símbolo filosófico que tiene, y por si os preguntáis, los periodistas igual buscaron ese lado,
ya no se trataba de la vida de una hija sufrida sino del dolor de unos padres millonarios, ya
sabéis como acaba ese tipo de cosas.
IV. “llanto":
Creo que son pocas las veces en las que alguien puede decir que sufre verdadero dolor
ante una discusión, generalmente aunque pelees con alguien, siempre sientes deseo de
resolver, pero a veces ocurrían este tipo de peleas en donde te sentías totalmente
destrozado.
Todo había empezado porque había salido con unos amigos, y conocí a Shouta, es un
chico simpático, bastante, gracioso sobretodo, decidí entonces que sería buena idea de ir a
mi casa con él, ese día venía mi pareja de un largo viaje, él no molestaría ni nada, me
parecía un bonito gesto. Los presenté y todo bien, hasta aquí todo parece ir con calma, no
fue hasta más tarde cuando empezo a decir un montón de cosas, ¿El motivo? Que él no era
nada suyo y que entonces no le interesaba, yo le pedía que por favor dejará el tema, que
quería concentraros en nosotros, ella rechazó, sus palabras exactas fueron:
“Siempre te haces la víctima, siempre. Quieres ser siempre el protagonista, inclusive ahora,
que estás llorando, solo buscas atención, solo estoy diciendo la verdad y tú lloras.”
Lo peor del asunto, es que me lo creía, me sentía una víctima, una maldita escoria, un falso,
alguien que no debería existir. Me sentía mal por sentirme mal. Había empezado a llorar
porque de verdad quería pasar tiempo con ella, porque la había extrañado. Las lágrimas
rodaban por mis mejillas, mientras yo me sentía tan culpable, sentía tanta culpa, y al mismo
tiempo me sentía tan dañado por sus palabras, era como si sus palabras fueran un cuchillo
que estaban atraversando mi piel, y mi alma, y todo mi ser, no había forma de detenerlo,
inclusive si me hubiera pedido perdón, el cuchillo hubiera seguido escavando dentro mi ser,
la verdad es que; me está destrozando más que nunca. Quería parar y tratar de sentirme
mejor, en vez de eso seguía llorando. Los sentimientos no se iban, no sabía que hacer. Me
sentía desesperado por ayuda, pero la verdad es que, me sentía desesperado para que ella
se detuviera y dejará de decir eso, pero sabía que era demasiado tarde, cuando las
palabras se quedan impresas en tu corazón, no hay nada para borrarlas, y me quemaran
por dentro, por un par de días, meses o años, hasta que el dolor sea soportable.
Desearía haber acabado con mi vida en ese momento, porque sé que mañana me sentiré
igual o peor, porque ese tipo de marcas, el tiempo no las cura.
V. “Una pareja extraña":
En esta parte os hablaré de una pareja que conocí, Uriel y Tao, parecían ser la pareja
perfecta, Uriel era calmado, abierto de mente, simpático y demás, Tao, a diferencia, era
bromista, no era tan simpático ni tan cerrado como Uriel, era mucho más abierto; eran algo
así como un equilibrio. Uriel cerrado y Tao abierto, inclusive diríamos que eran la pareja
perfecta, almas gemelas, el uno para el otro, pero como su amor era de perfecto, también lo
eran las peleas.
Uriel tenía un único defecto que valía por miles, era egoísta, solo le importaba él mismo y
luego los demás. En las discusiones y peleas siempre hay un culpable, él nunca diría
directamente que era su culpa, no pidiera tampoco perdón de forma directa; y Tao tenía un
gran defecto, era orgulloso, no le gustaba que las cosas no fueran a su modo, si Uriel no
hacía lo que quería, su orgullo se sentía herido, entonces se ponía violento, y por
consecuencia atacaba.
Aquella vez, me encontraba yo en casa de Tao, él y Uriel habían empezado a pelear, ¿El
motivo? No lo sé, el clima ya estaba tenso cuando crucé aquella puerta, se supone que
iríamos a la piscina.
Me encontraba sentado en el sofá viéndolos discutir. Cuando de golpe, y sin señales de
atención, Uriel empezó a atacar a Tao, a gritarle, que siempre era su culpa, que él siempre
le culpaba, pareciese que años de doblar el brazo, estaban saliendo a la luz, por primera
vez; vi a Tao agachando la cabeza, no decía nada, no le replicaba nada, solo le decía que
parase, aquí notó algo extraño. Uriel había dañado su orgullo, pero no era eso lo que le
dolía; le dolía que fuera su pareja, el hombre que amaba el que le decía todas esas cosas,
en el tono de su voz se oía furia, en la de Tao, puro dolor. Las lágrimas no tardaron en salir,
de ambos ojos, recorriendo la totalidad de sus mejillas, solo pidiendo que parase. Pero Tao
no tuvo en cuenta, que Uriel no podía detener el dolor que él sentía, ni aunque hubiese
querido.
Luego de otorgarse miradas incómodas, Uriel suspiró, se acercó a Tao, no dijeron nada;
solo se miraron directamente a los ojos, y ahí se dijeron todo, que lo lamentaban y que se
amaban más que a nadie.
— Yo solo quería…
Pronunciaba Tao, en un susurro, mirando a los ojos de su pareja.
— Que me dijeras que me amas…
Se le quebraba la voz a veces. Yo no lo dudo, se aman, pero me pregunto inclusive ahora,
si el dolor y el amor, van de la mano, si para sentir la una; debes sentir la otra. La verdad es
que no lo sé con claridad, nadie me ha amado a mi y yo no he amado a nadie, supongo que
esa es la diferencia entre el amor y el dolor; el dolor es para todos pero el amor, solo para
aquellos que han sufrido lo suficiente.
VI.””Que depresión”:
Creo que todos hemos pasado por esas noches de absoluta oscuridad, en donde nada
parece brillar realmente, en donde nada existe, donde lo único que queda es un vacío
interior y un dolor en el rostro. El alma duele cuando aguantas el llanto, supongo que la
persona que lee estos relatos, debe pensar que sufro de algún tipo de trastornos, y tal vez
tenga razón, y tal vez no.
En este preciso momento, intentó recordar lo que solía hacerme feliz, para solo darme
cuenta, que habrán pasado meses tal vez, desde la última vez que dije ““soy feliz", he
escrito como mil cartas para despedirme de este mundo y ninguna me parece lo
suficientemente buena como para ser utilizada, inclusive para morir soy un problema. Las
cosas no cambian, la vida no está cambiando, y no sé qué hacer para que cambie,
presiento que no lo lograré, y es que si fuera un cambio estético, si fuera como cambiar
unos zapatos o una camisa, pero no es nada de eso. Debo cambiar mi alma, debo cambiar
quien soy, y es mucho más difícil. Todos pasamos este tipo de cosas, espero que quien lea
esto, resista y viva por ambos, o que vivamos juntos, ya no lo sé. Me daré una semana de
prueba, para ver si logro cambiar el dolor por amor, la amargura por dulzura.