Santa Ana de Coro.

Soy el último hombre sobre esta tierra,
conozco la dorada luz de mis días
y el sabor cobrizo de mis aguas,
la hora exacta en que emerge el sol de la arena
y el día del año en que la noche se torna fría,
bebí alguna vez sobre los restos de Tirso Salaverria
y camine desnudo en la noche sobre la piedras frías,
aquí una niña de la calle me compartió su comida
y leí como una letanía el poema Una de Lydda Franco Faria,
me quedé esperando en las bancas verdes personas que nunca volverían
he hice preguntas a los fantasmas sobre sus heridas en la retina,
nunca tuve el valor de drogarme por la certeza de ser de quienes no regresan,
besé a una lesbiana mientras lloraba en silencio
y después de amarla le dije que la olvidaría: cruel mentira,
en esta ciudad vi la fotografía de un niño que nunca nació,
escuche la voz de un hombre de 78 años que nunca envejeció,
dije sin lugar a dudas casi todas mis mentiras y solo algunas de mis verdades,
y hoy que hago inventario es bueno decir que aquí nací y aquí me muero.