La maravillosa experiencia de ser Abuelo

in #life4 years ago (edited)
Caminando por las calles de la ciudad en muchas ocasiones la gente me pregunta “¿es verdad que se quieren más a los nietos que a los hijos?

Para dar esta respuesta tenemos que interiorizar que el amor se manifiesta de diversas formas y en determinados momentos de nuestras vidas, lo cual nos estimula a dar lo mejor de nosotros mismos de una u otra manera sin esperar nada a cambio, porque hay más placer en dar que en recibir. Por otra parte, para que terceras personas puedan entender esta respuesta es necesario que me de un paseo por lo que ha sido mi experiencia como abuelo primerizo, experiencia que relato a continuación.

Era un nueve de septiembre del año 2016, cuando escuchamos el ring! Insistente del teléfono, al levantar la bocina nos encontramos con la noticia de un trabajo de parto adelantado en mi hija única y con ello el estrés de las múltiples diligencias en cuanto a logística para lograr un parto sin riesgos y con feliz término. Yo, a dos horas de camino en automóvil desde mi lugar de habitación hasta el centro de salud, donde contemplaría por primera vez la luz esta nueva y hermosa creación de Dios Padre Todopoderoso, mi nietecita bella.

Pasado el tiempo entre diligencias y preparativos, tomé un automóvil del servicio de transporte y me dirigí al lugar donde daría a luz mi hija, desde el preciso instante en que abordé la unidad, pasaron por mi mente muchas cosas durante el tiempo que duró el viaje, se presentaron en mi mente hermosos recuerdos de momentos compartidos en la niñez de mi hija y reflexionaba sobre cuán rápido habían pasado los años que en un abrir y cerrar de ojos me habían caído encima como un avalancha, hasta el punto que ya me estaba convirtiendo en abuelo, aunque la gente me decía que iba a ser un abuelo joven. También habían otros pensamientos de preocupación en cuanto a que todo saliera bien en el parto de la bebecita.

Así transcurrió mi viaje entre uno y otro pensamiento sin dejar de preocuparme por el estado de salud de mi hija. Al llegar a la clínica me conseguí en primera instancia con gente rígida en sus hábitos y pensamientos las cuales me obstaculizaron el paso para que yo pudiera ver a mi nietecita, me molesté en el momento, reaccioné y me dije a mi mismo que nada iba a empañar este momento hermoso y mágico que era el conocer a mi princesita bella, mi nietecita.

¿Cuántas veces nos conseguimos con situaciones y personas que nos rodean influenciando negativamente nuestro proceder? Ante estas circunstancias debemos mantenernos entusiastas, con actitud positiva ante la vida y como decimos los cristianos católicos “ser luz donde hay oscuridad” a pesar de circunstancias adversas. No es fácil, pero tampoco es algo que no se pueda aprender.

Ya solventado el impase en primera instancia logré reunirme con mis familiares, entre ellos mi esposa, mi hija y la nueva integrante de la familia , también con la noticia de que todo había salido bien gracias a Dios primeramente y al personal médico de la clínica quienes atendieron el parto. A diferencia del impase al momento de mi llegada a la clínica, en este momento me conseguí personas amables y serviciales las cuales me hicieron sentir una persona especial en un momento único, es importante resaltar cuán importante es el trato de una persona hacia otra, porque esto deja huellas importantes en la vida de los involucrados de una u otra manera. La idea es ser amables, cariñosos, amorosos y con actitudes positivas ante la vida para lograr un mundo próspero.

Finalmente, ya en la habitación me consigo con mi hija y su hermosa bebecita a un costado, una hermosa niña, le proporcioné la bendición a ambas como es la costumbre de toda persona cristiana católica, religión del cual soy creyente. Me acerqué y la bebé dormía …, al rato despertó! Era una hermosa bebe piel blanca y con unos ojos verde oliva en ese momento, ya que, con el tiempo y como es natural la pigmentación de los ojos suele tener ciertos cambios en los primeros meses de vida.

Ya de alta nos trasladamos mi hija, mi nietecita y demás familiares presentes al lugar de habitación de mi hija y allí compartimos esos primeros días con la alegría de la llegada de este nuevo ser y por la bendición de tan hermoso regalo!

Puedo decir que el encuentro con mi nietecita fue un amor a primera vista y nos compenetramos uno con el otro desde el primer momento. Cada vez que tomaba la niña entre mis brazos mi corazón latía aceleradamente de la emoción, como motor de automóvil funcionando con gasolina de alto octanaje, ese momento sólo era comparable con los primeros años de niñez de mi hija, la que en ese instante me daba el pasaporte para entrar al selecto club de los abuelos.

Así fueron pasando los días, meses, hasta que por motivos personales mi hija fijó su nueva residencia en ciudad donde habitamos su madre y yo, los orgullosos y emocionados abuelitos. Desde ese instante comencé a tener más contacto con mi nieta, esa niña y yo tenemos una súper conexión, tanto que ella al verme así fuese desde lejos se abalanzaba sobre mí y me extendía sus bracitos para que la tomara y la abrazara. Era el llamado de la sangre como dicen popularmente en mi País natal Venezuela.

Por motivos personales y la situación en mi País el Padre de la niña tuvo que emigrar a otro País en busca del bienestar, por lo cual mi hija toma la decisión de mudarse con su bebecita a mi lugar de habitación, esto dio un cambio trascendentalmente hermoso y positivo en mi vida ya que para el momento atravesaba por sentimientos encontrados y por los cuales me sentía en un vacío emocional, sentía que algo faltaba en mi vida y que me encontraba en una encrucijada. Desde ese momento sentí que Dios me había devuelto a mi hija, aunque realmente nunca me la había quitado y de paso me había dado el hermoso regalo que era el de tener a mi nietecita conmigo. Desde ese instante todo fue amor, alcahuetería y complicidad entre mi nietecita y yo.

Recuerdo que al partir su padre de viaje al exterior me juré a mí mismo que mientras Dios me preste la vida a mi bebecita (Mi Nieta) no le iba a faltar la figura de un padre y así lo he hecho fielmente hasta ahora.

Cada día que pasa la niña va adquiriendo más destrezas y me divierto mucho con ella bailándola, cantándole canciones infantiles que aprendí para entretenerla y verla sonreír, iniciándola por el camino del habla y de las letras, inculcándole valores, además le he ido adiestrando en el uso de las computadoras bajo mi supervisión, ya que soy profesor de informática en una institución educativa de la zona y ella es una niña con habilidades e con interés por el uso de las mismas.

También le enseño sobre los tiempos pasados, otras formas de vida, costumbres, lenguajes y sucesos asombrosos que he vivido en mi tiempo para que las valore y se identifique con ellas.

Cada segundo que comparto con ella, para mí, es un momento mágico, siento que el pecho se me hincha del más puro y sincero amor, me divierto mucho con ella siendo su compañerito de juego, contador de historias, transmisor de valores, su confidente, su cuidador, el vínculo afectivo que se ha formado entre ella y yo es único y especial. Como se dice en el argot popular “soy el alcahuete de mi nieta”.

Sé que algunos se preguntarán ¿Cuándo uno es Padre no experimenta las mismas cosas?

Les puedo decir que los sentimientos son los mismos y como les comenté al principio de este artículo, el amor se manifiesta de diversas formas y en determinados momentos de nuestras vidas. Lo que uno experimenta cuando sé es abuelo, difícilmente se experimenta cuando uno es Padre porque en ese momento nos centramos en ser muy responsables en cuanto a que no falte alimentación, vestido, calzado, educación, valores, buen ejemplo, nos invaden nuestros miedos y temores, las tensiones y las tomas de decisiones. En todo eso invertimos la mayoría de nuestro tiempo y muchas veces olvidamos esos momentos maravillosos que vivimos cuando éramos niños.

Cuando somos abuelos al mismo tiempo que envejecemos, también rejuvenecemos ya que, los nietos son los únicos que nos dan la oportunidad de ser niños otra vez, de ser consentidores, de ser guías y cuidadores.

Ser abuelos es disfrutar más con el corazón y mente nuestra vida, casi en forma desapercibida descubrimos que, lo que a nosotros nos hace felices a nuestros nietos también. Nos percatamos de que en el pasado nos empeñamos en distintas cosas, que hoy, con la perspectiva del tiempo, nos parecen muy pequeñas e insignificantes comparadas con la inmensidad de recuerdos y vivencias hermosas que nos ha regalado Dios y las experiencias de vida.

Ser abuelos es disfrutar, querer sin límites, ni fundamento, entregar amor en cantidades, sin juzgar, sin esperar retribución alguna. Y el amor por mi nieta es así, inconmensurable e inexplicable. Lo tengo claro: quiero pasar la mayor parte de tiempo con ella, llevarle a mil sitios, comprarle infinidad de juguetes, enseñarles muchas cosas, aprender con ella, y dejarle una huella positiva en cada momento de mi vida por este mundo.

Aunque nuestro entorno del día a día sea de mucho ruido, con trabajo duro, con problemas, con dolor, los momentos que compartimos con un nieto nos regalan mucha paz, mucha tranquilidad, mucho amor y positivismo para tener una visión más optimista de la vida.

Saquen sus propias conclusiones y obtendrán la respuesta a la pregunta inicial la cual es ¿es verdad que se quieren más a los nietos que a los hijos?.

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Fotografía tomada con mi cámara digital.