24.09.19

in #literatura5 years ago (edited)

Al oír el grito, se detuvieron. Habían salido al mediodía de la granja y ahora, al llegar a la choza, detrás de la maleza y los arboles que rodeaba el lugar, el cielo mostraba una sangrienta mancha. Se oía trinar unos pájaros en una rama cercana.
Kay, mudo de expectación, sostenía la escopeta a un costado y su mano derecha sobre el hombro de su hijo, reprimiendo sus escalofríos. Llevaban varios minutos quietos cuando se elevó otro grito desde el interior. El alarido asusto y ahuyento una bandada de aves parduscas. Todo volvió a quedar tranquilo.
Mátame, por favor, solo mátame. Ayúdame, por favor. Socorro.

Una voz desesperada inundo el claro.

El muchacho se tenso bajo la mano del padre. Intento huir. No, dijo Kay con voz ronca. Se alisto para entrar. Sostuvo el arma con fuerza.

La puerta se abrió. Se volvió a oír el grito desgarrado. A pesar de sus sesenta años y su físico imponente, Kay se estremeció. Vio a su hijo con las manos crispadas en la cabeza, tapándose los oídos. Después vio al policía que acababa de salir, boqueando, recostado de la puerta. Los gritos se espaciaban con regularidad, en algún tipo de pulsación que envolvía los árboles y el monte en derredor, dándole apariencia de ondas.

Kay se fijo en la clara desmejora en el aspecto del policía. Nada tenía que ver con el hombre que le había advertido meses atrás de la choza. Toda su vitalidad había desparecido. Mientras se sostenía con las manos en las rodillas y vomitaba, tenía más semejanza a un espantapájaros. Tenía el rostro demacrado y los ojos rojos en los bordes. Aun así, Kay agradeció haberlo encontrado. El policía no se reponía y, cuando por fin lo hizo, lo miro directamente. Kay trago saliva y respiro profundo.

Muchacho ¿tú me mataras verdad? Por favor, mátame ahora.

La voz cambio de tono y hablo calmada y tranquilamente. Kay la reconoció, pertenecía a un joven del pueblo. La tranquilidad en la entonación le causo un ligero espasmo. Se preguntó cuánto tendría que sufrir alguien para rogar como lo hacía hace un momento. La puerta volvió a abrirse, justo para ver a su hijo irse en arcadas convulsas que le estremecían todo el cuerpo.
Quiso preguntarle porque había entrado sin su autorización, pero el policía le hizo un gesto brusco.

— Debes entrar y decirme que lo que hay allí no está vivo—la choza dejo escapar otro grito—Eso no es humano. No es posible que este así y aun siga vivo. Óyele.

Kay intento decir algo y se ahogo. Asintió y asió la escopeta con determinación mientras subía los escalones y tiraba de la puerta.
— Señor Hans ¿no ve cómo estoy? por favor máteme, máteme señor Hans.
Se oyó quitar el seguro. Unas balas rodar. Una maldición al aire y se escuchó un sonido hueco. El aire se llenó de pólvora. De la choza salió un último grito.

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Fuente:https://pixabay.com/es/photos/caba%C3%B1a-de-troncos-casa-de-campo-casa-1886620/