Pues bien, teniendo presente esa máxima y dándome el permiso para orientar mi vida según el norte que ella plantea, quiero relatar lo que desde hace muchos años se ha convertido en mi pasión, donde intento darlo todo y mi mejor versión, lo que me hace vivir a plenitud, sentirme útil, contribuir con el crecimiento de los demás, servir con amor, disfrutar de cada momento, aprender, crecer como ser humano, desarrollar mi espiritualidad…

Sin más preámbulos, inicio el relato de mi pasión:

Comencé como loco, todos los días, a leerme los clasificados del Diario La Nación, y cada aviso que pintaba “pajaritos en el aire”, allá iba a parar. Fui a muchísimas entrevistas: paquetes turísticos, cursos de inglés, ventas de productos, barman… Y luego de las entrevistas quedaba desinflado, decepcionado y frustrado; porque una cosa era lo que decía el aviso y otra cosa era la realidad.

Después de un mes, entre ilusiones y decepciones, un día me encontré a un amigo y luego de una amena plática, me dijo:

• 👨 “Mi pana, te tengo un datazo, en el Colegio Pio XII, están buscando un profesor de música, y tú calificas para ese puesto”.
  Yo le respondí:
• 👳 “Por favor, yo no sirvo para profesor, no tengo ninguna experiencia”.
  Él replicó:
• 👨 “Primero, tú andas como loco buscando trabajo; y segundo, quien quita y te guste ser profesor”.
  La conversación terminó y en la noche comencé a recordar lo que me dijo mi amigo; y me dije:
• 👳 “Pues nada pierdo con ir a ese colegio y veremos qué pasa”.

Al otro día fui al colegio y me entrevisté con la directora; mi sorpresa fue que al final, terminé firmando un contrato de 14 horas semanales, por tres meses. Tiempo donde sería evaluado y si mi evaluación era excelente, me aumentarían las horas de clase. Les cuento que al terminar mis primeros tres meses, me aumentaron la carga horaria a 30 horas semanales.

Realmente, este es el inicio de mi gran pasión. Lo que inició por causalidad, en estos momentos es mi gran vocación, es mi razón de ser, de servir a la humanidad, mi espacio de aprendizaje y crecimiento.

En el colegio Pío XII de San Cristóbal, Estado Táchira-Venezuela, laboré dos años. Fue una experiencia maravillosa, de entrega total. Por ser el profesor de música, tuve la oportunidad de trabajar con todos los grados, tanto de primaria como de bachillerato. En esos dos años armé una coral, grupos de canto, actos culturales, concursos de talento… Amé a esos niños y jóvenes… Recuerdos que aún me hacen vibrar de emoción, cuando llegan sigilosamente a mi memoria.

En septiembre del año 1993, decidí mudarme a Maracaibo, Estado Zulia, Venezuela, porque quería estudiar en La Universidad del Zulia (LUZ) la carrera de Filosofía. Ya radicado en Maracaibo, las preguntas que rondaban mi cabeza eran: ¿De qué vas a vivir? ¿Qué vas a hacer? ¿Qué empresa te va a contratar?...

Luego de tres meses de ir y venir, de haberme gastado los pequeños ahorros que traía, de ilusiones y desencantos. Una compañera de la universidad me dijo que en el Barrio Sur América del Municipio San Francisco, estaban buscando un profesor, para que hiciera una suplencia en el tercer grado.

Al otro día, agarré un bus que se pasea por todo Maracaibo y después de horas y horas, llegué al Colegio “Nuestra Señora del Carmen”; y luego de la entrevista con la directiva del plantel, me dieron la suplencia.

De enero a julio de 1994 hice esa suplencia. Esos niños de tercer grado fueron fenomenales, aprendí de ellos muchísimo, cada día era una experiencia maravillosa.

A finales del mes de mayo del 94, la directora me dice que estaba encantada con mi desempeño y que quería que continuara trabajando en la institución; que la profesora titular del tercer grado se incorporaría para el nuevo año escolar y que había una vacante para que diera contabilidad a los alumnos de séptimo, octavo y noveno grados. Que si estaba interesado, esa vacante era mía.

Ese día llegué a mi residencia estresado y muy angustiado, porque yo de contabilidad sabía lo que en estos momentos se de aviones supersónicos, es decir, NADA.

En la noche me dije:

Al otro día, luego de llegar del trabajo, fui y me inscribí en un curso de Contabilidad, y cuando en octubre inicié el año escolar, ya tenía cuatro meses estudiando contabilidad, por lo tanto ya sabía dónde estaba parado.

Fui profesor de Contabilidad desde octubre 1994 hasta febrero del 2000. Un nuevo capítulo en mi vida de docente, una nueva experiencia enriquecedora y gratificante. Compartí en esos seis años con cientos de adolescentes. Con ellos sufrí, lloré, me reí, saboree el néctar del éxito, los orienté desde mis experiencias e intenté darles mi mejor versión.

En septiembre de 1999, la Universidad del Zulia me otorgó el título de Licenciado en Filosofía, un logro que me supo a gloria y que me hizo sentir en el pedestal más alto de los campeones de todos los tiempos; porque fui el mejor promedio de mi tanda -de un total de 180 graduandos-, y por lo tanto el orador de orden.

En noviembre del 99 la Universidad del Zulia publicó un concurso para la cátedra de Metodología de la Investigación, como yo cumplía con el perfil solicitado, decidí concursar y en febrero del 2000 me llamaron para informarme que había sido el ganador de dicho concurso.

Inmediatamente renuncié a mi trabajo como profesor de Contabilidad e inicié otro capítulo en mi vida: Profesor universitario. Cargo que desempeño hasta la actualidad.

Taller: El Docente Líder Transformador, a los docentes de la U.E. General Santiago Mariño

Han sido 18 años laborando en la universidad, años de aprendizaje en el campo de la docencia, investigación y extensión. Cada semestre ha sido una experiencia única, donde el aula de clase se transforma en un espacio de enseñanza-aprendizaje, donde se argumentan, se debaten y se desechan ideas, donde se le da preponderancia al crecimiento del SER, al desarrollo de la calidad humana.

La extensión universitaria, que es la actividad que los docentes universitarios realizan en las comunidades, me ha permitido ir a muchas instituciones públicas y privadas a dictar charlas, cursos y talleres a docentes, alumnos y representantes, todo con el propósito de contribuir en la transformación de cada uno de esas personas, para que construyan una vida de calidad, es decir, sana, feliz y abundante.

Contribuir al desarrollo del talento humano, desde la docencia, ha sido, es y será mi gran pasión, sin importar el sueldo de miseria que en estos momentos gana un docente en Venezuela. Estoy claro que una cosa es el rol del docente en la sociedad y otra cosa es el sueldo que gana.

El rol del docente en cualquier sociedad es formar las nuevas generaciones, en todos los ámbitos de la vida. Es una gran misión para cualquier hombre sobre la faz de la tierra. Por otro lado, el asunto del sueldo es un problema de reivindicación de derechos laborales, por ello en cada país el sueldo es diferente.

Son en total 26 años de labor docente, sembrando la semilla de los sueños, contribuyendo a pulir talentos, inspirando a las nuevas generaciones a construir realidades más humanas, donde se le dé cabida a los valores que promueven y desarrollan la vida de los demás y de nuestro hábitat…

He asumido mi paso por Steemit desde el rol de la docencia, para contribuir en la transformación de cada una de las personas que bondadosamente leen mis post, para sumar en su actividad reflexiva, cuestionamiento y accionar; que conlleve a la construcción de vidas de mayor calidad, es decir, sanas, armoniosas, felices y abundantes.

Han sido 26 años donde, a pesar de las adversidades, he vivido a plenitud, me he entregado con pasión, he crecido intelectual, emocional y espiritualmente, he aprendido a ser más humano… He sido abundantemente bendecido es esta labor que es mi pasión y por ello estoy eternamente agradecido con el Todopoderoso, con la Madre Naturaleza y con todas las personas que he tenido la dicha de darles clase.