los chihuahua también lloran
Hola, queridos, lectores, me llamo Darwin y hoy os traigo un poco de lectura de entretenimiento. He estado escribiendo una historia titulada "los chihuahua también lloran", os dejo la primera parte del primer capitulo. Es pero que os guste, si queréis dejar comentarios serán bien recibidos, que tengáis un buen día y luchad por vuestros sueño, no importa si nadie cree en vosotros seguid intentándolo con toda vuestra pasión hasta que algún día se haga realidad :)
Capítulo 1: No es pecado usar rexona
No sé por dónde podría empezar, esta es mi primera vez en esto, me siento un poco extraño porque nunca antes había hecho esto de escribir. Supongo que lo mejor es que me presente a mi mismo. Mi nombre es Eric y la tierra que me vio nacer es uno de los lugares más recónditos y calurosos de México. Aún no trabajo, y eso no es por propia voluntad ya que mi madre es la que no quiere que trabaje; ella siempre me dice que quiere que siga estudiando y que me continúe preparando la prueba de acceso a la universidad. En definitiva, ella quiere que estudie muy duro de lo mejor de mi para que sea alguien en la vida. Ya sabéis para una madre la salud y la educación de sus hijos son siempre lo que va en primer lugar dentro de su lista de prioridades. Estas cosas se anteponen cualquier otro hecho, cosa o persona. Están por encima de su esposo e incluso antes que ellas mismas.
La grandeza de todas las proezas que realizan las madres no sólo está presente en Méjico, sino que lo están de forma general por todo el mundo. Esto es algo que no siempre está demasiado bien valorado. Muchas veces la gente ve las acciones de la mayoría de las madres como algo repetitivo, algo habitual y corriente, pero en realidad esas acciones son muy importantes.
Yo creo que las madres desempeñan a lo largo de la vida un papel muy importante en la familia. Todo el poder que emanan las acciones obtenidas como el resultado de interpretar el papel que desarrolla la mujer como madre que cuida de sus hijos no pueden ser categorizadas ni por su sencillez, ni por su simplicidad. Esas son precisamente el tipo de cosas que muchos de nosotros pasamos por alto: ese cariño, ese consuelo, esa comprensión, esa preocupación, esa educación esos momentos en los que te toca recibir la regañina de tu vida, son momentos únicos e inolvidables que solo parecemos recordar cuando estamos lejos de ella o en momentos trágicos como en la muerte misma. Tendemos a pensar que el pasado siempre fue mejor que el presente incluso aunque no lo sea, eso en parte nos impide disfrutar plenamente del presente y del amor tanto fraternal como maternal.
Ya sabes lo que dicen, a veces no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. Yo sigo creyendo encarecidamente que tenemos que respetar mucha más a mujer. No deberíamos valorar en menor medida, todo lo que haga una madre por la familia ya que eso es algo digno de admiración y por supuesto de reconocimiento. Por mi parte yo le demuestro mi aprecio siempre que es posible le doy las gracias por todo lo que hace por mí, le digo que es la mejor madre que jamás he podido tener y le ayudo en todo lo pueda.
Existen muy pocos días para homenajear a todas las madres del mundo. Ser madre no solo consiste en ejercer como tal 2 o 3 días a la semana a lo largo de un año, más bien es un ejercicio de jornada completa implica los 360 días del año. Una madre nunca deja de ser madre, aunque sus hijos tengan pareja estable, se hayan casado y hayan tenido más hijos.
Hay una gran variedad de sociedades que coinciden en la definición de la mujer como una parte del sexo débil, incapaces de hacer determinadas cosas categorizadas como aquellas “cosas de hombre” “cosas solo para machos”. Tienden a dar les un trato distinto dentro de la sociedad, como si necesitasen obligatoriamente la figura de un hombre que cuidase de ellas. Parece como si se las colocase en un estado casi perpetuo de minoría de edad donde no fuesen capaces de hacer nada sin la figura de un hombre al lado.
Nada más lejos de la realidad, porque la supuesta debilidad de las mujeres no es más que un cuento chino. Una mujer es tan fuerte e incluso más que los hombres. Ellas pueden ser madres experimentan terribles dolores al dar a luz, son capataces de cuidar de sus hijos, educarlos, consolarlos, hacer todas las tareas de la casa, muchas veces sin quejarse el trabajo que hacen todos los días. Algunas de ellas no tienen esposo, ni novio, ni alguien que las apoye económicamente pese a todo consiguen salir a delante sin ayuda de nadie, como unas auténticas guerreras que luchan incansablemente por sus hijos y por ellos mismos.
En lo que a mi se refiere mi persona, soy de naturaleza morena, con ojos negros azabache, pelo negro y bajito. Aquí en mi pueblo la mayoría de chicos son bajitos, nos suelen llamar “chaparros” o “chihuahuas”. Al principio nos molestaba, porque nos llaman así para molestar nos, son unos cabritos y abusones. Muchas veces consiguen que nos encabronemos, les peguemos y los insultemos. Actualmente nos lo dicen tantas veces que ya casi no nos importa.
Es más cuando nos gritan ¡chihuahua, gírate, chihuahua! ¿qué hacemos? Nos giramos por impulso, para ver quién es ese pinche perro que va de gracioso. A estas alturas lo de “chihuahua” se ha convertido en nuestro nuevo nombre en nuestro apodo. No sólo nuestros amigos, sino también nuestros profesores de la escuela incluso los profesores del instituto que se supone que son más formales. Pero estos profesores nos tienen muchísima confianza, tanta que cuando la profesora de lengua castellana tenía algunas preguntas y nadie sabía cómo contestar, acababa por mirarnos a nosotros y decía lo siguiente: “¿club de los chihuahuas queréis contestar, por favor?”
Nosotros, seremos chaparritos e hiperactivos, pero en realidad nosotros somos muy listos, siempre contestamos de forma correcta a las preguntas de la profesora. Ella siempre dice: “muy bien club de los chihuahuas y los otros à ver si tomáis ejemplo de ellos y estudiáis más”.
Todas las mañanas sigo la misma rutina: sufrir el calor horrorosa de la mañana que intento suplir dándome una buena ducha antes de ir a estudiar. El sudor deprendiendo se por todo mi cuerpo es algo común sobre todo en el club de los chihuahuas mientras caminamos hacia el instituto. Somos como aquella versión pequeñita del eslogan de la marca de desodorante rexona, aquella que pasó de moda y que ya nadie recuerda. Nuestra afición por este producto viene determinada a partir de hechos de vital importancia que acontecieron hace más de un mes entre nuestros compañeros de clase y nuestro amigo Ernesto.
Ernesto tiene un padre llamado Juan que trabaja carnicero. Ernesto le ayuda todas las mañanas a poner en bolsas grandes la carne y restos de animales que no sirven para la venta al público. Estas sobras de la carnicería tienen un olor tan nauseabundo que incluso a mi, que estoy acostumbrado al olor de olores fuertes y desagradables me ha hecho vomitar más de una vez. Lo he podido comprobar por mi mismo ya que varias han sido las veces que me he quedado a dormir algunos fines de semana en la casa de Ernesto y por la mañana él y yo hemos ayudado a su padre a sacar las sobras de la carnicería.
Os lo juro que el primer día solo bastó con acercarme a los restos de carne y el olor me hizo vomitar durante 5 minutos seguidos, Ernesto me dijo que eso era algo normal al principio, el olor es muy fuerte, que si quería ir a esperarlo en la sala de su casa que no pasaba nada, Yo le dije que no, que solo necesitaba un poco de tiempo para acostumbrarme. Obviamente limpié mi propio vómito y luego los ayudé a sacar las sobras, pero esta vez me puse una camisa encima de la nariz para poder aguantar un poco más el olor. Tenía unas pintas de aquellos samuráis que salen en las películas de chinos o japoneses. Lo peor de todo no fue el olor, fue que el olor se quedó súper penetrado en mi ropa.
La cuestión del uso de rexona se dio porque un día justo antes de entrar a clase mientras caminábamos pudimos sentir el olor de esos restos de la basura de la carnicería. Era muy desagradable, y si además le sumamos el olor que deprendía su cuerpo debido al calor insoportable que hacía, eso era muy parecido al olor de una mofeta y carne podrida. Ernesto solo dijo que lo sentía pero que no se había dado una ducha como lo hacía todas las mañanas porque le habían cortado el suministro de agua
Nosotros intentamos comprenderlo y decir que aunque olía muy mal, nosotros podríamos invitarlo a ducharse en nuestras casas después de salir de clase. El aceptó y nos dio las gracias. Sin embargo, lo peor fue los chicos de la clase que no dejaron de mirarlo mal, de taparse la nariz y de ellos le dijo: “esto no es un criadero de cerdos, báñate que hueles a mierda Ernesto”. Se podía desde más un kilómetro la cara roja de vergüenza que tenía Ernesto, pobrecito.
Desde entonces el club de los chihuahuas decidió buscar una solución rápida y algo barata para el problema de Ernesto, bueno y también para todos porque todos apestamos cuando sudamos y francamente no creo que seas humano sino sudas con este calor infernal que hace en Méjico. El rexona fue la solución rápida, no calmara el calor de esos casi 30 grados, tampoco frena el sudor, pero nos permite frenar el mal olor.
Lo usamos todos porque los chihuahuas somos muy unidos y también limpios. Quiero aclarar que el rexona no es un sustituto de una buena ducha, pero es algo principal como un elemento de higiene. Afrontémoslo el sudor apesta da igual el lugar de origen o tu país de procedencias.
Aunque eso no sé si es del todo cierto porque hace tiempo leí en un artículo científico que los coreanos tenían una genética distinta a la de los mejicanos, europeos u otros latinoamericanos. El artículo decía que, por su naturaleza, en su genética estaba inscrita el sorprendente hecho de que el mal olor en ellos era mucho menos pronunciado cuando sudaban, ¡prácticamente no olían a nada! O lo que es lo mismo que ellos no deprenden tan mal olor como las otras razas de los otros países. ¡Incluso decía que no usaban desodorante! ¿Os lo imagináis?
Para los coreanos el desodorante es un producto de consumo de los extranjeros, de los turistas, algo ajeno y bastante extraño para ellos. Ya me gustaría a mi y a mi club de los chihuahuas tener esa genética de no desprender mal olor. Quiero recalcar que todos olemos mal cuando sudamos algunos más otros menos, pero no es un delito usar desodorante, y nosotros si lo hacemos. Esos coreanos son unos suertudos.
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