Ver para creer: Wild Wild Country, excelente documental de Netflix sobre el gurú Osho

in #osho7 years ago (edited)

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Un documental sobre el ascenso desproporcionado, inverosímil y real de Bhagwan Shree Rajneesh, más conocido como Osho, el gurú indio que movilizó a miles de personas en todo el mundo, llegando incluso a casi desplazar de un pequeño pueblo estadounidense a sus lugareños...

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Cuando se instalaron en Oregon, una localidad rural del estado de Waco que en ese entonces tenía apenas 40 habitantes, no sólo arribaron miles de seguidores vestidos todos iguales con sumos de imponerse sobre la cultura locataria. También montaron sus viviendas, un aeropuerto, shopping, una represa, tiendas, policías y hasta un banco propio.

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A inicios de los 80', esta comunidad internacional de seguidores de Osho instalada en tierras estadounidenses logró tener su propia ciudad, bautizada a prepo como Rajneeshpuram. Los locales no lo podían creer, ya no sabían qué hacer, casi explota una auténtica guerra civil.

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Desmitificando a su protagonista, en Wild Wild Country Osho termina apareciendo como el rostro del capitalismo. Un tipo que logró vender la espiritualidad y otras prácticas esenciales de la cultura oriental, como si se tratara de un producto más, acaparando una fortuna de obscenidades y una cantidad ridícula de Rolls Roys (y eso es lo de menos); gracias, en gran parte, a la colaboración casi dictatorial e incondicional de Shila, secretaria personal del gurú y personaje aparte, dispuesta a TODO con tal de conseguir la expansión de los sanniasins.

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Intercalando imágenes en movimiento desde adentro de la comunidad, testimonios de ex miembros, de los veteranos de Oregon, de Shila, así como abundante material de archivo de medios de comunicación de la época, Wild Wild Country relata una historia increíble, de esas que contadas cuesta creer.

Pero las imágenes hablan por sí solas y sus realizadores (Maclain Way y Chapman Way) no direccionan el relato, sino que van mostrando todas las partes y voces con un gran sentido de la dosificación para que el espectador reflexione por sí mismo.

Ni Osho ni sus seguidores, ni tampoco los habitantes del pueblo, quedan como una única cosa. No son malos contra buenos, bestias vs víctimas. El mundo es más complejo.

Por un lado, el poder (y peligro) que supone una cantidad de gente organizada bajo un mismo fin. Por el otro, las costumbres y conservadurismos encarnados en viejos residentes que se sienten amenazados en su diario vivir y que no alcanzan a comprender ni aceptar a esa horda de hippies hipnotizados que, de una día para otro, aterrizaron en sus tierras. 2 mundos humanos que no encuentrar una convivencia posible.

Increíblemente, el relato adquiere proporciones telenovelescas entre Osho y Shila, además de generarse una escándalo a nivel estatal y la revelación de una histórica conspiración que vale la pena ver por uno mísmo.

Compuesta de 6 capítulos de poco más de una hora, esta serie documental de Netflix fluye como una película de ficción o acción, aunque no haya escenas trepidantes de tiros y corridas.

Con un rigor de documentación e investigación superlativo, sus creadores van empastando muy variadas fuentes de información en una trama que pese a ser exhaustiva en testimonios y temáticas, en lugar de aburrir, entretiene y mucho.

Tráiler de Wild Wild Country

Uno no puede dejar de ver y a la vez, no puede creer que algo así haya pasado...

Y lo más lamentable e increíble es que han ocurrido otro montón de casos similares, por parte de los mismos perros con distinto collar.

Vendedores de humo que han reclutado a personas en estados de vulnerabilidad o supuesta fortaleza, seducidas por frases hermosas y reflexiones que en realidad no son de sus gurúes, sino un paquete digerido de filosofías de larga data.

Ciegos seguidores que creen descubrir la pólvora en prácticas y técnicas espirituales de oriente, que en realidad han sido importadas al contexto y locura de occidente como otro objeto de consumo más.