[ENG-SPN] Sanctuaries of the Way / Santuarios del Camino
It would be unfair to say goodbye to another year of rewarding adventures along those ancient and sometimes dusty roads of Magical Spain - which, fortunately and despite the ostracism to which it is subjected, still endures, refusing, with determination, to die - without making a digression, which, although brief, is no less admiring, in one of those ancestral sanctuaries, whose dedication in itself already captures a good part of the esoteric essence of the Saint James Way: that of Our Lady of Goose.
Indeed, on the outskirts of a leading town on the Camino as it passes through Burgos, Villafranca Montes de Oca and distant, for more references, fifty kilometers from the important Alba Dam, a humble hermitage serves as guardian, in what is possibly an ancient Celtic therapeutic place of worship to the waters, renamed, in relatively modern times, with the name of Saint Indalecio Fountain.
A fountain, which, by the way, resembles a four-leaf clover, a symbol of good luck in many cultures and traditions, known, certainly, by the pilgrims who stop here, attracted, moreover, by the venerated image of a Virgin, Romanesque and considered to be very miraculous, which also recalls one of the principles supposedly attributed to some Knights Templar, who stated that 'with Her our religion begins and also ends': Our Lady of Goose.
Sería injusto despedir otro año de gratificantes aventuras por esos milenarios y en ocasiones, polvorientos caminos de la España Mágica -que, por fortuna y a pesar del ostracismo a que está sometida, todavía aguanta, negándose, con determinación a morir- sin hacer un inciso, que, si bien breve, no es por ello menos admirativo, en uno de esos ancestrales santuarios, cuya advocación ya por sí misma recoge buena parte de la esencia esotérica del Camino de Santiago: el de Nuestra Señora de Oca.
En efecto, a las afueras de un pueblo puntero del Camino a su paso por Burgos, Villafranca Montes de Oca y distante, para más referencias, cincuenta kilómetros de la importante Presa de Alba, una humilde ermita sirve de guardián, en lo que posiblemente sea un antiguo lugar de culto terapéutico celta a las aguas, rebautizado, en tiempos relativamente modernos, con el nombre de Fuente de San Indalecio.
Una fuente, que, dicho sea de paso, semeja un trébol de cuatro hojas, símbolo de buena suerte en muchas culturas y tradiciones, conocido, con seguridad, por los peregrinos que recalan aquí, atraídos, además, por la venerada imagen de una Virgen, románica y considerada como muy milagrosa, que recuerda también uno de los principios supuestamente atribuido a unos caballeros templarios, quienes manifestaban que ‘con Ella empieza y también termina nuestra religión’: Nuestra Señora de Oca.
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