La ecuación perfecta.
El cigarrillo casi muere,
Exala su alma hacia el infinito universo,
Y volverá a renacer antes de que el cansancio
Llegue a estos pies plantados bajo piernas
Que sostienen a un cuerpo atrapado por el hastio.
Un salon en penumbras,
Dos sillones,
Un sofá,
Un juego de comedor de cinco puestos (todos vacios)
Y tres siluetas que se mueven al unísono
Bajo el compas de un silencio ensordecedor;
Viajan a travez de ojos enrrojesidos,
Recorriendo cada poro de esta piel erisada
Quele da la espalda al amanecer,
Solo para acabar en un estomago vacio
Que va a digerir aquella fria escena;
Donde un cuerpo es testigo, autor y victima de una espesa soledad.
Le tumba sobre la mesa y obliga a representar
En una hoja igualmente vacia
Aquella tristeza que sus ojos presencian.