¡No mires atrás!
¡No miré atrás!
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¿Por qué no puedo dejar de pensar en si vas a llamar? Pero, si te haz ido. Haz dicho adiós; cerraste la puerta sin mirar atrás. Dejándome aquí, hundido entre lágrimas, ahogado en mi desesperanza.
Prometiste nunca irte, pero, al parecer tu verdadera promesa era irte para nunca más volver a mirar atrás.
Y ahí lo entendí. No debía mirar atrás. Ahí comprendí que, mirar atrás iba hacer más profundo mi calvario.
Comprenderlo me costó. Fue difícil en un principio. Pero, sabía que iba a hacer parte de mi crecimiento. Sabía que el no mirar atrás me iba hacer ver lo hermoso que tenía delante.
Y en ese momento aprendí, que debía venir algo más grande para mí. Donde la cúspide de todo lo que siempre busqué se concentraría en frente de mi mirada; alzada, con la mirada fija en el alba.
Pero, no podía ser tan fácil al final. Tenía que dejar algo de mí ahí. Algo en mi debía morir… Exclamé: “La arena está abierta. Aquí estoy, escudo y espada; me resguardan para luchar con mis fantasmas. La lucha es ahora, y lucharé a muerte con mi combatiente.” Sin saber que, mi contrincante era yo mismo. Y sí, aun así algo debía morir en mí. Luchar con mis fantasmas, prejuicios e inseguridades casi me cuesta la vida. Pero, nadie dijo que iba a ser fácil, nunca ha sido fácil. La faena estaba abierta, y la tarea debía ser terminada.
Meses pasaron, semanas no se frenaron. El dolor se hacía cada vez más normal, pero, más débil junto a ello. Aprendí a vivir con mi dolor. Se convirtió en mi amigo; nunca me abandono, y aunque dormido está, algún día despertará.
Pero como ya había dicho. Aprendí a no mirar atrás. A seguir, y no mirar mi pasado, no olvidarlo, pero tampoco a mirarlo. Aprendí a vivir con él. Porque para saber hacia donde vamos debemos saber de donde venimos.
“Dicen que antes de entrar en el mar, el río tiembla de miedo. Mira para atrás todo el camino recorrido, las cumbres, las montañas, el largo y sinuoso camino abierto a través de selvas y poblados, y ve frente de sí un océano tan grande, y que entrar en él sólo puede significar desaparecer para siempre. Pero no hay otra manera, el río no puede volver. Nadie puede volver. Volver atrás es imposible en la existencia. El río necesita aceptar su naturaleza y entrar en el océano. Solamente entrando en el océano se diluirá el miedo, porque sólo entonces sabrá el río que no se trata de desaparecer en el océano, sino en convertirse en océano.”
Lo comprendí; No debo mirar atrás y aceptar que el caminar hacia delante sólo significa una cosa: Convertirme en algo más grande que yo mismo.
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