Ser profesor universitario
No es un secreto para nadie: Este ha sido uno de los gremios más golpeados e irrespetados del país. Dicho esto, debo confesar lo siguiente: Yo no quería ser docente. Yo entré en la universidad para estudiar otra cosa, pero el cupo me lo dieron para la escuela de Educación. Hoy, a casi 10 años de graduada, creo firmemente que a pesar de las dificultades, no hay mejor profesión que la docencia, en especial la universitaria.
En este contexto particular, ser profesor universitario es como estar en labor de parto todos los días. Encaramos la crisis con gallardía, con la ropa remendada, los zapatos rotos, muchas veces con el estómago vacío, con ese dolorcito que no logramos aliviar por ausencia de medicinas o por el alto costo de las mismas, estamos nadando contra una corriente impuesta cada vez más fuerte, una corriente que arrastra valores, dejando tras de sí sólo escombros y donde los principios suelen diluirse fácilmente.
Enfrentamos a una generación con sus propias características, con su manera particular de ver el mundo, tecnológicamente bastante avanzados y no por ello, más aventajados. Es la juventud que hoy enfrenta un mal momento para ser jóvenes, en especial en este país:
- Profe, disculpe la tardanza. Estoy trabajando de noche para pagar la diálisis de mi papá.
- Profe, no pude venir porque estuve preso.
- Profe, me voy porque conseguí la quimio de mi mamá en Maracay y debo ir a buscarla.
- Profe, hoy no voy. Debo hacer la cola para el gas.
Y más doloroso aún es aquel cuya ausencia retumba y que no tiene más oportunidades de disculparse, por violencia, hambre o enfermedad.
Nuestra vida es una constante adopción de batallas de estudiantes como propias, ya sean particulares o grupales. Cada lágrima de ellos también corre por nuestras mejillas, cada dolor callado por ellos lo percibimos, nos duele a nosotros mismos. Sin embargo, cada logro de ellos, por más pequeño que sea, merece ser celebrado, porque seguramente detrás de ese triunfo hubo mucho miedo, frustración, lágrimas y dificultades que enfrentar. En ese momento, también sus triunfos son nuestros.
Nunca agradeceré lo suficiente por haber sido escogida por esta profesión, la que me ha dado tanta fuerza, tantas satisfacciones y la oportunidad de convivir con verdaderos y grandes héroes. Ser docente siempre valdrá la pena. Ser docente es una cuestión de pasión, vocación y ganas de seguir aprendiendo de los mejores maestros: Nuestros estudiantes.
¡Feliz día, colegas!
Es lamentable que una de las carreras mas importantes en cualquier país, sea tan olvidada y tan mal remunerada al punto de que a los profesores le sale mejor ir a vender caramelos en otro país que ejercer esa profesión tan linda e importante. Te deseo lo mejor, espero que sigas ese camino de la enseñanza, ustedes son las bases de cualquier profesión en nuestro país, entre ustedes los docentes y nosotros los profesionales, lograremos recuperar este país... Dios te cuide y saludos desde Lara <3
Es así mi estimado. Es mucho el talento que se está perdiendo en otras latitudes por la crisis que estamos viviendo hoy. Te mando un gran abrazo!
Es bien sabido que más importante que cualquier profesión, incluo mas que cualquier cargo político, es la pasión por la enseñanza; pues solo los docentes poseen la capacidad y pedagogía suficientes para enseñar con bases reales y además ser confidentes y amigos reales de los estudiantes. No cualquiera se toma el tiempo que el docente se toma para enseñar, y no cualquiera puede ser un docente real.
Mis Felicitaciones por esta Micro Reflexion-Enseñanza. Muchas Gracias a Todos los docentes por enseñarnos y ayudarnos a crecer.
Y es una pasión que, lejos de desaparecer, crece. El camino que nos tocó es cuesta arriba, pero súmamente interesante, porque podemos generar cambios verdaderos. Mis saludos. Gracias por tu comentario.
Felicitaciones. Buena mini reflexión y contraste para que los estudiantes vean el otro lado de la historia que hay detrás de dar clases. Éxitos y gracias por dar batalla ante la realidad venezolana. Un abrazo.
Gracias Miguel! Muy poca gente sabe lo que pasa de este lado del escritorio, por ello me animé a compartirlo. Un abrazo!