La dama de hielo y el payaso de sonrisa triste.
Dama de mirada triste, piel de nieve a la mirada y toque, sus labios contra todo pronostico rojos carmín son; sus ojos dos zafiros son con un brillo sin valor. De cabellos rubios casi plata. Camina sola por las calles de París, solitaria dama vestida de blanco, largo vestido de diamantes esta cocido, sin nada que la proteja del frío de la noche, la dama no siente.
Una sombrilla de azul color, muy tenue he de decir, pequeños colgantes blancos cuelgan de el. Se detiene en una calle sin salida y mira el muro que impide su caminata, allí se queda. Su mirada no refleja nada.
—¿Por qué no da la vuelta mademoiselle? —un murmullo en la noche silenciosa aclama la atención.
—No puedo dar marcha atrás. Solo puedo seguir —una voz frágil, una voz rota sale de la dama de blanca vestimenta.
—¿Marcha atrás dice? ¿Qué planea, acaso saltar tan alto muro? —el murmullo aumenta, y con voz burlesca habla.
—No es mala idea. Lastima que no posea esa habilidad —sin cambiar su posición. Sosteniendo su sombrilla, reposada en su hombro derecho. Le habla a un invisible interlocutor.
—Pero entonces ¿Qué hará? Si marchar atrás no puede y hacia delante tampoco ¿Planea quedarse en este lugar de mala muerte? —el sonido de algo mover y romper.
—¿Qué importa? —.Contesta la dama, ladeando su cabeza hacia el lugar del ultimo murmullo
—Problema suyo, no es.
—Le doy la razón —.Contesta y tras un hueco golpe —Pero para aquellos que divierten, deben obtener su diversa diversión.
—Yo no soy diversión, un bufón no me divierte, yo no tengo sonrisa, yo no tengo corazón —.Contesta la mujer y vuelve a fijar su vista en el impedimento de su camino.
—Mmm, si no siente es porque una vez sintió y la rompieron —.Dice con diversión.
—Eso, monsieur. ¿Es usted adivina acaso? —.Contesta la dama.
—¡Oh no my lady! Solo soy un payaso —responde con humildad.
—Entonces payaso ¿Por qué no se deja ver? —.Pregunta.
—No me dejo ver… Porque… un payaso tiende a ser… un ente alegre —.Responde entrecortadamente.
—Un payaso borracho y patético, es lo que es —su voz fría retumba en los oídos del payaso.
—Si yo soy payaso, borracho no soy… —Su voz se corta y un hipido sale de su garganta —Y patético, somos todos.
—¡Hmp! —.Exclamó fríamente.
—Me pregunto ahora ¿Por qué ha usted escogido una sombrilla veraniega para una fría noche? —.Pregunta, al fin dejándose ver ante la dama de frío mirar.
Sus ropas desaliñadas, manchadas, curtidas, desteñidas; su cara con maquillaje blanco ahora gris y corrido; la sonrisa exuberantemente roja era una mueca fea, deprimente, casi terrorífica; sus ojos delineados de un negro hacían ver como si sus ojos llorasen. En sus manos una botella de licor se llevaba a la boca. Y como si cosa de todos los días se la ofreció a la dama blanca, que con una mueca de disgusto y una mirada de repulsión se negó.
—Que hombre tan cobarde es usted —.Le dijo sin pelos en la lengua.
—Si yo soy cobarde ¿Qué es usted que ni dar un par de pasos atrás puede? —.Responde mordaz y un nuevo trago.
—No doy marcha atrás porque no tengo un atrás —.Hombre cobarde, queda quieto y luego camina rodeándola con aire juguetón.
—Pues atrás yo si le veo —Comenta mirándole el trasero.
—Quite su vista de allí —silenciosamente la dama cerro su sombrilla y con un golpe certero. El payaso se retuerce sosteniéndose su abdomen. Luego la dama abre de nuevo la sombrilla y empieza a llorar.
Lagrimas silenciosa, cristalinas, lagrimas frágiles llenas de dolor, pena, traición. Por primera vez en mucho tiempo la dama llora, las lagrimas corren por sus mejillas blancas, llegan a su mentón y caen al suelo del callejón. Para luego convertirse en copos de nieve. El payaso se levanta, se compone derecho directo a destruirla con filosas palabras; mas, es detenido su corazón, su mente y cuerpo ante tal visión ¿Qué hacer? ¿Cómo reaccionar? ¿Qué decir cuando ni tu mismo sabes que hacer?
—Lo siento —murmura el payaso y el llanto se hace audible —Mierda, la he cagado —Piensa el hombre. Mientras la dama se desploma en el sucio suelo, su sombrilla cae al suelo y una media luna forma mientras se detiene. El cabellos plata son ahora bajo la luna de Paris.
—Las lagrimas son la joya más valiosa de una dama —murmura una y otra vez durante su llanto —¿Por qué? —pregunta dirigiendo su atención al payazo.
—Solo queda —Comienza a decir el payaso con una sonrisa triste mirando el muro —¿Qué demonios tiene el muro que hace a todo el que choca con el llorar? —.Piensa con rabia y sospecha —Solo queda tomar otro camino —Dice tomando la mano de la dama y levantándola suavemente del suelo. Luego toma la sombrilla y se la entrega, mientras ella se limpia las lagrimas, ahora sus ojos brillosos por lagrimas pero con el mismo inexistente valor de hace unos minutos.
—¿Qué presenciasteis payaso cobarde? —pregunta arreglando las arrugas de su largo vestido. Dando dos toques al suelo son la punta de clara madera de su sombrilla. La cual abre lentamente.
—¿Qué convirtió a la primavera en invierno? ––contesto sin mas y tomando el brazo izquierdo de la dama, notando el toque de un muerto, se devuelven diez pasos, hasta el comienzo de la calle sin salida, tomando otro camino —El final de un amor correspondido por la muerte de una cortesana, enamorada de un escritor —La dama le mira y asiente, dispuesta a escuchar porque un payaso tenia una sonrisa triste. Y talvez, solo talvez; contaría porque su vestido era de seda blanca, sus zapatos del mismo color, el porque de su sombrilla. Y solo si no la odiara, le contaría el porque de sus lágrimas tienen nombre.
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