Lo que hace falta en el siglo XXI.

in #sociedad4 years ago


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Los que nacimos y crecimos en el siglo pasado, recibimos el siglo XXI con ilusión. Nos sentimos maravillados por los cambios, los adelantos técnicos, la aparente amplitud mental dibujada en el horizonte de esta época.

Ninguno omitía las consecuencias negativas y los problemas, pero en el ambiente había una sensación de confianza de que pronto, todas las dificultades serían superadas.

Han transcurrido veinte años de este siglo, y ahora tenemos una sensación opuesta: sentimos una carencia de rumbo, nada nos convence, el escepticismo es lo común, la especulación, bordeando en la más fantástica paranoia, lo asumimos como respuesta infalible, por no mencionar la desconfianza a todo.

El morbo y la sobreexposición se tornó socialmente aceptable, disentir sin irrespetar ni caer en lo políticamente correcto es motivo de censura. Todo aquel que no se ajuste a una “modernidad” cada vez más tendiente al libertinaje, al espectáculo circense en las redes sociales, a los discursos contradictorios, vacíos, cargados de un lenguaje yermo de ideas, no pareciera pertenecer a la tan mentada Sociedad Global.

Por el contrario, se le atribuye el ser predicador de alguna fobia novedosa, despectivamente se le considera “ortodoxo”, “tradicional", o “retrógrado”. Reconvenir a esos vituperios es atraerse el ser linchado en un penoso espectáculo público de videos, fotografías descontextualizadas, interminables comentarios condenatorias y no puede faltar, los memes de costumbre.

De soñar con autos voladores, teletransportación o colonias en el planeta Marte, ahora nos inquieta cualquier actividad considerada sospechosa del prójimo, el como será el futuro cercano, las dudas si nuestra tecnología nos ayuda o nos aliena y esclaviza, en si lo que decimos, hacemos o lo que nos gusta es ofensivo para un grupo en concreto. En este punto surge la pregunta obvia ¿en qué momento nos tornamos una especie tan perturbadora?

Ni la ciencia ficción, género que nos hizo soñar con un siglo XXI esplendoroso, pronostica un mundo mejor, sino tenebroso. Los futuros distópicos, apocalípticos, donde la humanidad es derrotada por las tinieblas, son lo más aceptado, casi un dogma, demasiados creen que no es el futuro sino el presente.

¿Cómo llegamos a esta situación?, ¿por qué aceptamos vivir en una época de inestabilidad constante?, ¿cuál será el rumbo definitivo del mundo? Estas y otras interrogantes nos las hacemos todo el tiempo, sin hallar una respuesta concluyente, más bien nos queda una desazón en el alma porque no percibimos en el presente siglo, cambios conducentes a un mundo más armonioso.

Lo que hace falta en el siglo XXI es dejar de distraernos, negarnos a ser convencidos de que todo va a ser peor, buscar discursos sustanciosos, tornarnos indiferentes a la banalidad y a la descalificación. Recuperar el verdadero valor del respeto, dejar de ver corrupción y maldad en donde no lo hay.

Menester es, abandonar ese hábito de rebaño tan nefasto de esta época; no apoyemos la reactividad y las pasiones desordenadas ni seamos cómplices de conflictos absurdos.

Recuperemos la fe en los valores humanos, dejemos de identificarnos con los antivalores, porque el mundo no avanza con el Mal.

Bien dice ese pensamiento popular la moral y las buenas costumbres nunca pasan de moda; debemos practicar con más dedicación ambas cosas, porque si el mundo está en tan lamentable estado, es a causa de no ejercitarlas.

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@topfivefamily Muchas gracias por su apoyo

Ya pude unirme a su trail.

Encuentro una excelente reflexión en su publicación.