Hoy os traigo un poema de Jorge Luis Borges. Para mi gusto el mejor que tiene. Me ha acompañado en muchos paseos por la montaña. Es una pieza excelente que no puede faltar en la cabeza de aquellos que aman la poesia.

Furtivo y gris en la penumbra última,
va dejando sus rastros en la margen
de este río sin nombre que ha saciado
la sed de su garganta y cuyas aguas
no repiten estrellas. Esta noche,
el lobo es una sombra que está sola
y que busca a la hembra y siente frío.
Es el último lobo de Inglaterra.
Odín y Thor lo saben. En su alta
casa de piedra un rey ha decidido
acabar con los lobos. Ya forjado
ha sido el fuerte hierro de tu muerte.
Lobo sajón, has engendrado en vano.
No basta ser cruel. Eres el último.
Mil años pasarán y un hombre viejo
te soñará en América. De nada
puede servirte ese futuro sueño.
Hoy te cercan los hombres que siguieron
por la selva los rastros que dejaste,
furtivo y gris en la penumbra última.

Jorge Luis Borges

A principios del año 1500 en Inglaterra los lobos fueron eliminados casi por completo de sus hábitats naturales. Los hombres con caballos los cazaban, con frecuencia, ponían trampas, y les abrían fosas para que cayeran dentro de estas.

Tal fue el tamaño de la batida, que en menos de 10 años en Inglaterra ya no quedaban lobos. En 1700 la población en Europa estaba casi extinta.

Borges supo extraer de esa atrocidad la nobleza del lobo, y consiguió honrarlo, haciendo que cada vez que alguien lea el poema, pueda empatizar con el animal. Quizás de esta forma iluminando ese oscuro acto del hombre.

Aquí os dejo un pequeño trozo de cosecha propia, que escribí una noche que subí a la montaña. En concreto lo escribí en el pueblo de la Mussara. Un lugar abandonado cargado de misterio y de puntos energéticos. El ambiente ese día estaba especialmente enrarecido. Los iniciados dirían que más que un texto libre es "Sigi praesidium".

Piedra del seis en la cima de la Mussara.

Aunque estas tierras están mojadas de mar por un lado, por el otro tiene una serie de montañas abruptas, en las cuales, a última hora de la tarde y a primera hora de la mañana, dejan entre ver un vómito de niebla que sucumbe al precipicio. Ahí estoy yo. Como una piedra inerte e inmóvil, agazapada en el repecho del camino, absorbiendo cada brizna de sentido que me brinda la realidad. Sintiendo la bruma que me envuelve y la niebla que me nubla la vista mientras encharca mis pulmones.

Los zarzales que rodean la vera del sendero hacen de alambre de espino. Conejos y ardillas caen en ellos y nunca salen. Sus cuerpos sirven de alimento al zarzal y así sigue creciendo.

¿no seria mejor vivir sin corazón ni tiempo?

En la loma, mirando hacia el abismo, solo con mi cuerpo, sin ningún miedo. Este desquiciado mundo humano, no merece la sangre de mis manos ni la sal de mis lágrimas. No hay terror ni a su serrín ni a sus mugrientas cenizas. Vivo en mi inmensidad perdida donde las gélidas tinieblas me abrigan, por las que Dios me guía.
FVG.

Espero que os haya gustado sed felices y portaros bien.

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