Blanca como una perla

Muy cerca del Palmito, en San Luis potosí hay un camino por donde solo pasan los trailers, todos los días se puede ver la caravana hecha la chingada, si se te llega a descomponer el coche no va a ver quien se detenga a apoyarte, por eso si vienes por estos lares, mas te vale traer herramienta y un chingo de valor, porque dicen que ahí asaltan, además "dicen que se aparece una señora vestida de blanco como la llorona, no dice nada, pero es muy raro que se pare enfrente de la avenida donde no hay nadie, a ver a los coches pasar, a mi me parece que le gustan los traileros.

En una ocasión la neblina estaba tan espesa que apenas se alcanzaba a ver el parabrisas, la camioneta en la que íbamos iba a vuelta de rueda para no salirnos de la carretera, en una ocasión por poco nos caímos al barranco, de no ser que el chofer tenía mucha experiencia.

Un poco mas adelante, una de las llantas se poncho, así es que el chofer orilló la camioneta lo mas que pudo, para que no le fuera a pegar otra unidad, rápidamente saco el gato hidráulico para cambiar la llanta, pero no tenía manivela, el chofer me pidió que buscara algo para darle vueltas y yo camine hacia lo que parecía un taller de bicicletas abandonado, al llegar ahí encontré llantas de bicicleta inservibles y algo de chatarra, pero nada que pudiera servirnos, caminé un poco mas adelante y debajo de una caja de cartón encontré una pequeña barra de acero que muy bien podría servirnos, la tome y me dirigí a la camioneta, pero de repente, una dama de blanco estaba justo enfrente de mi, -Ora, que susto me diste- le dije a la dama, -calma caballero, que yo solo estoy de paseo. Todavía asustado la miré mejor, estaba realmente hermosa, traía una bata blanca que era lo único que la cubría, pero de repente se la quitó y empezó a bailar mientras se mezclaba con la maleza, la vi perderse en la espesa niebla, mientras aún me recuperaba de ese encuentro tan placentero, tomé la barra y me fui a la camioneta para que el chofer pudiera poner la llanta de repuesto. Al llegar ahí el chofer me preguntó porque había tardado tanto, yo solo subí los hombros si decir nada, el cambió la llanta y nos alejamos lentamente del lugar.

Varios meses después, en un día soleado, pasamos por el mismo lugar, me llamó la atención un pequeño mausoleo que estaba a lado de la avenida, le pedí al chofer que se detuviera. Al verlo de cerca vi que tenía un letrero escrito a mano que decía "Aquí yace Perla por descuidada", Había muerto como veinte años antes del suceso según la piedra grabada.

Un año mas tarde, cambié el letrero por la frase "Descanse en paz Perla, una verdadera dama", y desde entonces cada año le llevo flores y cuando la niebla está espesa vengo a su encuentro, pero ya no la he visto.