La fórmula del cine paranormal (Parte 3): Lo ambiguo

Preámbulo

En el post anterior estudiamos la normalidad en el cine paranormal. En el presente nos enfocaremos en la otra cara de la ecuación que es lo ambiguo.

PARTE 1: https://steemit.com/spanish/@alangon/la-formula-del-cine-paranormal-parte-1-la-base.

PARTE 2: https://steemit.com/spanish/@alangon/la-formula-del-cine-paranormal-parte-2-la-normalidad

Lo ambiguo

Imaginemos este escenario. Un hombre se encuentra solo en su apartamento recién comprado. A cierta hora de la madrugada escucha ruidos que crecen paulatinamente. Son los llantos de una niña. Provienen del baño. El hombre se arma y camina con dirección al ruido. Abre la puerta y se acerca a la cortina donde hay una sombra. Abre la cortina pero no encuentra nada. Ya vimos la presentación de la normalidad (el hombre en su apartamento nuevo) y la transición a lo ambiguo inexplicable (El llanto y la sombra de la niña que no está).

Este ejemplo es típico de los relatos de fantasmas. Manipula elementos de la realidad tangible como el llanto o la sombra para subvertir nuestras expectativas y hacernos dudar de lo que acabamos de ver. Nos sentimos vulnerables ante la incertidumbre de algo que no podemos comprender ni explicar. Por eso este tipo de relatos son tan prolíferos en el cine (e innumerable cantidad de cortos estudiantiles o amateurs). Los entes sobrenaturales se expresan a través de los objetos del mundo plausible, imágenes y sonidos. Con su magia, el arte cinematográfico puede manipular lo que se ve y lo que se oye para la gran revelación del fantasma o el demonio. Además existe un factor añadido que consiste en la confianza que deposita el público en la imagen cinematográfica. Por el gran parecido de lo filmado con su modelo, la impresión que genera la presencia demoniaca o fantasmagórica es mucho más contundente, porque nos resulta más fácil creer que lo inexplicable en efecto se expresa en nuestro mundo.

Lo ambiguo es lo inexplicable que transgrede las leyes de lo que consideramos real. Deforma los espacios y los fenómenos. Son los fantasmas y los demonios que buscan represalias por un crimen o simplemente son movidos por el mal. Son la culpa en un individuo o en la consciencia colectiva que ha cometido un delito. Es puerta al infierno que se abre en el mundo terrenal. Lo ambiguo es un conflicto para los personajes empíricos, o culpables, que niegan la existencia de lo que no se puede comprender con la razón.

En este tipo de relatos lo paranormal lo presienten los personajes sencillos, humildes, de pueblos, zonas rurales y desposeídas, carentes de luces o expuestos a toda clase de experiencias porque carecen de comodidades. Gente supersticiosa o sensible. Niños que no han sido corrompidos los prejuicios de los adultos, y que son las victimas más vulnerables. Los místicos, los ciegos o investigadores paranormales. Todos ellos son los portadores del conocimiento del mas allá. Se expresan con un lenguaje claro o encriptado, pero sus argumentos siempre son difíciles de creer. En sí mismos auguran el paso a lo desconocido.

The changeling (1980)

No hay mucho que explicar sobre este clip de The Changeling (1980) dirigida por Peter Medak y protagonizada por George C. Scott. En sí mismo es una representación básica de lo que hemos llamado “lo ambiguo”. Un hombre lee en su biblioteca y una pelota cae del piso de arriba. Se acerca a recogerla y ve que no hay nadie que la lanzara. Decide botarla al rio. Cuando vuelve a casa, oye unos sonidos extraños y la pelota cae de nuevo. A pesar de las exageraciones (botar la pelota en el rio) la escena es muy eficiente, y la película comparte el mismo carácter sugestivo con sus presencias paranormales. Otra recomendación es The Night of the Demon (1957) de Jacques Tourneur por su representación del conflicto entre lo empírico y lo paranormal a través del uso de las sombras. Pasemos a otro ejemplo.

The Conjuring 2 (2016)

El segmento que acabamos de ver tiene un uso más complejo de la puesta en escena para representar lo sobrenatural. Pertenece a The Conjuring 2 (2016) dirigida por James Wan, protagonizada por Vera Farmiga y Patrick Wilson. Si en la escena que estudiamos de The Changeling (1980) lo ambiguo estaba figuraba en un ente invisible que arrojaba una pelota, aquí Wan destruye todas las leyes naturales para crear ese efecto desorientador y desolador de una experiencia demoniaca. Empíricamente nada tiene sentido. El cuadro de la monja parece que observa a la protagonista desde la pared y altera su expresión con los cambios de luz, las puertas se cierran sin razón aparente, una sombra que no proviene de masa alguna se proyecta en la estancia y le da cuerpo a la pintura expectante. Casi podríamos decir que todos los sustos típicos del cine paranormal están aquí, empleados magistralmente para componer y descomponer nuestra noción del espacio (o la realidad diegética dicho de otro modo). El director manipula los matices de la escena para pasar de los miedos más simples como el énfasis la pintura que mira, a la explosión de terror cuando el demonio sale de la pared.

Si bien este segmento se trata de un sueño de la protagonista, el resto del film está lleno de momentos así, y nos sirve de enlace para nuestro próximo post sobre: La locura y lo paranormal.