Ella y la tarde

Otra tarde que pasa, que se pierde, que muero
dejando solamente soledad en mi alma
Y siento como el tiempo me tortura y me hiere
Y cómo más y más voy perdiendo la calma
Al ver allá a lo lejos una burlona estrella
Que me dice: has estado otra tarde sin ella

¡Oh tristeza! Recuerda que en tardes como esta
Mi brazo fuerte de su voluntad guía era
Y con gloria de héroe, tras valerosa gesta
La tomaba sabiendo que era toda mía
Y luego, dulcemente su cálida hermosura
Sollozaba sintiendo mi voraz mordedura

Aquel fecundo árbol que en mi huerto crecía
Que yo feliz regaba con néctar de la vida
Tarde a tarde, de verdes capullos florecía
Y alzaba su orgullosa figura, siempre erguida
Como queriendo el cielo romper en mil pedazos
Y ofrendarle su fruto al creador en sus brazos.

Esa sombra que siempre las tardes oscurece
Trae consigo el recuerdo de lo que tuve un día
Más, el árbol fecundo ya en mi huerto no crece
Y mi vida perdida ha quedado vacía
Y la mujer que entonces me dio su amor divino
Es hoy un imposible en mi espero camino

Por eso, cuando veo el crepúsculo que arde
en mis versos evoco los besos que me daba
su extática mirada , viendo caer la tarde
y me siento muy triste, pues cuando más la amaba
con una tarde, ella por siempre se alejó
y regresó la tarde, pero ella no volvió.