¡Ten piedad de mí, invierno! | Relato

Mis huesos crujen y al mismo tiempo arden como si se consumieran por dentro. Cada estornudo representa un nuevo suplicio, cada estornudo los quebranta un poco más.

Padezco una sensación, una sensación similar a como si estuvieran a punto de despezarse. Pero considero que han dado lo mejor de ellos, se han encargado de librar una batalla colosal, han soportado a las más bajas temperaturas registradas en medio siglo, a las más implacables y continuas nevadas que haya tenido esta ciudad cercada por cordilleras.

Desde mi perspectiva la ciudad luce triste, el desaliento es evidente, está grisácea, oscura la mayor parte del día y vacía.

Al estar condicionado por ser una persona sin techo donde dormir, en situación de calle y no contar con más indumentaria que un abrigo derruido por lo viejo, mi realidad dista bastante a aquella que tenía cuando era niño y feliz, a mis recuerdos jugando con la nieve haciendo figuras y angelitos.

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La falta de empatía de algunos habitantes rompe mi alma, me entristece ¿Por qué me miran con tanta soberbia? ¿Por qué me miran como si yo escogí para mí este camino tortuoso? aunque no generalizo, una minoría ha logrado conmoverse y avocarse.

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Ayer en la mañana una niña la cual supongo iba camino al colegio por sus trenzas en el cabello y su mochila morada me compartió té caliente, de la misma manera una abuelita me regalo una manta tejida por sus suaves manos.

Pecaría de egoísta si trato de asumir que soy el único en esta situación, mi historia comparte rasgos y cualidades con el rostro de varias personas por estas calles,plazas que esperan con impaciencia ser los próximos asignados para tener un lugar en refugios improvisados de bajo presupuesto del Gobierno.

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Aunque más doloroso para mí es observar titirar del frío a cientos de perritos callejeros abandonados y olvidados por familias que prefieren pagar por un perro pedigree de raza. Recién ayer junto a dos activistas logramos ingeniar una casa temporal de plástico atada a dos árboles que sirva de protección cuando llueve para algunos de estos perritos.

Anhelaría contar con la habilidad de descifrar cuántos inviernos sobrevendran de esta misma forma, por ahora sólo pido al universo llegar vivo al equinoccio de primavera, momento que marca el final del invierno sin mayor engorro y no ser uno más en las cifras de fallecidos por hipotermia a raíz del implacable invierno que muestran a diario los medios de comunicación.