¿Crees en la Navidad? Parte II [Cuento]
Saludos #Steemados amigos y amigas:
A continuación les entrego la última parte de mi primer cuento de navidad. Espero que la puedan disfrutar.
- Bueno, me gustaría poder conversar con usted unos minutos, pero no aquí, en algún otro lugar.
Aqui pueden encontrar la primera parte de esta historia
¿Crees en la Navidad?
(Parte Final)
Por: Arturo Pérez Arteaga :.
El padre del niño sintió algo de extrañeza y un poco de miedo, hay que decirlo, al considerar rápidamente la petición de aquel desconocido y le respondió, lejos de cualquier reacción asociada al sentido común:
- Esta bien, si mi hijo confía en usted, ¿quien soy yo para no hacerlo?. Por favor suba.
Acto seguido, el vagabundo se dirigió a la puerta del acompañante y subió al vehículo que por dentro estaba mas impecable que por fuera.
Lo primero que notó el padre del niño es que contrario a lo que podía pensarse, aquel vagabundo no tenía ningún mal olor, al contrario, de no ser por lo harapos que vestía, hasta podía decirse que olía bien.
- Buen usted dirá – comenzó diciendo el padre del niño - .
De inmediato el vagabundo tomó una pistola que escondía debajo de su ropa, el padre del niño que ya había comenzado a conducir y al notar tamaña sorpresa palideció y se sintió desmayar, el vagabundo tomó la pistola por el cañón, la colocó en las piernas del señor, dueño del vehículo y le dijo:
- Por favor no tema, la pistola está cargada, pero tiene el seguro y quiero que usted la tenga mientras conversamos.
- ¿Pero que… que… que es todo esto no entiendo?.
- Ya lo entenderá, yo no soy ningún vagabundo, mas bien soy un ladrón y la razón por la cual estuve esos día frente a su casa es porque estaba estudiando sus hábitos a fin de poder tumbarle lo posible.
El padre del niño, que a esas alturas conducía muy lentamente, casi mecánicamente y desde luego sin rumbo fijo, intentó interrumpir, pero el ladrón no se lo permitió:
- Permítame terminar lo que comencé… Como le dije, estaba estudiando las costumbres de su familia para saber cual sería la mejor manera de robarles o estafarles con el menor esfuerzo. Pensé en secuestrarle a usted o a algún miembro de su familia y le confieso que su chamo era quien me ofrecía mayores facilidades… Pero lo conocí y en los pocos minutos y palabras que pude intercambiar con el, me cambió y por eso le hablo a usted con toda franqueza…
- Pero no entiendo, robarnos… nosotros no somos ricos, somos gente trabajadora… gente decente… gente… gente…
- Buena gente, es lo que son – interrumpió el ladrón – “gente calidad” y eso lo aprendí con su chamo, sus acciones solo me demostraron, que si él es así, la calidad humana de su familia es muy pero muy alta… y bueno, luego de pensarlo mucho, llegué a una conclusión…
- Conclusión… ¿que conclusión?
- Yo también tengo dos chamos ¿sabe? Y ellos no saben lo que hago para vivir… siempre he procurado darles lo mejor, pero para eso me he servido siempre de tomar el camino mas fácil… tumbar o sea, robar a otros para darlo a mis hijos… Pero a partir de hoy las cosas van a cambiar y le juro, que aunque mucho me cueste voy a acercarme a ellos no sólo económicamente sino moralmente, les hablaré de lo bueno y lo malo y de lo importante que es la solidaridad entre los semejantes y los vecinos… y ¿sabe que?
- ¿Qué? -Respondió el padre del niño, que ya había recobrado el color -.
- Todo esto lo aprendí de ustedes, a través del mejor maestro que he tenido en toda mi vida… Su chamo –al pronunciar esto, el ladrón no pudo evitar que sus ojos brillaran de emoción -.
- El hierro, o sea la pistola, le ruego disponga de ella, si quiere la entrega a la policía porque sería justo que lo hiciera si su conciencia se lo dicta, sino, sólo puede deshacerse de ella como mejor le parezca y le juro por mis chamos que nunca he matado a nadie con ella.
- No tengo como agradecerle.
- Al contrario, soy yo quien no tiene como hacerlo. Por favor déjeme en la próxima esquina.
El auto se detuvo, el vagabundo se bajó del mismo, cerró muy lentamente la puerta cuya ventanilla había bajado antes de detenerse y le preguntó al chofer.
- ¿Usted cree en la navidad?.
- ¡Pues, desde luego!, ¡claro que sí!.
- Que curioso, yo no… nunca lo hice, pero si el niño Jesús existe debe tener la cara de su hijo.
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Hacía tiempo que no me visitaba este felino, si validan la dirección que les indica podrán verificar que el contenido es totalmente de mi autoría y me extraña que no me lo dijera en la publicación de la primera parte... un abrazo a todas y todos
Admito que me asusté mientras leía y pensé lo peor, así que me alegro que todo haya resultado bien. Desde la primera entrega me hizo pensar en mi familia y en la forma en la que celebrábamos la Navidad.
Me gustó mucho el cuento Arturo.
Tenía tiempo sin pasar a leerte, pero ya estoy de vuelta.
Un abrazo.