Todas mis muertes

in #spanish7 years ago (edited)


Todas mis muertes

Fueron clarividencias, o reminiscencias de un mal sueño, quizás solo algunas ideas alucinadas surgidas ante el final inminente. Cada objeto de aquella habitación traía a mi memoria un recuerdo diluído por el tiempo cíclico de las posibles vidas infinitas. Nuevamente estaba en el interior de mis propias pesadillas.

Llegué con pasos trémulos hasta el centro de la habitación, donde podía repasar con la vista cada una mis muertes, donde cada rincón me susurraba historias que venía arrastrando tras de mí durante toda mi vida, pero que apenas en ese instante comenzaba a comprender. Apoyado en la pared reposaba un trozo grande de madera, apolillado, deforme su extremo por las astillas que quedaron cuando fue arrancado con brutalidad de algún mueble antiguo. Me acerqué a él, lo tomé entre mis manos y un profundo escalofrío recorrió mi cuerpo. Recordaba... Sí, comencé a recordar... Era un niño cualquiera, de cualquier tiempo, de cualquier ciudad, que jugaba sin compañía en la mitad de un cuarto que bien podía ser esta misma habitación que tanto terror me causa ahora. Jugaba inocente, ausentes sus ideas del mundo físico que lo rodeaba. Un carro, un avión, un soldado, una historia... Cualquier cosa era suficiente para hacerlo sonreír sin que ni siquiera fuera consciente de su propia paz. De pronto, ruidos en la casa, mamá y papá peleando otra vez, no los entiendo, nunca podré comprenderlos, a veces quisiera no volver a verlos... Papá dice cosas terribles, me nombra entre su cólera y me ofende con palabras que no he llegado ni llegaré a conocer. Mi madre lo insulta a él, grita también con toda la fuerza. Mi juego se interrumpe, y el gris de la imaginación se trueca por el negro del miedo cuando caigo en cuenta de mi propia soledad y desvalidez. Suenan golpes, más gritos, más golpes... El juguete que tenía entre mis manos se cae al suelo, vuelve a ser un muñeco inanimado, cuando mi padre entra en la habitación y con sus ojos llenos de fuego me grita injurias que no comprendo ni merezco, con la franela manchada de sangre, con las manos manchadas de sangre, y me sonríe con un gruñido de lobo mientras camina hacia mí, sosteniendo una tabla de madera vieja, también manchada con la sangre de mi madre que desde hace unos segundos había dejado de gritar... Ni siquiera tuve tiempo de levantarme y huir, correr lejos de aquel destino cruel, el golpe seco de la madera que dio de lleno en mi sien me arrebató las ganas de seguir viviendo, una madera que bien podría ser esta que continúo mirando mientras recuerdo, esta vieja, apolillada y sucia madera que volví a colocar en el mismo rincón donde reposaba para no alterar el orden de un posible pasado.

Sigo deambulando mi mirada por aquel cuarto de espanto, donde cada cosa olvidada y cubierta por telarañas me dice que mi cuerpo no es mío, que nunca lo fue, que jamás lo será. Me asomo por la única ventana de la habitación y miro con vértigo el abismo infinito que se extiende hacia abajo. No tengo que cerrar los ojos para visualizar el final de aquel amargo momento, cuando entré en mi cuarto, sí, quizás este mismo cuarto, mirando cómo aquella pareja de infieles manchaba con su lujuria cada objeto que compramos juntos, antes de que el buen tiempo del amor se marchara para no volver. Un instinto premonitorio me impulsó llegar a casa más temprano de lo acostumbrado, sin hacer ruidos, sigilosamente introduje la llave en la cerradura de la puerta. Con pasos lentos me acerqué a la cama donde tantas veces ella y yo nos juramos amor eterno, compromisos que el tiempo echó al olvido, que la rutina quizás devoró sin que nos diéramos cuenta. Ahí, tendidos sobre la cama, sudorosos, demasiado concentrados en su lujuria para presentirme, estaban ellos, sí, esa mujer y ese hombre a los que tan bien creí conocer... No pude controlar el dolor de mi orgullo herido, algo se había roto en mi alma para siempre. Él se levantó de la cama, algo sorprendido y sin sentir un poco de lástima por mí, me gritó que me alejara, que me saliera de aquel cuarto, mi propio cuarto, antes de que las cosas pasaran a peor. No sé qué balbuceé... Que los iba a matar a ambos, que esto no podía tolerarlo ningún hombre, pero en la lucha de manos y empujones en que nos trabamos terminé llevando la peor parte, porque eran cuatro brazos y una traición en contra de mi corazón agonizante. Lo último que vi antes de caer al vacío por la ventana fue la locura en sus ojos, la sonrisa macabra en sus pupilas negras que al parecer gozaban con mi desgracia de suerte. Una ventana igual a esta, de la que me alejé cuando un ligero sabor a sangre me invadió la boca.

Prendí un cigarrillo y aspiré dos bocanadas nerviosas de humo azul. ¡Cuántas cosas encerradas en aquel pequeño infierno! ¡Cuánto dolor olvidado!

Un tomacorriente partido, del que salía una extensión que no llegaba a ninguna parte, me invitó a seguir soñando: Sin dientes, con los viejos huesos doblados por tantos años de lucha contra la gravedad terrestre, esperaba que mi hija me trajera la papilla de la cena y con suerte que me aseara un poco. Yo esperaba, con la resignación de quien lo ha perdido todo, que entrara en cualquier momento en la habitación, no tanto por la comida ni su conversación, sino para confirmar con el movimiento de sus pasos y el rumor de su respiración que el tiempo no se había detenido. Escuché algunos murmullos provenientes de la sala, pero en mi senilidad no pude interpretarlos. Ella lloraba, y le pedía que no lo hiciera, que en poco tiempo todo acabaría. Un violento ruido de pasos lo trajo a mi lado, se quedó mirándome como lo había hecho tantas veces, con sorna, con desprecio, su rostro muy cerca del mío, su joven vanidad humillando mi invalidez. Sin dejar de sonreír, sacó del baño una cubeta llena de agua que vertió sobre los abrigos gastados que me ayudaban a luchar contra el frío de la vejez. Derramó el líquido poco a poco, con técnica y parsimonia, hasta estar bien seguro de que no había quedado ningún rincón de mi cuerpo sin humedecer. No tuvo piedad cuando supliqué, no tuvo lástima cuando me vio temblando de frío, no tuvo misericordia cuando mis lágrimas caían por el miedo y la impotencia. Pateó mi silla con sequedad y me dijo que había llegado el final. Salió de la habitación con paso firme, le gritó a mi hija que se callara de una vez, que todo estaba decidido y volvió a entrar a la habitación con esa mirada de espanto que adquiere cada vez que me va a matar, y con un cable eléctrico amputado en un extremo oscilando entre sus manos. Sin mirarme, con un rencor terrible sazonándole cada movimiento, dijo que luego tendrían que airear el cuarto, mientras conectaba el cable a un tomacorriente que estaba cerca de mi cuerpo paralizado. Después, arrojó el terminal amputado sobre mí, sobre mis ancianas carnes... Tardé lo suficiente en irme para llegar a oler el horror de mi propia piel chamuscada por el paso de la electricidad.

La habitación encerraba recuerdos dolorosos en cada objeto, en cada pieza inanimada de aquel rompecabezas de pasados. Una soga amarrada a una viga, un martillo olvidado sobre la mesa, un cuchillo clavado en las maderas del techo... Quería salirme de aquel cuarto, y no volver más, huir del espanto que se encerraba en sus cuatro paredes. No escuché sus pasos cuando se acercaba. No vi su cuerpo cuando traspasó la puerta. Solo fui consciente de que una vez más todo terminaba cuando tocó mi hombro con suavidad, cuando descubrí en sus ojos la misma angustia y el mismo resentimiento que lo extasiaba siempre que intentaba curar sus dolores arcaicos con cada una de mis muertes, cuando acepté con resignación que todo volvería a comenzar.

Texto y fotografía de mi autoría.
@astrea

Sort:  

waw me gusto, hizo que lo leyera hasta el final en donde solo pude imaginarme a la misma muerte y a esa pobre alma, encontrándose ,despidiéndose y volviéndose a encontrar en un ciclo interminable...

Así es, un ciclo interminable... Gracias por leerme, un abrazo!

Que buen relato, muchas historias un solo protagonista. Me imaginé cada escena planteada.

Gracias por tu comentario amiga, me alegra que fuera de tu agrado. Un saludo.

que buen post.... te deseo éxito en lo que haces.... si deseas puedes pasar por mi blog y pillar lo que hago... nos estamos leyendo...

Gracias, seguro, ya me paso, saludos.

Un alma, muchos cuerpo...!! Excelente relato...!! Felicitaciones @astrea..!!

Chas gracias :)

Tienes mucho talento!, felicitaciones :)

Muchas gracias por tu apreciación, me alegra que te gustara. Saludos :)

Es como una experiencia donde observas varias experiencias en el mismo sitio varios protagonistas pero uno solo, muy intenso

Sí, un ciclo de vidas con el mismo final. Gracias por la visita. :)

Me gustó mucho tu relato! A veces escribo también. Saludos. Tienes mi voto, te sigo

Saludos, gracias por leerme y el apoyo. Ya te sigo.

Muy interesante... Muy buen post... saludos, te espero por @maleudi +follow + upvote

Gracias amiga, saludos!

astrea excelente, de veras me sorprendes, una abrazo
@originalworks

Gracias amiga, otro abrazo de vuelta.