Me encontraba boca abajo en una cama ajena a la mía, en una casa ajena a la mía, apenas y comenzaba a abrir los ojos cuando confundí un sentimiento de vacío con apetito, lo primero que deslumbra mi vista son las cortinas blancas siendo ondeadas por una brisa suave que rosa mi mejilla derecha, aparentemente es de día porque todo se ve muy brillante, giro la cabeza hacia el frente de la cama, hay un televisor bastante grande. Me levanto, noto que el piso es de mármol negro con escarcha pulido simulando una noche estrellada, siempre he querido ese piso. Salgo de la habitación, da hacia un pasillo en el que se encuentra otra puerta, supuse que sería el baño, y una escalera por la que pude notar que me encontraba en un segundo piso, me acerco al borde de ella y miro hacia abajo, una sala baja con el mismo piso de mármol que siempre desee, una mesa de vidrio con un jarrón y una rosa encima en el centro con muebles de cuero negro rodeándola y allí estas sentada, con un hermoso vestido blanco en compas con tu hermosa piel blanca como la nieve y en contraste con tu cabello marrón oscuro, es una obra de arte, estas de espaldas pero sé que eres tú, lo sé, lo sé porque cuando te vi el vacío se fue y entendí que no era apetito, era tu falta.

Rápidamente bajo las escaleras y mis pasos hacen sonar la madera de los escalones, a pesar del estruendoso ruido no giras, consigo llegar a ti, me detengo un momento con la respiración acelerada, toco tu hombro, eres tú, lo sé, es tu piel, recuerdo esa sensación en mi mano, empiezas a girar la cabeza y solo consigo pensar en que eres tú y en lo hermoso que ha sido siempre tu perfil, la arritmia de mi corazón es aún más fuerte y en ese momento todo se desvanece.

Esta sensación se me hace familiar, es la cama ajena en la casa ajena, abro los ojos, de nuevo las cortinas ondeantes y la brisa cálida en mi mejilla derecha, esta vez me quedo allí un rato, sin mover un musculo, absorto en el bailar de las cortinas, pude notar que tenían bordados de flores, suspiro y siento el roce de un par de manos pasando por mis costados, eran de tus manos, lo sé, y lo sé porque la piel sobre mis costillas recuerda la sensación del pasar de sus manos para abrazarme, logro verlas, esas manos delicadas y largas, esas que son poseedoras de las yemas más suaves que he sentido alguna vez, logro sentir tu abrazo en mi espalda, es tu abrazo, eres tú.

— ¡Eres tú! Déjame verte — dije mientras trataba de girarme.

Pero solo me abrazaste más fuerte mientras sentía en mi espalda como con la cabeza decías que no, reconozco esa sensación, la has hecho antes.

— Por favor, déjame verte, no sabes cuánto te he extrañado— intente girarme de nuevo pero no me dejaste.

Luego de un minuto de esa manera siento que aflojas tu abrazo, intento girarme un poco y esta vez me dejas, así que me giro más para poder verte y de nuevo todo desvanece.

Tengo la sensación de estar de nuevo en la misma cama ajena en la casa ajena pero esta vez, en lugar de abrir los ojos, me quedo con los ojos cerrados, entiendo que todo había sido un sueño, de golpe, siento como una persona me cae encima.

— ¡QUE COÑ…!— gritaba mientras me giraba, eras tú.

Mi palabras se quedaron mudas, al fin te pude ver, te veo, estas aquí, tu rostro, tu sonrisa traviesa, no es la primera vez que me despiertas de esa manera, lo sé, lo recuerdo bien, solo te miro, te abrazo y te poso encima de mí, siento tu peso sobre todo mi cuerpo, extrañaba esta sensación.

— ¿Qué hacías? — pregunté y solo sonreíste más, ni una palabra — dime algo, he extrañado escuchar tu voz — solo sonreíste, de nuevo, no hubo respuesta — noona — dije y alzaste el dedo índice indicando “solo una”, supuse que era solo una pregunta — ¿Cómo estás? — pregunté y con la cabeza negabas de nuevo — ok, entonces ¿Qué has hecho?— negaste de nuevo — ¿me extrañas como yo a ti?

— Ya no — dijiste y solo pude verte sin sorpresa, solo te miraba sin expresión alguna — déjalo ir — finalizaste.

Te observé, parpadee, y en ese momento antes de abrirlos de nuevo, sentí tus labios contra los míos, intente abrir los ojos los más rápido que pude pero cuando lo logre no estabas, en ese momento había despertado realmente en una cama que era mía en una casa que era mía.