Era temprano, no puedo dilucidar qué tan temprano era, solo que así era, mi destino no estaba, hacia un tiempo que se había ido o yo la había abandonado aun hoy no logro aclarar si fue por ella o por mí, tal vez por mi pensando en ella ¿Quién puede realmente saberlo?, por bien o por mal eso es lo que había pasado y era un hecho que ahora no se podía cambiar.

Sin ganas de ir, pero tampoco de no ir me encontraba en camino al billar más cercano, miré a mi alrededor, no era el único, había más de una persona con la misma dirección, entré y pronto comencé a subir las escaleras de caracol que daban al segundo y al tercer piso, encontrándose el billar en este último, a mi lado se encontraba un hombre delgado, alto y con poca musculatura, pero si la suficiente para aparentar ser un tipo duro, tenía el cabello muy corto, casi rapado, iba con lo que aparentaba ser su hijo.

— Hola ¿vas a jugar? — dijo el tipo rudo mientras parecía nervioso, viendo alrededor como si se dirigiese a otra persona, causa por la que lo ignore — ¿Qué si vas a jugar? ¿Jugamos una partida? — repitió.

Antes de contestar habíamos llegado a la entrada del billar, aun había mesas libres y podía notar que comenzaba a amanecer por las grandes ventanas al costado derecho del local, sinceramente me había puesto algo nervioso y me di cuenta en este último instante que, en su cintura tenia lo que pensé podía ser un arma por las formas solidas que formaba debajo de la franelilla que vestía.

— Claro, pero tomare algo primero, adelántate, voy luego — realmente no quería tomar nada, solo sentía el peligro venir de él.

Me acerque a la barra, lo lamento no consigo recordar que pedí, pero si puedo recordar el estruendo que llamo mi atención, a mi espalda una botella se había roto de tal manera que parte de sus pedazos salpicaron mi pantalón, seguido a ello, las voces gritando no me dejaban ver que sucedía, unos hombres a un lado empezaron una pelea. En medio de todo ese desorden en el que no pasaron ni dos minutos logro divisar al hombre de las escaleras acercándose a mi tal vez para atacar o tal vez para huir, el muchacho a sus espaldas gritaba algo que no podía entender, alguien más le dio con una silla en la cabeza y este cayó al suelo, dejo caer algo que no pude notar porque en ese mismo instante la pelea de dos tipos me empujo y caí al suelo, en ese momento solo había una cosa que me preocupaba, el tipo amenazante y nervioso, así que en el piso gire mi cabeza y entre nosotros dos había una pistola, su pistola, tenía razón, la había dejado caer cuando lo empujaron el me miro a los ojos fijamente, yo hice lo mismo, el miedo se podía ver en ambos, hice lo primero que se me vino a la mente, empecé a gatear hasta tomar el arma, el hizo lo mismo pero yo fui más rápido, entre tanto alboroto, me encontraba ahí de rodilla y el igual la diferencia era que yo sentía el peso de un arma en mi mano apuntando hacia él, solo en ese momento, por mínimo que fuese me di cuenta que al caer al suelo uno de los trozos de la botella se había incrustado en mi mano y por eso me dolía tanto sostener el arma, lo deje ahí.

— ¿Así que eres tú? No toques al niño — dijo entre jadeos por el cansancio y con esto dejándome completamente desconcertado — por favor — agrego.

— ¿Qué? — fue lo único que pude decir.

— Por favor, no toques al niño.

Entendí en ese momento que alguien perseguía a padre e hijo y que pensaban que era yo por una jugarreta de la vida y de los acontecimientos, aún tenía miedo, pero lo seguía mirando a los ojos.

— Cuida a tu hijo, no los conozco — dije y tiré el arma lo más lejos posible de la entrada.

Él se dirigió hacia donde estaba el arma y yo hacia la entrada, solo quería salir de todo ese alboroto, una vez que me abrí paso hasta la salida y de allí hasta las escaleras me sentía un poco más tranquilo, pero aun con miedo.

— ¿Dónde coño esta? Lo vieron entrar, ese maldito hijo de puta — dijo un tipo al que siquiera me molesté en mirar cuando tropecé con él en las escaleras, el de entrada y yo de salida.

La presión de las personas comenzó a menguar una vez que estaba en el piso de abajo fue ahí cuando un sonido aún más estruendoso y seco sonó en el piso de arriba, inmediatamente una lagrima corrió por mi mejilla izquierda cuando seguido al sonido del disparo y de la algarabía de la gente corriendo y empujándose pude escuchar que un niño lloraba desconsolado, entendí quien seguía a tipo amenazador del billar, mientras el cumulo de personas me empujaba escaleras abajo y a la salida del loca me hice mil preguntas, ¿Qué paso? ¿consiguió el arma antes? ¿el niño está bien? ¿habrá muerto por mi culpa? Y esto no lo sabría porque me fui corriendo.

— Hay una fiesta hoy, ¿quieres ir? Tengo el carro, te paso buscando — dijo, sin siquiera dejarme hablar.

— Está bien — dije, ya que en ningún momento pensé en negarme, necesitaba distraerme así que le indique en donde estaba.

Al poco tiempo él estaba allí en la Pick Up del papá, mientras íbamos de camino le conté todo lo que me había sucedido.

Llegamos al lugar, un campo abierto lleno de grama con un montón de camionetas como las de mi amigo y también algunas casas rodantes. Resulto no ser una fiesta, sino algo mucho más sano y necesario para mí en ese momento, parecía ser simplemente una noche de reunión entre un montón de jóvenes gracias al evento lunar que ocurriría esa noche, aparentemente una radio joven local había convocado a todos a ver el evento lunar allí esa noche. Mi amigo estaba decepcionado, pero yo no, yo lo necesitaba, algo de paz en un día tan movido.

— Bueno al menos tú y yo tenemos que emborracharnos — dijo, mientras sacaba una de las diez botellas de sangría que llevaba en la cava.

— Sabes que nunca me he emborrachado — le dije, mientras tomaba la botella, la abría y pensaba que esta sería una buena noche para hacerlo.

Hablamos un buen rato de un montón de cosas, su novia del momento, las increíbles tetas que decía que tenía, de cómo le estaba yendo a su hermano en Argentina.

— ¿Así que me dices que tu hermano vive relativamente cómodo vendiendo cigarros detallados en los clubes de Argentina? — pregunte completamente asombrado.

— Sip, el muy hijo de puta no solo se vacila Argentina de día, sino que de noche va a los clubes y mientras baila y enamora a la chica de la noche, vende cigarrillos detallados cuando ya nadie tiene, momento en el que los vende mucho más caros y nadie se molesta porque ya están muy en sintonía con la noche de fiesta, es un ¡¡¡REVEREEEEEENDO HIJO DE PUTA, UN JODIDO BACHAQUERO JAJAJAJAJAJAJA!!! — Aunque se expresase así, se notaba a leguas de distancia que extrañaba a su hermano, lo amaba y amaba hablar de él, aunque nunca se lo dijese directamente, pero yo lo sabía igual que sabía que toda historia de su hermano terminaba con un… — lo extraño — completó, como sabía que lo haría, mientras se llevaba el cigarro a los labios e inhalaba con aires de añoranza mientras.

— ¡SALUD! — brinde al aire al mismo paso de su cigarrillo y tomé otro trago a la botella de sangría.

— ¿Esa no es… — dijo mientras me golpeaba el brazo para prestarle atención — si es ella, mírala, además viene para acá.

Era ella, se veía hermosa, mi destino se encontraba allí como enviada por los dioses con su sonrisa perfecta, no podía creerlo.

— Hola, ¿vas a jugar? — dijo y aunque su sonrisa era hermosa no pude evitar pensar en la extraña coincidencia que acababa de ocurrir ¿Por qué usarían las mismas palabras?