Pensar parecía una completa locura (TOC) | Parte 2, relato propio
Una vez he limpiado el suelo 4 veces con suficiente desinfectante concluyo en que está limpio, aunque algo en mi mente dice que no lo suficiente. Miro la hora, llevo retresado media hora y el tío Lucas probablemente me estará condenando, estará pensando que no sirvo, que soy un incompetente, así como me dice siempre, así como me trata.
Dejo el trapete a un lado, sacandome los guantes de goma amarilla porque el palo de madera del trapete puede acarrear germenes externos del momento en que fue fabricado, riesgo que yo no puedo tomar, porque no me puedo enfermar, porque si me enfermo mi gato también lo hará y los gatos gotean mucosidad por la nariz al estar enfermos, y esas son más bacterias y es más sucio. Un sucio que después tengo que limpiar.
Reviso mi habitación para saber sí todo está en orden, las ventanas abajo, las puertas cerradas, las luces apagadas y encendidas en los lugares donde la luz solar hace su menor punto. Finalmente salgo, a pie para evitar contaminar mis pulmones del humo del auto, que igualmente lo aspiro al caminar pero no tan profundo como ponerme detrás de otro auto.
Cuando llego a la tienda del tío Lucas, este me está esperando con un ceño fruncido, con una mueca, con esa expresión de desaprobación que yo siempre he odiado. Tío tiene una tienda de encomienda, las personas suelen traer sus cosas y nosotros mandamos esas cosas a otros sitios y cobramos por hacer eso, algo bastante sencillo, pero tedioso al momento del papeleo y el conteo.
La mañana transcurre tranquila, no hay mucho movimiento, exceptuando el de la aguja del reloj cada vez que va marcando un segundo, haciendo un sonido chiquito y casi inaudible, pero se escucha. Mi trabajo es en el mostrador, suelo verificar en la computadora sí alguien tiene un pedido o sí ese alguien va a mandar algo, y mi trabajo es sumamente importante porque si no lo hago correctamente el cliente pone quejas, y sí el cliente pone quejas entonces llaman a nuestra encomienda y mi tío me regaña, y cuando me regaña me dice que soy un inútil ineficiente y eventualmente eso también me hace sentir mal.
A las 3:42 pm llega una muchacha y una niña, la niña trae un helado consigo y ya casi tengo la imagen en la cabeza de la gota de helado de vainilla que cae al suelo, y me muerdo el labio inferior con fuerza ante la ansiedad de saber que no me voy a poder resistir a acercarme y limpiar, incluso dejando de lado el trabajo principal que es chequear el pedido.
La vista se me va a la muchacha, es de pelo negro y figura flaca, tiene la piel blanca y los ojos oscuros y grandes. Me regala una sonrisa que me hace olvidar por 52 segundos que la niña viene derramando helado desde que pasó por la puerta. Mi vista se sigue centrando en la mayor, tragando saliva y colocandome nervioso sin pretenderlo. Casi es usual cuando me pasa con una chica bonita, pero las chicas bonitas no se fijan en mí porque piensan que soy extraño, que hay algo malo en mí.
No considero que algo esté mal en mí, solamente necesito que las cosas estén organizadas a mi manera y sin minúsculos detalles que puedan actuar en contra de mis planes.
Al parecer no es algo del agrado de las chicas, quizás mi destino es mantenerme solo con Migos, quien parece ser el único al cuál no le molestan estas actitudes.
-Ah, hola, ¿que tal? Creo que me llegó algo esta mañana, pero no estoy muy segura.
La voz de ella me había dejado un cosquilleo en la garganta, un sudorcito en la palma de la mano y en la espina dorsal. Me tomé un momento en apreciar sus manos, que me acercaban una identificación, la cual me tomé también el tiempo de apreciar. Acariciar el nombre con la lengua, un nombre que sin querer dije en voz alta.
-Isabel.
Cuando me percato de lo dicho me disculpo, me disculpo unas tres veces y la muchacha se ríe, ¿por qué se ríe? Es en serio, ¡me estoy disculpando en serio! No entiendo por qué se ríe, por qué, ¿tengo algo en la cara? Y me miro inmediato en el espejo de al lado y ella se vuelve a reir.
-Epa, ¿pero pasa algo? -murmura ya sin reírse, con el ceño fruncido.
Niego cuatro veces, mirandola un momento y después mirando a la niña que se había derramado el helado completo en la camisa, y una cuarta parte del mismo ya había viajado hacia el suelo. Siento como las mejillas se me están volviendo rosadas de la rabia acumulada. Tomo el pedido, tecleo rapidamente los datos en la computadora, entrego el pedido, miro a la chica irse con una expresión extrañada, la niña también se va.
Me tomo un momento para respirar, y pensar en el momento en que sus manos me habían estirado el papel, en que me tocaron un poco la piel. Miro el recorrido de helado y la vista se me nubla, sé que el Tío Lucas me había mandado a hacer algo pero solamente puedo pensar en dos cosas:
Que sus manos a pesar de no saber donde han estado me provocan no lavarme las manos.
Y que eventualmente me las voy a tener que mojar y borrar el rastro de Isabel cuando tome el trapeador del cuarto de limpieza y comience a limpiar todo lo derramado por la hermanita, hija, prima o lo que sea que Isabel haya traído. El ser nauseabundo y detestable que había traído, que hizo que mis dedos ya no tuvieran más esencia de Isabel sobre ellos.
Made by: @camperos
Relatos que combinan trastornos de ansiedad, como lo es el de la limpieza y el orden, van muy bien, sobre todo porque supiste como utilizarlos para crear una historia peculiar.
Saludos @camperos!
La verdad es que llevo muchísimo tiempo queriendo hacer un libro sobre este tema, ligado un poco a una historia de amor. Quizás por eso, que no es tan normal mirarlo así.
Muchisimas gracias por el apoyo!!
Jejejejeje, mi pareja tiene que tener todo organizado, si no, pos no duerme. Sé como se siente.
entiendo todo... tengo varios conocidos así... excelente relato... enamorado de tus letras...
tu historia es peculiar sabes , mas allá de la historia es algo con significado , me gusta camperos .
I loved <3 te sigo. Me encantas <3
Saludos desde Venezuela/Anzoátegui. Porque "Camperos"?.
Madre mia, una de las historias que me ha cautivado.
Al principio al ver la longitud del relato, dije veremos a ver.. pero madre, que bien escribes! Se lee solo.
Simplemente no se que decirte, me has dejado sin palabras.
Te adentras en esa mente que no para de pensar en su limpieza, el orden, el pedido, que el tio no la regañe, y en un instante, plas! Solo Isabel.
Espectacular