Utopía o nihilismo lacaniano; del inconsciente

in #spanish7 years ago (edited)

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Existimos infinitamente para el sistema, mas, para el sistema, existimos demasiado poco. Quizá, incluso si cabe, para él existimos inverosímilmente. Lo cual, en progresivo detrimento de la voluntad, existimos como nefando rumiante que regurgita palabras constantemente. Sucesivamente. Regurgitamos palabras y además, sólo aquellas que nos son ofrecidas como miasma, alimento y esperanza. Es concebible acaso, que el hombre retorne a su temperamento selvático para acabarlo todo de raíz, chuparse todo el oxígeno que respira el sistema, y, si es posible, arrancar de cuajo toda planta para impedir la fotosíntesis para, de esa forma, erigir un genocidio universal y absoluto que se lleve tanto al sistema como a nosotros; porque el sistema existe gracias a nosotros y nosotros, gracias al sistema. Aunque para él, nosotros, en grado superlativo, seamos lo abstracto y, en grado superior, inverosímiles y quiméricos. Pero tal genocidio; no, genocidio no, al menos una palabra más honrosa: tal «operación» requiere por lo menos una nación de Hércules carniceros sin ideales y de brutalidad que no conozca fin, además de una jauría enorme cual una mar repleta de cetáceos, de hombres honrosos dispuestos a morir por un ideal. Los quijotescos unidos a los carniceros. Una dupla impensable. Tan inverosímil que le otorgaría al sistema cierto fundamento en su desdén hacia nosotros. El imaginario de un ejército de este tipo también es un superlativo de la unidad; unidísimos para acabar al sistema. Y se alegorizaría una abolición de clases; idealistas y carniceros: igual a pensar en Victorianos unidos al Marqués De Sade; en marxistas unidos a la sociedad burguesa; en nazis unidos a los judíos; en fin. Todos unidos contra el sistema. Con un fin: hacer retornar al mundo a su origen; la ignorancia primitiva de sí sobre nosotros.

Si el mundo retornase a su origen, retornaría de forma incompleta: reanudaría la perfección de sus fronteras sin Adán y Eva, sin ofidias psicológicas o políticas, sin árboles de frutos prohibidos. Retornaría, aunque incompleta, a una puridad sin precedente. Pues, cuando «nosotros» no está incluido, todo es sin precedente. Sin carne que la subyugase, el mundo reposaría como una roca inmensa gravitando en el espacio. Pero, Lo malo de la utopía es que se piensa demasiado. Lo peor de una utopía, cualquier utopía, es que sea demasiado meliflua y candorosa. ¿Cuál es el derecho fundamental de la utopía? El derecho de la omnipotencia, es decir, que la ubicuidad latente en cuanto se la piense, no sea, para quienes la piensen, ígnea sinecura, como sucede por el contrario, con quienes piensan constantemente en el Creador y profesan sus palabras. La entidad habitante del imaginario idealista del mundo, no puede prometer nunca, un mundo mejor para quienes la entrañen abiertamente. Porque pierde toda textura cualquier utopía dispuesta a ser el blasón en el supuesto de una realidad de sí. Además de que en el supuesto, de darse, ya no sería utopía. Ya no sería heroica forma de lo irrealizable. En suma, molesta y odiosamente meliflua y candorosa. ¿Es coherente una utopía que se considere imposible empresa para los terrestres? Su imposibilidad es lo que la hace tan indomable y carismática; frente a ella los optimistas y esperanzados pierden cualquier solidez y los desesperanzados adquieren notable hondura. Y es la única por la que los populistas caigan tan estrepitosamente en popularidad ¡cómo no indurarla cual lithikós en el riñón!

Lo que se puede decir de las utopías, lo más cómico, es que son un ejercicio de desfascinación. Como bien se sabe, un hombre desfascinado muere rápido, tan rápido que, incluso respirando, ya no conserva signos vitales. Y quizá no se unan los quijotes y los carniceros. Pero si todos los hombres ejercieran tal ejercicio tan jovial como esclerótico, el mundo quizá si retornaría un poco más rápido a ese estado de desolación. En desolación, no hay sistema con peso: caería sin el soporte de sus columnas.

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Enhorabuena, como siempre aportando calidad a la comunidad.

@sancho.panza Y como siempre tú, pasando por aquí. Un abrazo.