El vanagloriado del tintero - #Relatosemergidosdelalma

En el humilde pueblo de GrusanVille abundaban los escenarios de amoríos que bañaban las calles de una sensación agradable, a veces inimaginable. Muchas veces veía que parejas jóvenes se paseaban sin ningún temor de ser vistos, esto me hacía pensar claro, que no se ocultaban de nada ni de nadie. Podrías agasajarte de ver como todos eran felices en ese pequeño poblado, pero claro, toda luz tiene oscuridad, solo que a veces no la vemos a simple vista, y eso no me pasó hasta un día conocí de lejos a la aguja del pajar.

En ese tétrico lugar donde todos aparentaban ser felices se encontraba Gorgi, artista pintor y amante de la literatura, le apasionaba escribir relatos aunque no tuviese ni la más mínima idea de cómo se hacían. A igual que todos siempre aparentaba la más grande felicidad, debo admitir que a veces me sentía incómodo estando en aquel lugar, todos se comportan de una manera extraña. Una mañana me acerqué en silencio a la habitación de Gorgi. Tomando la ocasión de estar sin nada que hacer . Estaba en su habitación, escribía con pluma y tintero en un gran libro en blanco, relataba una historia allí, lo percibía, pero escuchaba también una voz amenazante del exterior de la habitación <<Gorgi, dejad ya el estúpido pergamino y ven a desayunar>>, y hasta allí vi, pues Gorgi se fue de la habitación y no me quedo de otra que irme de esa ventana.

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Todos los días a la misma hora me acercaba a esa ventana, aprovechando la oportunidad de que mis padres no me vieran y teniendo la osadía de escaparme. Siempre que asomaba la mirada por esa ventana, veía a toda la Familia Sanders. Su padre era un ebrio y su madre tan indiferente, también estaba su hermano quien se le notaba algo inseguro pero en ningún momento dirigía la palabra a otro miembro de la casa pero bueno, son solo apariencias que uno nota al primer momento en que se ve a una persona. Y creo que ese es uno de los peores errores del ser humano, dar prioridad a las apariencias y no al verdadero ser interior.

En fin, Ese segundo día que volví y lo único extraño que allí noté, fue ver a Gorgi llorando. Pero como antes, con la misma pluma, el mismo tintero y escribiendo sobre el mismo libro en blanco. Notaba un cierto vacío en su mirada, pero ni siquiera se percataba que yo estuviese allí. Y me fui.

Así fueron pasando los días, yo seguía yendo y viendo a la misma hora, pues era el único momento que tenía para hacerlo. Pasaron exactamente diez días de soles y nueve de lunas, y esa mañana fui como siempre. Esta vez veía al mismo chico en el mismo lugar y su madre alejándose diciendo <<Cállate no llores, ni que fuese la gran cosa como una pieza de oro, es solo un estúpido papel y no quiero ver que escribas nada jamás >>. - se alejó y azoto la puerta. Fue allí donde dirigí mi mirada hacia el piso y vi el libro de Gorgi con la mayoría de sus hojas rotas. Vi la cara de Gorgi y su mirada pasaba de ser un semblante de tristeza a uno no de felicidad, pero sí de esperanza. Tenía en sus manos ahora, un pequeño corazón de papel rojo, parecía pergamino pintado con acuarela natural. Como siempre me fui, pues era hora de tomar rumbo a la universidad y Gorgi creo que también.

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Ansioso todo aquel día de estudiar, no pensaba más, si no en qué trataba ese corazón de papel y ¿para quién era?, solo me quedaba a esperar el siguiente día.Como quizá esperabas, fui, pero esa misma noche al salir de estudiar, y esperaba que Gorgi estuviese más feliz. Porque Por alguna razón que no se, sentía algún tipo de cariño hacia él, sin siquiera hablarle, era como sentir ser su amigo, sin saber nada más que su nombre y donde vivía. Asomé mi cabeza de coco por la ventana y lo vi. No fue lo que esperaba admito, lloraba, lo hizo por diez minutos seguidos y en su mano tenía ese misterioso corazón de papel. Luego de ese largo tiempo se levantó de su cama, secó sus ojos y subió la barbilla, salió de su habitación.

Hice algo indebido, el misterio en mi cabeza no me dejaba en paz y estiré mi mano hacia su cama, logré alcanzar el corazón, y por acto seguido lo leí, allí decía en una de sus caras:

Hola Margaret, vengo a decirte lo siguiente en estas pobres tres líneas, pero líneas del lo más profundo del ser; tenemos mucho tiempo siendo amigos y la verdad es que siento que ocultarte mi desdicha es más que injusto, tú me gustas y me he enamorado de ti, eres el faro entre tanta oscuridad. Me gustaría saber qué piensas de esto. Y si te gustaría salir conmigo.

Di vuelta al corazón y el reverso estaba lleno de gotas de agua, y allí leía:

Lo siento Gorgi, mi familia jamás estaría feliz con que una chica de alta sociedad y con buenos principios anduviese de amoríos con un chico de tu clase, lo mejor será alejarnos.

Puse el corazón en su cama y me fui, como si no hubiese leído nada en ese papel, pero, la verdad reflexionaba. Sobre cómo un ser puede tener tantas tristezas en su alma sin aparentarlo, con ese semblante feliz que daba frente a todos en las calles del pueblo.

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No había podido ir ya en varios días, hacer lo que ya se había convertido en una rutina, Quizá esos días me hicieron pensar en acercarme a él, pero no tenía modo de hacerlo, no tenía modo de explicar cómo sabía lo que estaba pasando.

Pasaron exactamente dos semanas y cada que iba a verle; estaba peor a la vez anterior. Su habitación ahora estaba oscura, desordenada y mal oliente, y el por el cabello hecho un lio y su ropa sucia; como si viviese en la oscura calle. Yacía en un rincón escondido escribiendo en su libro de relatos, con una cara sonriente, era como ver a una persona tener todo envuelto en llamas a su alrededor, y aun así estar con el mejor ánimo, ya no era el chico raro que vi en eso, un mes atrás.Volvía todos los días, y lo que cambiaba era que cada vez se posaban más pergaminos con escritos sobre su escritorio. Parecía por el escenario, como si esos más de treinta relatos fuesen sido escritos en menos de una semana.

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El último día que le vi en mi tiempo de memoria, recuerdo fue un cinco de mayo, dos meses después. Eran las siete casi anochecer, y pase pateando una roca por la calle humilde de ese pueblo raro GrusanVille, pueblo extraño y del cual ya hacía tiempo vivía en el. En fin, oí gritos y llantos que salían de la casa de Gorgi. Estaba un carro blanco de ambulancia y sujetos vestidos de blanco, esperé a que salieran escondido detrás de un árbol, y al salir llevaban a un chico atado con una camisa blanca que no dejaba que ni moviera sus brazos. “Estará mejor con nuestra ayuda” dijo uno de los enfermeros. Allí sentí lo que era tristeza de saber que una persona puede ocultar más cosas en su ser de las que se imagina, pero tarde o temprano lucha a salir, sentimientos escondidos para mostrar al mundo que estamos bien. Lo que más me dolió era ver que a mi hermano se lo llevaron sin pensar, a un lugar donde estaría aún más aislado. Donde superaría entre comillas, ser maltratado por mis padres y rechazado por todo el que lo conocía, era de esperarse.

Era mi propio hermano viviendo en la misma casa y por miedo nunca me le acerqué a preguntarle si estaba bien, bajo el mismo techo con vivíamos como dos extraños mientras yo me escapaba a verle por la ventana porque mi madre me enseñó que a nadie le importan los sentimientos de los demás. Porque el mundo vive de apariencias, ahora escribo esta pequeña historia leyendo todos los relatos que Gorgi escribió, sin importar lo triste de su vida. Vanaglorio sus historias . Allí en la sociedad donde las personas aparentan estar bien. Gorgi desde esa vez se convirtió en mí vanagloriado del tintero.

FIN...

Teddy Sanders. Atlanta. 1989

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Quien se despide un escritor más @chopiliart