Ahora que tengo a Cristo, ya maté mi carne.
El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
Lucas 2:18
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Buenos días, hoy quiero mostrar la humanidad de María.
Ella como simple mortal, fue designada para engendrar a Jesús.
Diciendo esto:
¿Tiene similitud con nosotros?
Siempre estoy escribiendo acerca de QUÉ o QUIÉNES SOMOS, muy poco me ocupo de QUIÉN DEBO SER.
Al igual que María, nosotros (Hombres pecadores, enemigos de Dios) hemos sido privilegiados en portar, ser tabernáculo cuyo lugar santísimo está ocupado por el arca.
En resumen, en este cuerpo de corrupción HABITA la vida de Cristo, un nuevo hombre.
¿Se diferencia de María?
María lleva en su ser un niño engendrado por el Espíritu Santo, Nosotros llevamos en nuestro cuerpo la vida de Cristo resucitado (La persona).
El resto de su vida, la vivió normalmente. Ayer hemos visto que había ido a buscar el cuerpo de Jesús muerto en el sepulcro (No creía que había resucitado).
Al igual que en nosotros se manifiesta la naturaleza humana.
Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo.
Romanos 7:18
Santo, Pastor, Apóstol, Ministro, Anciano, Niño, Bebé...
Todos tenemos la misma naturaleza humana, pecaminosa, si nos olvidamos de esto podemos creernos algo y alejarnos de la realidad.
Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.
Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial;
pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos.
Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida.
Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu.
Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor
(porque por fe andamos, no por vista);
pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor.
Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables.
Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
2 Corintios 5:1-10
Gemimos dentro de nosotros mismos.
Muchas Gracias por compartir esta lectura, deseo que el Espíritu Santo de Dios traiga revelación de su palabra a nuestras vidas.