La meta de tener metas (historia corta)
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Pienso que es bueno tener metas. Yo tengo toneladas de ellas. Las colecciono. Solía tener la meta inicial de "imaginar ideas para Disney", pero cambié eso en 1999 por la excesivamente pretenciosa meta de "ser director de cine". Luego, en la universidad, accidentalmente quemé mi meta de "ser director de cine" con un fósforo que estaba usando para encender un cigarrillo. Estaba un poco decepcionado por eso, pero no tanto como para mantenerme alejado de mi pasatiempo favorito de coleccionar metas. Aunque había perdido algunas grandes, todavía tenía muchas otras metas para mantenerme enfocado. Ciertamente, la mayoría eran aquellas a las que solo prestaba atención en mis mejores horas de aburrimiento. Algunas de estas eran mi meta de "practicar artes marciales" y mi empolvada meta de "ser dibujante". Luego estaba mi brillante meta de "ser estrella porno", a la cual todavía dedico muchas horas de estudio diario, pero que de otra forma mantengo encerrada en una caja de zapatos debajo de mi cama.
Soy como un sucio niño del pantano con ranas en los bolsillos, tengo la necesidad compulsiva de encontrar metas grandes y pequeñas para llevar conmigo. Me llenan, me dan un propósito y, a menudo dirigen mi camino. Por otra parte, también agregan el gran peso de las expectativas a mi vida. Y por mucho que pueda necesitar una luz al final del túnel, a veces hay demasiadas direcciones para elegir y el camino se vuelve demasiado brillante para ver.
Hace unos años, decidí aligerar un poco la carga de mí obsesión con las metas. Me había alcoholizado esa noche para olvidarme de mis preocupaciones. No pasó mucho tiempo antes de que recordara rápidamente una vieja y familiar meta que se relacionaba únicamente al alcohol. Esta era mi vieja meta de "jugar unas cuantas partidas de pool y embriagarse en un bar irlandés". Considerando el lugar donde estaba, esta era una meta tanto a corto plazo como alcanzable, así que no me esforcé demasiado para pensarlo. Después de todo tienes que darte algunos regalos de vez en cuando.
Ojalá recordara el nombre del bar en el que terminé. Estoy seguro de que tenía un "Paddy" y un "O'algo" en el letrero. La mesa de pool era pequeña y desgastada, las luces opacas y parpadeantes, y los clientes eran de la localidad, a excepción de mí. El bar O'algo tenía una deliciosa selección de bebidas, una de las cuales me llamó particularmente la atención. Recordando una meta que tuve varias noches atrás de pedir cierta bebida la próxima vez que encontrara un lugar que la ofreciera, solicité una cerveza. Cuando el trago llegó a mis labios, pensé que tal vez me habían servido la marca equivocada. Estaba rancia, tibia y era dolorosa de beber. Pero había pasado mucho tiempo desde la última vez que probé esa marca en particular, así que seguí bebiéndola y pensando, hmmm, esto no sabe como lo recuerdo. Entonces tome otro trago y todavía seguía sin saber bien. Empecé a sentirme un poco enfermo, pero tomé otro sorbo y ¡No! aún sabe mal. Esto continuó hasta que el vaso estuvo prácticamente vacío y mi boca sabía como si alguien hubiera frotado la axila de un mono por toda mi lengua.
Con el vaso casi vacío, sentí que había hecho la investigación adecuada para tener la suficiente confianza y decirle al cantinero que la cerveza se había echado a perder. Ofrecí mis quejas constructivas, él me miró, luego miró el vaso casi vacío y dijo: "Bueno, era lo que quedaba en el fondo del barril, así que pagare tu próximo trago como compensación, pero la próxima vez, deberías tratar de llegar más temprano".
Le indiqué otro grifo de cerveza para mi trago de repuesto y luego comencé a explicarle por qué había sentido la necesidad de beber tanta cerveza asquerosa antes de hablar. Dije que me preocupaba sobre todo insinuar una calidad mediocre en el servicio de un establecimiento tan bueno, y que tenía que estar cien por ciento seguro antes de presentar la queja. Continué diciendo que a veces tiendo a imaginar cosas y...
Él me interrumpió colocando el vaso en frente de mí. Y me miró a los ojos con una expresión que parecía decir exactamente: "Cállate y bebe tu cerveza gratis".
Yo no discuto con los cantineros telepáticos, así que sonreí, tomé mi cerveza y puse algunos billetes sobre la barra. "Hacer el tonto frente a un cantinero", una meta menos, pero la siempre presente meta de "cerveza gratis" lo compensó. Más tarde, jugué algunas partidas de pool y mi meta de "jugar pool en un bar irlandés" resultó fructífera. Decidí presionar mi suerte y ver si podía lograr la meta de "ganar en un juego de pool". Jugué contra un tipo de pelo rizado llamado Lee y su prima Alison, ella era un tiburón. Luego jugué contra una chica sueca bien dotada que se refería a sí misma como Sheri y una chica irlandesa llamada Vanessa que jugaba como si hubiera pasado toda su vida junto a una mesa de pool. Mitch, un amigo de Lee con un logo de los medias rojas tatuado, también jugó, pero por decirlo de una manera amable, él fue más bien como un espectador que apenas y podía hablar.
El acuerdo era que quien ganara recibiría un trago como premio de parte de su oponente. Terminé jugando cinco partidas de pool, las cuales fueron todas victoriosas. Esos fueron cinco logros para la meta de "ganar en un juego de pool" y uno para la meta de "embriagarse en un bar irlandés". Las chicas con las que había jugado eran por mucho las mejores del grupo. Sin duda eran mucho mejor que yo, pero cada una de ellas terminó tirando la toalla al golpear por accidente la bola ocho. Me dijeron que fue una suerte increíblemente tonta de mi parte, la palabra "tonta" fue enfatizada. Traté de explicarles que había empleado tácticas de control mental para ganar, pero se echaron a reír como si estuviera bromeando. Luego les dije que había aprendido esos trucos del cantinero y casi me creyeron. Al pasar de las 3 a.m, había jugado y ganado cinco partidas de pool y estaba a dos sorbos del colapso. Conseguí una cerveza gratis y cinco cervezas de victoria adicionales. Si lo sumas, puede que solo parezcan cuatro metas logradas durante la noche, pero como había ganado cinco juegos y obtuve cinco cervezas de victoria, multipliqué dos de las metas por cinco cada una, lo que me llevó a un total de doce metas logradas en una noche... Después de haber sido tan productivo, me encontré sin más metas que atacar. En ese momento, bien pudo haber sido mi brújula impulsada por metas, que a falta de estas comenzó a girar sin control, o la embriaguez producida por las cervezas lo cual hizo que mi cabeza comenzara a girar. Necesitaba algo que me mantuviera en tierra, que me diera un propósito, que estableciera mi camino, pero todo estaba demasiado resbaladizo. Intenté enfocarme, pero mi meta de "enfocarme" solo se reía de mí.
Desperté después del amanecer, en un nido de papel de aluminio, al lado de un callejón, reconocí que estaba a dos cuadras del hotel donde me estaba quedando. Mi meta de "buscar un lugar de emergencia para descansar" debió haberse activado cuando regresaba a casa desde el bar O'algo. Mientras me quitaba el papel de aluminio, una pequeña hoja de papel doblada se cayó desde el bolsillo de mi pecho. Era una nota de la chica sueca, Sheri, pidiendo una revancha y dándome su numero. La meta de "llegar a salvo a casa" era prioritaria, pero la meta subconsciente de "conseguir el numero de teléfono de la chica sueca" parecía haberla superado.
Gracias a dios que las chicas no pueden resistirse a un hombre dedicado a sus metas.
Excelente..! ¡Ovación de pie..!
Una historia de bar irlandés disfraza una entelequia sobre las metas de manera exquisita..! ¡Votado por Engránate!
Muchas gracias por su voto.