Escenas sueltas-Una enfermedad llamada "despecho" y una cura llamada "amigos"

in #spanish6 years ago (edited)
Escenas sueltas es un espacio de escritos aislados que funcionan como germen para una historia más larga. Es un segmento en el cual los lectores también pueden utilizar su imaginación para contar lo que pasó antes o después. ¿Qué pasará o qué habrá pasado?


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-No puedo más, una fuerza brusca me hala.

-¿Tanto así? ¿Pero qué te hizo?

Suspiro.

-De pronto un día desapareció. El teléfono no sonaba, no recibía cartas y cuando tuve la oportunidad de enfrentarlo, no me dijo nada de lo que había sucedido. Le mencioné el tema y tomé la decisión de dejar las cosas en buenos términos, pero de una vez alejarnos y dejarnos. Él no hizo ningún esfuerzo por llevarme la contraria. Parecía que le estaba liberando de una carga. Nunca me dijo para intentar remendar las cosas o llevarlo más despacio. Pensé que tal vez haría algún esfuerzo por decirme que saldríamos de eso, pero no. Su frialdad me perturbaba un poco y en ese momento parecíamos dos personas que a penas se acababan de conocer.

Había mucho silencio y atención sobre mí. Era un monólogo poco agradable, intentaba que mi voz no se quebrara, pero era una tarea imposible, así que me dejé llevar. Tal vez era necesario que sacara todos esos sentimientos. Sentía miedo de no superar ese estado y quedarme enganchada para siempre en él.

-Tenía mucha energía para entregarle a la relación, estaba dispuesta a enamorarlo todos los días. A motivarlo, ayudarlo, apaciguarlo cuando estuviese molesto o ansioso. Estar con él en la enfermedad, creer en él cuando nadie lo hiciera, celebrar sus éxitos y hacerle el camino más ligero. Podía hacer muchas cosas por él, pero había algo que no estaba dispuesta a negociar…

Hago una pausa para tragar y liberar el nudo de mi garganta. Me dolió un poco, tomo aire.

-A mí.

Todos arrugan la cara. Parecían no entender mi cuasi monosílabo.

-La filosofía que profeso no lo permite. Y existe una línea muy delgada entre quererse y no quererse, no voy a mendigar amor, no estoy para darle lástima a alguien o perder la dignidad.

De pronto estallo en lagrimas y se me corta la voz. Todos los ojos puestos en mí, qué iban a pensar: que era una tonta, que detrás de la coraza había alguien débil…eso ya no me no me importaba mucho.

Se me acerca Amanda, toma mi mano y me seca las lágrimas.

-Por favor, Gladys, tráeme un pañuelo.

-Vos necesitas una terapia. ¿Y sabes cuál es la mejor?

La miro, siento mis ojos hinchados.

-Disculpe, señorita, ¿me concede esta pieza?

Me extiende su brazo para sacarme del sofá. Le doy una oportunidad y le tomo la mano. Luego entrelazamos nuestros brazos como si estuviésemos llegando a un baile real.

Amanda dirige su mirada hacia las muchachas y hace un pequeño gesto para que se levanten del sofá.

-Ahora, ustedes harán “pom pom”. Ustedes “tin tin”.

Ella aplaude insistentemente y las demás la siguen. De pronto me agarra de ambas manos y comenzamos a bailar. Saltos a la derecha y a la izquierda, me da una vuelta y luego las dos giramos. Nuestras manos parecían un péndulo que, en vez de moverse de un lado al otro, se movía de arriba hacia abajo. El acompañamiento de los sonidos “pom pom” “tin tin” y los aplausos eran muy buenos. Amanda también los hace y mientras bailamos me sonríe. Es contagioso esto.

Los veo cantando y el tiempo se detiene, me reconforta saber que ellas están allí. Ya no escucho nada de lo que cantan o lo que dicen y me convierto en puras sensaciones. Siento como mi mente se va despojando de aquello que hace unos minutos atrás me hacía sentir mal. Vienen imágenes muy bonitas, soy más ligera ahora y parece que tuviera unas copas encima. Se me adormece la cara y el resto del cuerpo parece una pluma.

Risas y cantos en el fondo, todavía no los distingo. Teresa se acerca a nosotras, me roba de los brazos de Amanda. Ella busca otra pareja y en un abrir y cerrar de ojos éramos una rueda de personas bailando. Hay una cosa más gratificante que ser feliz y es ser feliz después de unas lágrimas. Se disfruta mucho más. Es una sensación reconfortante.

Siguiendo el ritmo de la música que había creado Amanda continúo bailando y entre risas y risas suena el teléfono de la casa. Todas volteamos y dirigimos la mirada hacia el penetrante sonido que viajaba por las paredes e intentaba esquivarlas al mismo tiempo.

¡Espero que les gustara!

Escrito original de @davincix



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