¡Quien pierde el techo gana el cielo!

in #spanish7 years ago (edited)

Lo admito, esa frase no es mía, pero la escuché hace poco y me quedó sonando en la cabeza. Me hizo reflexionar mucho acerca del tema de tener y no tener materialmente hablando. No creo que yo sea la única persona que ha perdido todo varias veces y que le ha tocado volver a comenzar de cero. De ahí que la frase me impactó mucho.

Vivimos en un mundo tan materialista, que te miden solo por lo que tienes y no por lo que eres. Mientras más ceros a la derecha tenga tu cuenta bancaria, más vales para los demás. Muchos podrían saltarme encima y decirme que lo que estoy afirmando no es cierto, pero al menos en mi caso, sí lo es.

Hace poco tiempo, perdí el techo, sí, literalmente lo perdí ya que era un techo seguro hasta el día en que mi madre pasó a mejor vida y mis hermanos y yo entramos en disputa por las propiedades que ella nos heredó. Cabe mencionar que en la actualidad, no recibo ningún beneficio de dichos bienes. Perdí el techo y tuve que salir huyendo de ahí antes de que me echaran. Sentí miedo, no miedo no, pánico, pero me tocó que hacerme responsable de mi vida, al menos en términos económicos. A veces nosotros como padres, tratamos de darle lo mejor a nuestros hijos y en ese evitarles incomodidades les cortamos las alas y los hacemos hasta cierto punto inútiles y dependientes. Mi madre tenía una frase que aún hoy la recuerdo: “¡El que quiere celeste, que le cueste!”

No voy a decir que es lo mejor que me ha pasado, pero sí que era necesario, porque entonces empecé a pensar que tan importante es tener cosas, materialmente hablando. Y aprendí dos lecciones en este tema. A veces "el árbol que tienes en frente, no te deja ver el bosque que hay detrás". Ese techo seguro que yo tenía, me daba una libertad económica que era una bomba de tiempo, aunque en su momento, yo no lo sabía. Así que, al perderlo, ¡me gané el cielo! Sí, el cielo, porque ahora me permite ver la inmensidad de oportunidades que hay más allá del techo que me albergaba. Hay una frase muy popular que dice “El cielo es el límite” y es ¡cierto!

La otra lección que aprendí es que lo material viene y va. He tenido cualquier cantidad de cosas a las que en su momento he tenido que renunciar. Este evento me ha pasado una y otra vez, y estoy segura de que me seguirá pasando. Leía un artículo de una panameña a la que sigo, que me hizo reflexionar sobre este tema del tener. Ella viaja por el mundo y se estaciona tres meses en cada país al que va en su vida de nómada digital. Tiene millones de seguidores y ella misma ha afirmado que en su vida de bloguera ha quintuplicado sus ingresos. Ella anotó que todo lo que necesita es precisamente lo que le cabe en su maleta y que viaja ligera, sólo con lo necesario. Entonces, ¿para qué más? Así que, el que más tiene no es necesariamente el que cuenta con una gran cantidad de cosas tangibles a su haber.

En la búsqueda de encontrarme a mi misma, he navegado todo tipo de sitios buscando la forma de generar algo de dinero ya que aparte de haber perdido el techo, también cambié de país de residencia y a pocos meses de estar aquí aún no he logrado más que gastar los pocos ahorros que aún tengo. No sé si tengo vena para la escritura, pero me gusta. No estoy aquí nada más para ganar algo, pero no niego que mal no me caería.

Nadie tiene una fórmula para el éxito. Y lo que es éxito para mí, tal vez no lo sea para otra persona. Lo que me hace feliz a mí, tal vez no le haga feliz a otro. En concreto, lo que este escrito quiere dejar en estas líneas, quizás es algo que sólo tiene sentido para mi, pero igual se los comparto.

El haber perdido el techo, me ha dejado un cielo infinito de oportunidades, mismas que busco todos los días incansablemente. No sé cual de ellas me lleve al “éxito”, y este a su vez se traduce para mi en poder sostenerme económicamente y sin lujos, pero sí con dignidad. Eso es lo que este cielo infinito de oportunidades abrió ante mis ojos, cuando se me cayó la venda que traía desde hace años, venda que no era nada más y nada menos que mi dependencia.

Estas líneas las he escrito con el corazón en la mano. Espero que alguien más le hagan reflexionar como lo he hecho yo al escribirlas.

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