“Si quieres ver a Dios reírse, cuéntale tus planes”

¡Esta sí que es una gran verdad! Cuantas veces uno hace “planes” y viene la mano de Dios y los cambia. Hay una frase que dice: “Los planes se hicieron para cambiarse” y esa, es otra gran verdad. De algo sí estoy segura, y es que no importa el resultado del cambio, esto siempre es para bien, y siempre es lo mejor que pudo haber pasado.

Por mencionar un ejemplo; a cuantos no les ha pasado que los despiden de su trabajo y devastados, no saben que hacer, se les cae el mundo encima acompañado de depresión y muchas veces hasta de enojo. Nos ofuscamos y no vemos el norte claro, pero luego viene la mano poderosa de Dios y resulta que te quedaste sin ese trabajo porque te esperaba una oferta mejor, o quizás, porque era el momento de iniciar tu propio negocio.

Siempre que se nos salen las cosas de “control”, tendemos a ponernos un poco locos. A todos nos queda muy cómodo permanecer en la zona de confort. Esa zona donde todo es una constante, sin emoción, pero sin angustia y por consecuencia llena de conformismo.

En mi caso particular, recuerdo que tuve una experiencia igual a la que relaté anteriormente. Bueno, no fui yo, fue mi exesposo. El tenía un muy buen trabajo, con una compañía norteamericana ganando en dólares y al cabo de unos años lo despidieron sin previo aviso. Fue una experiencia muy dura pues habíamos comprado casa y teníamos un niño pequeño, además, yo no trabajaba ya que me dedicaba al hogar. Fueron momentos de mucha angustia, recuerdo como lloraba mi ex, y como me impactaba verlo tan devastado.

Dos meses después, él ya había conseguido otro trabajo que, aunque no le pagaba mejor, le había devuelto las esperanzas y la seguridad en sí mismo. Con ese trabajo vino un cambio de residencia y recuerdo que los años que siguieron a ese evento fueron muy buenos en todo el sentido de la palabra. Dicen por ahí que “el final de algo es el principio de otra cosa mejor”. Y en nuestro caso, aplicó.

Supongo que todos tenemos historias para contar de como algo que parecía muy terrible al principio, terminó siendo una gran bendición. Bien dice el refrán: “No hay mal que por bien no venga” o este otro, “Nunca está más oscuro que cuando va a amanecer”.

En síntesis, creo que es bueno tener planes, y creo que por muy bien que nos vaya, las cosas siempre pueden cambiar de un momento al otro y siempre hay que estar abierto a esa posibilidad. No quiero decir esto en un tono pesimista pero no podemos dar nada por sentado. Lo que quiero dar a entender es que tenemos que ser más flexibles al cambio porque estos vienen sí o sí. Nunca se puede uno dar el lujo de sentirse en “su charco” porque las cosas siempre cambian. Tampoco estoy diciendo que Dios es malo y que nos manda sólo cosas malas. Si lo pensamos un poco, no importa de lo que estemos hablando, y sí las cosas cambian, siempre será para bien de nosotros. Y tal vez, haya quien me diga que la muerte de un ser amado puede ser la excepción, pero no, esto tampoco lo es, esto también trae algo de positivo. Es duro, pero es así.

Yo creo más en los planes a corto plazo porque como decía mi mamá: “¿Para qué tirar tiros tan largos?” Se los dejo como un pensamiento para meditar. Si están pasando una situación mala, créanme, ¡va a pasar! Pero igualmente, si están pasando el mejor momento de su vida, este también va a pasar. Lo importante es tener claro que todo, absolutamente todo, sucede para nuestro bienestar. Esta es una reflexión corta pero profunda de alguna manera. Espero que si le gusta me lo deje saber en los comentarios.

A disfrutar el hoy, que es un regalo, ¡por eso se llama presente!

Fuente