Repensando la naturaleza humana: una visita al Museo de Arte Contemporáneo de Caracas
Esta semana visité la II Bienal del Sur: Pueblos en Resistencia, exposición que se encuentra en el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas y que está enmarcada en cuatro temas principales: la identidad, el cuerpo, la tierra y la alienación. El objetivo de la Bienal del Sur es abrir el diálogo con los visitantes y hacerlos reflexionar sobre estos temas. Habiendo visitado la I Bienal del Sur, realizada en el Museo de Bellas Artes en 2015, sabía qué esperar: denuncia social anticapitalista en su máxima expresión. Y eso fue lo que conseguí en esta ocasión, desde una máscara diabólica con forma de Mickey Mouse hasta una deconstrucción de la Coca Cola y sus componentes venenosos.
Es notorio el alto contenido ideológico que tienen algunas de estas obras y la exposición como un conjunto, pero en términos globales muestra coherencia con los principios de la Nueva Museología. Esta corriente surgió en los años ’70 a partir de la crítica que se hizo sobre el elitismo de los museos tradicionales, cuestionando su objetivo real y tomando conciencia de la necesidad de un cambio. Por lo tanto, se planteó un nuevo tipo de museo, uno que fuese dirigido a todas las clases sociales y que respondiera a temas más realistas y necesarios. Básicamente, como diría mi querido profesor Rodrigo Navarrete, es una cuestión de preguntarse: ¿a quiénes están dirigidos los museos? ¿Por qué y para qué existen los museos?
No responderé esas preguntas, pero les puedo decir que la II Bienal del Sur tiene algunas obras que son lo suficientemente buenas como para enjuagarse la boca del amargo sabor que deja leer unas palabras de Chávez a la entrada de la primera sala. A continuación mis obras favoritas de toda la exposición:
La ficha técnica que acompaña esta obra dice: “el capitalismo produce exclusión y marginación social. El afán de desarrollo se sustenta en los más débiles: son la herida visible de la desigualdad”. Esta colección en particular incluye muchos retratos, pero estos tres fueron los que me hicieron sentir mayor empatía, la profundidad de sus miradas me llena de desesperanza con respecto a la perspectiva de este mundo que avanza en espiral hacia su destrucción de la mano de los seres humanos su mayor enfermedad. Más allá de culpar al capitalismo o al socialismo, hay que culparnos a nosotros los seres humanos; nosotros mismos hemos causado este desastre.
Sin Cordero de Dios. Aproximación a una poética de la muerte, 2017. Eduardo Azuaje.
Una sala entera es dedicada a esta colección que a mi parecer es la más impactante de toda la exposición. El artista creó esculturas colosales usando huesos de animales que buscó en Pariaguán, estado Anzoátegui. De esta manera realiza una resignificación de la muerte en una propuesta que sin duda denuncia la violencia. Los nombres de las obras son muy alegóricos: Torso de Juan, Pierna de Pedro, Brazo de Pablo. Es interesante el uso que el autor hace de la tradición judeocristiana para simbolizar la muerte. Los huesos representan los infinitos animales que hemos sacrificado los seres humanos, ya no para buscar expiación de nuestros pecados, sino para alimentar las innumerables bocas que pueblan la Tierra. De estos huesos renacen los apóstoles, fragmentados, colosales, imponentes. Apóstoles que ya no vienen a traer palabras de vida y paz, sino muerte, de la cual han sido engendrados. La violencia solo engendra más violencia, y la manera en la que Eduardo Azuaje lo representa es magistral.
Series: Quamina, Prue y Yabba, 2009. Joscelyn Gardner.
Lo que más me gustó de esta colección es la manera delicada en la que se plantea la discusión sobre el aborto. Durante el siglo XVIII, en algunas plantaciones caribeñas las esclavas usaban estas plantas tropicales como abortivos. Mi elemento favorito de estas pinturas es la combinación de una estructura dura, metálica e intrincada con una flor que nace entre ella como símbolo de esperanza. Se puede evocar la imagen de estas esclavas, a las cuales les fue arrancada su humanidad, realizando un acto subversivo que les devolvía su gerencia sobre sí mismas, en medio de una sociedad colonial opresiva y dura, llena de estigmas y prejuicios. Cualquier parecido con la actualidad no es mera coincidencia.
¡Gracias por leer y espero les haya gustado!
PD: todas las fotos fueron tomadas por mí, con la cámara de un iPhone 5C.
Muy interesante tu post. Gracias por compartir.
Gracias Poll, saludos.