Quererte, quererte olvidar| Relato (propio)
Se me han colado varias semanas, algunos cafés se han enfriado y he prometido a la fuerza que esta sería la ultima vez que escribiría para ti. Se que no me ha ido tan bien como a ti, espero que pronto llegue mi suerte, y dejes de tocar a mi ventana.
Recuerdo cuando te comencé a querer, cuando fui consiente de que miraría en dirección a ti. Tus labios se sentían como si me dieras más que vida, y resucitabas entre mis andenes la tristeza de ser un poeta empedernido. Juro que todo se resumió ese día; beso robado y roce de manos tibias. Era cierto no me cansaba de mirarte, eras la mismísima gloria,todo giraba entorno a ti. Estaba segura de que solo quería cubrirme con tus brazos en las noches de invierno, eras mi vuelta a casa, la causante de mi desequilibrio y mi poquito de verso. Eso era realmente una pena? Tan solo fui una alma vagante entre amores sin ecos.
Que loco es cuando la vida pone cada cosa en su lugar, mis ganas por ejemplo: siempre andaban esparciéndose sobre ti. Y la verdad; que inefable es mi manera de sobrevivir queriéndote. Pero sigo aquí, mas fuerte y tenaz con el pulso firme escribiéndote de vez en cuando. Es cierto que han pasado muchos viernes desde el primer "te quiero". No he podido olvidar tu mirada enternecida y la fuerza que tenias para sujetarme las penas, que ironía pensar que de pronto me soltarías. Puesto qué, para mis ganas solo bastabas tú y tu incomprensible manera de ser cuando andabas queriéndome.
Recuerdo tu cama,las cientos de veces que te me trepabas encima. Eras más que musa danzando sobre mi templo, que bendito era tenerte. Y que hora tan mala, tenias tanto poder querida, tantas armas y yo sin defenderme. Dependiendo de todo lo que me daba tu boca. Aun así no podría olvidar el primer momento en que cerré los ojos con fuerza suplicándole a la vida que en sus intentos de poner todo en su lugar, me eligiera siempre sobre ti. Era eso realmente otra pena por la cual sollozar?
Llego la hora de que mi lucha fuera precisa y que mis ganas de quererte fueran obligadas a marcharse. Estábamos así, tu disfrutando mi quebranto y yo suplicándote un poco de paz, esa que en invierno me daba tu cuello. Y pues es hora de conservar mis ganas de quererte y ligarla con la ligera desdicha que traen las grandes despedidas. Te espero en el mismo sueño, en donde las guerras sabían a victorias y en las que obligadas al encuentro logramos decirnos nuestro ultimo te quiero.