COMO NO REPRIMIR LAS EMOCIONES DE LOS NIÑOS

Existen las llamadas emociones primarias. Son las emociones que se sienten físicamente, todas las personas en el mundo lo sienten en algún momento, sin importar dónde vivan y cómo vivan, estas son: alegría, tristeza, miedo, sorpresa, enojo, asco, amor y disgusto.

Las emociones secundarias, se relacionan más con la corteza cerebral prefrontal, son más emociones sociales, son aquellas situaciones que vivimos y se nos ha enseñado a invalidar las emociones primarias. Ellas son: vergüenza, culpa, frustración, euforia, posesión, ira, celos, etc.

Es decir, si me enseñan de niño, que sentir miedo es un signo de debilidad, cada vez que siento miedo, me sentiré frustrado por no haber podido ser fuerte, la frustración es la emoción secundaria.

Si cada vez que estaba triste, me pedían que "tragara las lágrimas" como adulto, probablemente no soportaré la tristeza y sustituiré por el sentimiento de vergüenza, la culpa por sentir eso. Incluso puedo intentar "tragar" otras cosas para compensar mi tristeza: puede haber algunos trastornos alimenticios y adicciones como consecuencia.

Se nos ha enseñado a ocultar nuestros sentimientos primarios, que a menudo no conocemos, que son nuestras necesidades reales. Por ejemplo, los celos, que en realidad pueden ser el miedo a perder a la persona, donde el miedo es la emoción principal.

Nuestros niños necesitan poder distinguir estas emociones a través de nuestros ejemplos. Podemos y debemos decirles cuando tenemos miedo, cuando sentimos tristeza.

Tampoco debemos enseñarles a suprimir las emociones pidiéndoles que "dejen de llorar". Debemos validar sus sentimientos, y eso no significa que nunca debemos atender todas sus peticiones.

Por ejemplo:

"Hija, veo que estás muy enojada porque realmente querías ese juguete, si necesitas un abrazo para calmarte, estoy aquí"

"Hijo, entiendo que estabas muy feliz porque tu amigo vino a casa, ahora es el momento de calmar la euforia para que podamos dormir tranquilos"

Somos una generación que ha sido muy reprimida, con los "te daré una verdadera razón para llorar", el niño no quiere y se traga el llanto. Con información y disposición, podemos hacerlo desde hoy de manera diferente.

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Me despido con esta frase:

"Para ser niños respetuosos, primero deben ser niños respetados".