¿Qué nos enseña la escuela?
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La escuela es una de las instituciones menos cuestionadas de nuestra sociedad, al menos su estructura. Podemos criticar algunos métodos de un maestro particular, nos puede parecer inadecuada la forma como una directora dirigir las actividades de una escuela, hasta nos puede parecer peligroso la falta de autoridad de algunos maestros para con actitudes de los alumnos; sin embargo, en el fondo, nadie (o muy poca gente) cuestiona los cimientos fundacionales de las escuelas. ¿por qué tienen que tener la misma edad todos los alumnos de un salón? ¿por qué se “miden” a todos los alumnos con la misma “vara”? ¿por qué está prohibido ayudar a un compañero en medio de un examen? ¿por qué hay “mejores” y “peores” estudiantes? ¿por qué los recreos o descansos tienen que ser a la misma hora y por qué duran los mismo siempre? ¿por qué el maestro es el que más habla siempre?
Todas son preguntas válidas sólo para aquellas personas que “sienten” que hay algo incompleto o desajustado en la manera como se concibe la educación inicial y media de nuestras sociedades. En nuestros países latinoamericanos se sienten además los avatares inestabilidades socioeconómicas como bajos salarios para los educadores, problemas de infraestructura y violencia en los centros educativos que agudizan la ya caduca estructura educativa escolar.
Ahora bien, yo me pregunto ¿Es la estructura escolar de nuestra sociedad caduca? Entendida ésta como la manera generalizada de impartir instrucción y conocimientos a nuestros niños y jóvenes. ¿Qué aprenden nuestra juventud en los centros escolares? Entendiendo el aprendizaje como todas las actitudes y destrezas que adquiere un joven “exitoso” dentro de la estructura escolar al salir de la misma. El conocimiento o instrucción sobre saberes humanos como vocabulario, matemáticas, física, música, literatura, ciencias naturales puede impartirse de muchas maneras, así que no es exclusivo beneficio de la estructura escolar, y por ende, las dejo fuera del siguiente listado, que inicia, desde mi criterio, desde lo mejor (o menos malo) hasta lo más pernicioso que aprendemos en el sistema de enseñanza tradicional:
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-Motivación al logro: Si te esfuerzas, lograrás el éxito. El valor del trabajo forma parte integral de todas las actividades cotidianas y trascendentales que se llevan a cabo en la escuela. Profesores, maestros, directivos, padres, amigos, todos te hacen saber que si “quieres ser alguien en la vida, debes estudiar duro”; lo cual es fundamental para motivar el trabajo en el ser individual. Si haces tú tarea, si estudias, si te esfuerzas vas a obtener buenas calificaciones y eso es bueno. Por supuesto, la definición de “éxito” es bastante difusa y amplia, pero eso es otro tema.
-Responsabilidad con el horario: Llegar a las 7:00am y salir a las 12:40pm es uno de los valores necesarios para tener éxito en la escuela. Muy útil para encarar el mundo laboral actual, es cierto, pero no necesariamente útil para lograr el objetivo de instrucción y/o formación. Nuestro cerebro no está programado a una hora particular para aprender algo nuevo, o programado para “no aprender” fuera del horario establecido. Lo cierto es que la responsabilidad del horario es una valor que se enseña en el transcurso de nuestro viaje por la escuela.
-Retentiva: Esto es una palabra bonita para decir “recordar exactamente lo que dice el profesor te ayuda a responder lo que el profesor quiere que respondas, sin mucho esfuerzo”. En el caso que no desarrolles la retentiva, tienes que dedicarte a estudiar laboriosamente lo que escribiste en tu cuaderno y lo que está escrito en el libro para volverlo a escribir a la hora de un examen. En Venezuela le decimos a eso “Caletre” (me encantaría saber cómo le llaman al desarrollo de esa memoria literal en el resto de América y España). Ciertamente desarrollar la retentiva instantánea o desarrollar el caletre son herramientas para el éxito en la escuela. Algunos pocos optan por entender el fundamento de lo que el profesor intentó explicar en clases, algo así como poner a funcionar el cerebro en encontrarle la lógica a una ecuación matemática o a un cuadro de Botero, asociarlo a algún conocimiento ya aprendido en la vida, fijarlo dentro de comportamientos “predecibles” de naturaleza y de la sociedad, e intentar identificar ese patrón en otros escenarios de la vida misma… Un proceso que algunos notables llaman “aprendizaje”… Bueno esta ciertamente es una vía, pero no es ni obligatoria ni tampoco es la más usada.
-Obediencia: Sin duda, la obediencia es un “valor” que “suma” en tu recorrido al éxito académico. Pensándolo mejor, más que sumar, no resta. El estudiante desobediente se enfrenta a un camino escabroso y tormentoso en su vida estudiantil. El estudiante obediente se asegura, al menos, los puntos por comportamiento dentro del salón de clases (en mi caso eran 10% del total). La obediencia en sí misma no es necesariamente buena o mala, obedecer una orden no implica algo mal, pero se debe discernir entre lo bueno o malo que son las metas que se persiguen los que ordenan, y los medios que se nos ordenan usar a los que obedecemos. Lo que sí induce la obediencia es a la anulación del criterio propio en discernir la bondad o maldad, pertinencia y utilidad de esas metas planteadas y esos medios usados. Si bien en la escuela te enseñan a ser obediente, seguro es también que el único discernimiento que se enseña es el siguiente: obedecer=bueno, desobedecer=malo malo.
-Complacencia con el jefe (maestro): Si durante 10 o 15 años de escolaridad uno aprende algo “útil” en la escuela, es a complacer al jefe, punto. Dicho de otra manera, si quieres que te vaya mal en la academia, llévale la contraria cada vez que puedas al jefe. No importa que el maestro esté equivocado, no importa que no sirva para nada lo que el maestro enseña, no importa que lo que el maestro dice en clase no tenga aplicación en el mundo real, no importa que existan otras maneras de resolver el mismo problema, si quieres aprobar, escribe lo que el maestro quiere que escribas. Si bien la obediencia no anula estrictamente el discernimiento, la complacencia con el jefe sí lo hace. Esta destreza se enseña tan pero tan bien en la escuela, que forma parte de las competencias “no escritas” necesarias para sobrevivir en el mundo laboral en la edad adulta. Complacer al jefe es un “valor” tan arraigado dentro de la estructura escolar que, en casos particulares pero numerosos, se presta para el chantaje de diversas índoles. (Profesor: si quieres aprobar la materia, debes traerme una botella de whisky. Estudiante: seguro Profe, se la traigo mañana). Otra cosa terrible que induce esta “destreza” es a la autocastración de la creatividad, a la inventiva, al ingenio creador; ya que no siempre te sirve para complacer al ·"jefe”.
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-Individualismo: El sistema castigo-recompensa en que se fundamenta la escolaridad tradicional exacerba el individualismo en los niños y jóvenes. A pesar que puedan haber excepciones, el adoctrinamiento individualista de la escuela no sólo hace que la solidaridad no sea recompensada, también genera escenarios en las que es castigada. Ayudar a un compañero en medio de un exámen es castigado duramente, compartir conocimientos es visto como plagio, las evaluaciones comparativas (el mejor trabajo es referencia para la máxima nota, de allí todos se evalúan hacia abajo) inhiben a los estudiantes a compartir ideas. La competencia no se concibe como la motivación de crecer y ser mejor, sino como una carrera por crecer y ser mejor que “los demás”. No se premia el trabajo propiamente del estudiante, se premia llegar primero que los demás. Si todos somos seres únicos, diferentes, inigualables, ¿por qué competir entre nosotros?
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-Uniformismo: La escolaridad tradicional anula la diversidad natural de talentos y aptitudes de los niños y niñas, con el objetivo de “enseñar lo que es útil y eliminar malos hábitos”. Existe una reflexión al respecto, que ha sido representada en muchos “memes”geniales: Si tú evalúas la inteligencia de un mono, un pez, un ratón y un elefante por su capacidad de trepar un árbol, los únicos genios de la sociedad serían los monos, el ratón es inteligente, el elefante sería alguien que tiene la intención de hacer las cosas bien pero todo le sale mal, y el pez estaría en condición de minusvalía en la sociedad. El uniformismo es antinatural, y de él se desencadena y justifica uno de los razonamientos más perniciosos de la sociedad, explicado a continuación.
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-Segregación intelectual: Desde mi punto de vista, el “valor” más dañino que queda clavado en nuestro pecho luego de haber sido formados por el sistema tradicional de enseñanza es la segregación intelectual. Unos niños son buenos, otros regulares y otros malos; unos se sientan adelante, otros en el medio y otros atrás; unos niños están en el tope del cuadro de honor, otros en el medio y otros abajo en el fondo del mar. La segregación intelectual tiene infinitas repercusiones en la vida de un niño, sea porque estabas arriba, sea porque estabas abajo, sea porque estabas en el medio. Si estabas arriba, crees que vales más que los demás; si estabas abajo, crees que no sirves para nada; y si estabas en el medio, crees que eres tan insípido que no eres ni tan bueno para estar arriba ni tan malo para estar abajo. La segregación intelectual que nos inyectan en la escuela justifica luego todas las demás segregaciones que existen en la sociedad, porque inocula a los niños en un concepto terrible, una idea que justifica que hay “mejores” y “peores”, y en ese momento se siembra la semilla de la desigualdad en las mentes de nuestros niños y niñas.
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Nuestro tiempo nos demanda trascender a las barreras físicas y mentales que nosotros mismos nos hemos puesto como individuos y como sociedad. Trascender la manera de concebir la educación tradicional, en dirección de un sistema que realce nuestra creatividad, que potencie nuestras aptitudes, destrezas y habilidades individuales, que respete nuestras diferencias, que nos reconozca como hermanos y hermanas, es tarea fundamental de nuestra generación y las generaciones por venir, para hacer “más humana a la humanidad”.
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Excelente post... por lo general no nos gusta cuestionarnos, nos desequilibra pensar que algo de nuestra formación o bases puede estar intencionalmente incompleto o manipulado para encasillarnos o "utilizarnos" de algún modo... Estoy seguro que tu reflexión aportará en gran medida a la necesaria discusión que debe dar la sociedad sobre el modelo de educación dominante.
Recomiendo ver el documental de Michael Moore "ahora que Invadimos", podrán ver excelentes alternativas de educación y de relaciones sociales en general.
Un gran abrazo para todos y Gracias por el aporte de El gran che Che.